Arte

Alimentación consciente: el proceso de alimentarnos correctamente

A estas alturas todos hemos oído hablar del mindfulness, la atención consciente y plena sobre lo que hacemos o lo que sentimos. El mindfulness surge en la actualidad de una necesidad, la de tomarnos tiempo para nosotros, para disfrutar de lo que nos rodea, de lo que sentimos y de la vida que vivimos día a día. En una época marcada por el estrés y las prisas, el ser humano necesita, a lo largo del día, momentos de relax y de concentración sobre lo que está haciendo. Sólo de este modo es consciente de su vida y de la satisfacción de los pequeños placeres que nos rodean.

Una de las partes más importantes de una actitud mindfulness ante la vida es la denominada alimentación consciente o ‘mindful eating’. La alimentación consciente es el arte del mindfulness llevado a la nutrición, el arte de comer despacio, de poner todos nuestros sentidos en el proceso de ingesta de alimento.

Somos lo que comemos
Todos hemos dicho esta frase en alguna ocasión. Pero ¿de dónde viene? ¿Qué significa realmente? Esta frase pertenece al escrito ‘Enseñanza de la alimentación’ del filósofo y antropólogo alemán Ludwin Feuerbach. Escrita en el año 1850 hace referencia a la época convulsa en la que se vivía en la que la Iglesia hablaba tan sólo de alimentar el espíritu dejando para el cuerpo tan sólo los alimentos básicos para vivir (pan y agua). Feuerbach alegaba que sólo una buena alimentación conseguiría que el pueblo mejorase.

Pero ya mucho antes, en la época de los griegos clásicos, Hipócrates hablaba de la necesidad de una buena alimentación. Lo plasmó en una de sus famosas citas: ‘Sea el alimento tu medicina y la medicina tu alimento’.

De este modo, parece que tenemos claro que una buena alimentación es la base de una persona sana, tanto física como mentalmente.

Alimentación inconsciente
En la actualidad, quien más y quien menos practica la ‘alimentación inconsciente’. Parece que no hay tiempo que perder, y mucho menos en algo tan banal como la comida. Entonces nos olvidamos de una buena alimentación (esa quizá la dejamos para el fin de semana o para las vacaciones) y engullimos lo primero que tenemos a mano. Barritas energéticas, comida de la máquina del trabajo, comida rápida… esos suelen ser los menús que nos acompañan cada día en nuestros trabajos. Algo que nos quite el hambre y nos entretenga el menos tiempo posible. Pero a la larga, este tipo de ‘alimentación inconsciente’ es perjudicial para nuestra salud, tanto física como mental.

Cómo alimentarnos conscientemente
Alimentarse conscientemente es una forma de vida. Os proponemos los siguientes consejos para llevarla a cabo y cambiar nuestra percepción de lo que comemos.

La primera pregunta que debemos hacernos es: ¿tenemos hambre o es ansiedad? ¿O aburrimiento? ¿O capricho? Si a lo largo del día (exceptuando las comidas esenciales) las respuestas a estas preguntas son afirmativas, entonces estamos haciendo algo mal. Debemos olvidar ese tipo de alimentación. Sugerencia: podemos beber un vaso de agua, o salir a caminar, etc., es decir, distraernos para eliminar esa ingesta de alimentos innecesaria.
La hora de comer. Es fundamental que la hora de comer sea la hora de comer. No la hora de adelantar trabajo, ni de consultar el móvil, ni de ver ‘qué ha pasado en el mundo’ ni nada por el estilo. Debemos centrarnos en lo que estamos comiendo, en las sensaciones que nos producen los alimentos que tenemos en la mesa.
Mesa para invitados. Preparemos el momento de la comida como si fuéramos a invitar a alguien a comer. Un mantel bonito, unas flores, una decoración que nos guste, etc. Presentemos los platos adecuadamente como si estuviéramos en un restaurante. La satisfacción de lo que nos rodea mientras comemos aumentará nuestro positivismo.
Comer despacio. Es fundamental comer despacio. ¿De verdad tenemos tanta prisa que no podemos dedicar 20 minutos a la hora de comer? Seguramente dedicamos más tiempo a mirar las redes sociales en nuestro móvil. Debemos masticar bien y saborear la comida. Descansar entre plato y plato, e incluso entre bocado y bocado. Comer debe ser un placer, y los placeres se disfrutan lentamente.
Practicar, practicar, practicar. Es posible que debido al trabajo, a las tareas extra o al cuidado de los hijos, nos resulte complicado comer de forma consciente todos los días. Está bien. Empecemos poco a poco, al menos una o dos veces por semana y vayamos añadiendo días a lo largo del tiempo.
Comer conscientemente es fundamental para una buena salud. Y como todos sabemos, la salud es lo primero. Comer de manera consciente ayudará a nuestro cuerpo y a nuestra mente a relajarse y a disfrutar del momento, porque la vida está hecha, simplemente, de momentos.