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Foto extraida del video de Youtube
El clorador salino: ¿El héroe o el villano de tu piscina?
El clorador salino es como ese amigo que te promete la fiesta del siglo pero luego te deja limpiando los platos. Por un lado, es un genio: convierte la sal en cloro, manteniendo el agua cristalina sin que tengas que andar comprando químicos a cada rato. ¡Adiós a los ojos rojos y al olor a piscina de los 90! Pero, ojo, porque este invento tiene su lado oscuro. Si no lo controlas bien, puede convertirse en el Dr. Malvado de tu piscina, corroyendo todo a su paso, desde escaleras hasta filtros. ¿Amigo o enemigo? Tú decides.
Eso sí, el clorador salino tiene sus exigencias. No es como el cloro tradicional, que se conforma con cualquier cosa. Este bicho necesita un equilibrio perfecto de pH y salinidad. Si te pasas o te quedas corto, te mandará una factura de reparaciones que te hará llorar más que un cebollín. ¡Y no te olvides de limpiar sus celdas! Si no lo haces, se pondrá de mal humor y dejará de funcionar, dejándote con una piscina que parece más un caldo de verduras.
¿Qué más debes saber?
- El clorador salino es más caro al principio, pero a la larga puede ahorrarte dinero en químicos.
- Necesita un mantenimiento regular, como un coche de lujo, pero sin el glamour.
- Si tienes una piscina pequeña, quizá no sea la mejor opción, porque te costará más que un chándal de marca.
¿Tienes dudas? ¡Aquí las resolvemos!
¿El clorador salino es apto para todas las piscinas? Casi todas, pero si tu piscina es de fibra o tiene partes metálicas, mejor consulta con un experto antes de dar el salto.
¿Es verdad que el agua sabe a sal? Solo un poquito, como un beso de mar. Pero no te preocupes, no te convertirás en un bacalao por darte un chapuzón.
¿Y si se rompe? Pues prepárate para un drama. Reparar un clorador salino puede ser más complicado que armar un mueble de Ikea sin instrucciones.
Clorador salino: La verdad detrás del mito del «sin químicos»
¿Te han vendido la idea de que un clorador salino es como tener un spa natural sin químicos? Pues, sentémonos un momento mientras te cuento la verdad: el cloro sigue ahí, solo que disfrazado de sal. Sí, el clorador salino convierte la sal en cloro mediante electrólisis, lo que significa que, al final del día, estás nadando en cloro igual que en una piscina tradicional. Lo único que cambia es que no tienes que añadir cloro manualmente, porque el aparatito lo hace por ti. ¡Pero no te emociones, sigue siendo química pura y dura!
Ahora, no te creas que esto es malo. El clorador salino tiene sus ventajas, como que el agua es más suave y no huele tan fuerte a «piscina pública de los 90». Pero, ojo, eso no significa que sea «natural» o «libre de químicos». El cloro es cloro, venga de donde venga, y su misión es mantener el agua libre de bichitos indeseables. Así que, si alguien te dice que su piscina salina es 100% ecológica, puedes soltar una carcajada educada y explicarle cómo funciona el invento.
En resumidas cuentas, el clorador salino es como ese amigo que te dice que no come azúcar pero se atiborra de miel. Es lo mismo, pero con otro nombre. Así que, si te gusta la idea de una piscina más cómoda y con menos mantenimiento, adelante, pero no te engañes pensando que estás nadando en agua de manantial. ¡El cloro sigue siendo el rey de la fiesta!
¿Tienes dudas? Aquí te las resolvemos
- ¿El clorador salino es más caro que el cloro tradicional? Al principio sí, porque tienes que comprar el aparato, pero a largo plazo puede ahorrarte dinero en productos químicos.
- ¿El agua salada daña la piel? No, de hecho, muchas personas la encuentran más suave que el agua clorada tradicional. Eso sí, si tienes heridas abiertas, prepárate para sentir el «picorcito».
- ¿Puedo usar cualquier tipo de sal? No, amigo. Necesitas sal específica para piscinas, sin yodo ni antiaglomerantes. Si no, tu clorador podría enfadarse y dejar de funcionar.