Foto extraida del video de Youtube
¿La cuina de can Simon? Más bien la cuina de can «Sinsabor»…
Cuando el arroz sabe a sueño frustrado
Si pensabas que «sabor a mar» era una metáfora poética, en Can Simon lo toman al pie de la letra: su arroz meloso parece cocinado con lágrimas de sirena en huelga. Los langostinos, más secos que el monólogo de un youtuber de cryptos, se aferran a la vida entre granos de arroz que juran vengarse de tu paladar. Eso sí, el único «umami» que encontrarás aquí es el regusto a pregunta existencial: *»¿Por qué nadie avisó en TripAdvisor que esto era una zona catastrófica gastronómica?»*.
El servicio: entre el caos y el performance art
Los camareros de Can Simon no sirven platos, ¡interpretan un drama absurdo! Imagina esto: pides una botella de agua y te traen una copa de vino tinto *»por error»*. Luego, al reclamar, te miran como si hubieras insultado a su abuela. La carta es un *tráiler engañoso*: promete «tradición mediterránea» pero entrega «experiencia culinaria traumática». ¿El menú del día? Un *thriller* donde el protagonista es tu estómago intentando sobrevivir.
Decoración: ¿vintage o escena del crimen?
Las paredes tienen más manchas que la reputación de un político en campaña. Los manteles, con patrones que desafían las leyes de la estética, parecen diseñados por un daltoniano con resaca. Hasta los cubiertos juegan sucio: los tenedores están más torcidos que las excusas del chef. Eso sí, si buscas ambiente auténtico, aquí lo tienes: el olor a fritura mezclado con desesperación es… inolvidable.
¿Tienes el valor de probar Can Sinsabor? Te respondemos (si es que sobrevives)
- ¿Es cierto que la paella sabe a cartón mojado? Peor: a cartón mojado reciclado. Con suerte, encontrarás un guisante que aún cree en el amor.
- ¿Hay opciones vegetarianas? Sí: lechuga marchita con un toque de sal… si logras que el chef recuerde dónde guarda la sal.
- ¿Algún punto positivo? Las moscas del local son muy educadas: esperan a que termines de comer antes de atacar.
- ¿Es caro? No si consideras que pagas por una masterclass en decepción gourmet.
Y por si alguien duda: no, este texto no lo escribió un cliente resentido… lo inspiró el espíritu de la paella abandonada en la mesa 4. ¡Bon appétit!
La cuina de can Simon: Donde los recuerdos se pegan… ¡a los platos!
El pegamento culinario que tu abuela aprobaría (y tu dieta no)
En Can Simon, los platos no se sirven, se _adhieren_. Imagina un arroz caldoso que te abraza como esa tía que te pellizca las mejillas en Navidad, o un suquet de peix que te transporta a cuando el mar aún no tenía plástico. Aquí, cada cucharada es un imán para la nostalgia: las croquetas tienen más historias que el grupo de WhatsApp del pueblo, y el pan con tomate parece untado con memorias de veranos infinitos. Eso sí, si vienes con prisa, mejor ve a un fast-food: aquí hasta las migas de la mesa tienen ritmo de sardana.
Menú de la abuela 3.0: tecnología de vanguardia (olla de barro y cuchara de palo)
No busques chefs con tatuajes de alcachofas ni platos que parecen instalaciones modernas. Can Simon funciona con el algoritmo secreto de las abuelas: **1) Cocinar como si mañana fuera una fiesta mayor, 2) Servir porciones que desafíen la gravedad, 3) Añadir una pizca de “te lo comes todo, ¿eh?”**. El resultado: un crema catalana que hace llorar a los termómetros de cocina y unas escalivadas que incluso a las berenjenas les dan envidia. ¿Dieta? Lo siento, aquí la única fibra que encontrarás es la de la camisa del dueño.
Instrucciones para sobrevivir a la experiencia (y a la siesta post-comilena)
Si logras levantarte del mantel sin que tus pantalones protesten, felicidades: has ganado el nivel “Turrón de Navidad”. Pero antes, sigue estos pasos: 1) No preguntes la receta del all i oli (es secreto de estado), 2) Acepta la tercera ración de postre (es ley de vida), 3) Si el camarero te llama “joven”, no corrijas… aunque tengas 70 años. Y recuerda: en Can Simon, las calorías no cuentan si las compartes con alguien que también ronca en el sofá después.
¿Tienes dudas? Aquí te las freímos con aceite de oliva virgen extra
¿Hay opciones para vegetarianos? Claro: desde la ensalada de tomate que cultivó el suegro del dueño hasta la paranoia de verduras a la brasa (con permiso del fuego, que aquí es casi un socio). Eso sí, si eres vegano… mejor trae tu propia lechuga y di que es un regalo.
¿Necesito reservar? Solo si no quieres quedarte viendo cómo otros comen tu plato favorito. ¡Llama antes! Aunque si pillas al dueño en plato de legumbres, igual tarda en contestar.
¿Se puede pedir para llevar? Sí, pero cuidado: el tupper de Can Simon tiene más poder que un hechizo de amor. Abrirlo en casa puede provocar visitas inesperadas… ¡y vecinos pidiendo probar!