Foto extraida del video de Youtube
El apagón general en españa: cuando el país entero se quedó más a oscuras que un vampiro en un solar
La noche en que las farolas dijeron «hasta aquí hemos llegado»
Imagina un viernes cualquiera: planes de tapas, Netflix y el típico grupo de amigos organizando salidas. De repente, ¡zas!, España entera se convirtió en el escenario de un reality show llamado *Supervivencia Sin WiFi*. El apagón del siglo no avisó con flores. La red eléctrica colapsó como una tortilla en manos de un novato, dejando a todo el país más perdido que un pulpo en un garaje. Ciudades como Madrid o Barcelona se volvieron sets de película de zombies, pero sin el presupuesto para efectos especiales. Eso sí, las velas volvieron a ser tendencia: el único *influencer* útil fue el mechero del cajón de los trastos.
Caos, memes y el resurgir de las habilidades paleolíticas
¿Qué pasó exactamente? Un cóctel de sobrecarga, fallos técnicos y mala suerte (como cuando tropiezas y finges que ibas a hacer flexiones). Los semáforos dejaron de ser colores para convertirse en adornos abstractos, los supermercados registraron récords en venta de latas de atún, y hasta el vecino de quinto, experto en teorías conspiranoicas, juró que era un ensayo gubernamental para cazar aliens. Mientras, en Twitter, los memes volaban más que las facturas de la luz: «España apaga y vámonos», «¿Esto cuenta como ahorro energético?» y «Si no subes una story con velas, ¿realmente ocurrió?».
Lecciones aprendidas: del pánico a la inventiva
Sin luz, se confirmaron dos verdades universales:
- El 80% de la población no sabe usar un destornillador.
- Todo el mundo tiene un primo «que entiende de electricidad» (spoiler: no entiende).
Eso sí, hubo héroes anónimos: el de la tienda de barrio que vendió pilas como si fueran oro, la abuela que resucitó su radio de 1970, y los niños explicando a los adultos que sin Internet también se puede jugar al «veo-veo». Eso sí, cuando volvió la luz, el país entero susurró al unísono: «¿Y si mejor nos compramos unas linternas?».
¿Arderán tus dudas como una vela en la oscuridad? ¡Respondemos!
¿Fue culpa de los gatos de las subestaciones?
No, pero algún técnico aún sueña con mininos tocando cables como si fueran cuerdas de guitarra. La causa oficial fue un fallo en cadena, aunque la teoría del «gatito saboteador» tiene más seguidores en TikTok.
¿Cuántas velas se vendieron? ¿Batimos récord?
Las cifras son clasificadas, pero si juntáramos todas, iluminarían el ego de un *influencer* en pleno directo.
¿Hubo saqueos tipo película?
Solo en la sección de pan de Mercadona. Spoiler: el 50% lo compró gente que jamás había amasado ni un bizcocho.
¿Aprendimos algo o seguiremos usando el microondas como reloj?
La humanidad nunca aprende. Eso sí, ahora sabemos que el móvil sin batería es solo un pisapapeles caro.
Apagón nacional: cómo sobrevivir sin wifi y sin saber si el vecino ha robado tu helado (spoiler: sí)
Etapa 1: Negación y búsqueda del culpable (que tiene cara de haber visto un congelador)
Primero, revisás el router como si fuera un tamagotchi al que olvidaste alimentar. 5 golpes laterales, 3 blinks de luz roja y un suspiro profundo: confirmado, el wifi murió. Tu cerebro entra en modo detective low cost: ¿Fue un corte de luz? ¿Un hackeo masivo? ¿O solo el vecino de arriba, ese que siempre mira tu nevera con interés *sospechosamente específico*? Mientras desempolvás velas, jurás escuchar un «¡crunch!» lejano. Spoiler: es el sonido de tu helado de frutilla siendo devorado en el piso 3.
Manual de emergencia para no morir de aburrimiento (o de ira)
Lista de actividades posapagón:
- Jugar al «¿Es un trueno o alguien arrastró el sillón?» (versión extrema: apostar fichas de Monopoly).
- Construir una torre con los tupperwares que jamás usaste. Si se cae, es arte abstracto.
- Intentar comunicación humana: golpear la pared y tararear «Libre soy» de Frozen. Si el vecino responde, tenés testigo del robo del helado.
Eso sí: si ves una mancha rosada en la esquina de su puerta, ¡bingo! Ahora el dilema es si reclamar o rapiñar su reserva de medialunas.
La reconexión: cuando la luz vuelve pero la dignidad no
Llegó el momento. La wifi resucita y corrés a revisar las cámaras de seguridad (aka Instagram). Ahí está: una historia del vecino con un hashtag #VidaDulce y un cono vacío en segundo plano. ¿Denuncias? Nah. Mejor subtitulás el vídeo con «👀🚨» y preparás una «trampa»: un helado de berenjena con ajo. La próxima vez, pensará dos veces antes de saquear tu freezer.
¿Y ahora qué? Preguntas que arden más que un microndas con tenedor dentro
—¿Cómo disimulo que revisé 17 veces el contador eléctrico?
Fácil: poné una linterna en la frente y gritá «¡INSPECCIÓN DE SUPERVIVENCIA!». Nadie preguntará nada.
—¿Puedo cobrarle al vecino en helados equivalentes?
Sí, pero la tasa de interés es de 2 magnums por hora. Calculá bien.
—¿Qué hago si encuentro al culpable?
Desafíalo a una batalla de miradas… con los cubitos de hielo que sobraron. Si se derriten primero, pierde. Vos ganás derecho a saquear *su* Netflix.
—¿Y si el apagón fue excusa para espiar mi heladería?
Amigo, si hasta el perro del quinto ladra en código morse «d-e-j-a l-a-p-i-s-t-a-c-h-e». No subestimes el instinto colectivo por lo congelado.
—¿Sobreviviré sin memes hasta que vuelva la luz?
Imprimí capturas de pantalla viejas y hacé un flipbook. Es como TikTok… pero con calambres en el dedo.