Foto extraida del video de Youtube
Bar koki madrid: ¿el secreto mejor guardado o el chiste más viejo de la capital?
El debate que divide a Madrid: ¿tesoro escondido o meme con copas?
Si juntas a dos madrileños en una terraza y mencionas Bar Koki, prepárate para el espectáculo. Uno jurará que es el Santo Grial de los bares de copas, donde los mojitos tienen sabor a karma positivo y las tapas son bendecidas por el espíritu de Julio Iglesias. El otro, en cambio, soltará una carcajada y te dirá que es como el Yeti: todos hablan de él, pero nadie lo ha visto en condiciones normales. ¿La verdad? Probablemente esté en algún punto intermedio: un local que genera más chistes que un monólogo de Buenafuente, pero que sigue atrayendo curiosos como moscas a un fluorescente.
¿Qué pasa realmente en Bar Koki? (Spoiler: ni los empleados lo saben)
Entras esperando un speakeasy clandestino y te encuentras con una decoración que mezcla estilo abuela retro-futurista con luces de neón que parpadean al ritmo de tu confusión. La carta de cócteles tiene nombres como *»Desengaño Amoroso»* o *»Hipoteca Aprobada»*, y aunque suene a broma, aquí hasta el hielo tiene carácter: o te derrites rápido o te ignora como un ex tóxico. Los clientes son un 50% *influencers* buscando el *shot* perfecto para Instagram y un 50% turistas que siguen preguntando dónde está la paella (spoiler: no hay).
La gran incógnita: ¿por qué sigue en el mapa?
Año tras año, Bar Koki sobrevive a críticas feroces, reseñas que oscilan entre *»¡TOP 10 EXPERIENCIAS VIBES!»* y *»esto es el Chernóbil de la hostelería»*, y una clientela que parece renovarse como los fichajes del Real Madrid. ¿Magia? ¿Marketing encubierto? ¿Un pacto con el diablo en forma de bravas gratis los jueves? Quién sabe. Lo único claro es que, mientras algunos lo usen como arma arrojadiza en conversaciones de bar y otros como templo para rituales etílicos, seguirá siendo el *»¿pero tú has estado ahí o no?»* más recurrente de la capital.
Bar Koki Madrid: Preguntas que todos nos hacemos (pero nadie se atreve a formular)
¿De verdad alguien ha ido «por voluntad propia»?
Rotundamente sí. Algunos salen convertidos en apóstoles del local; otros, jurando no volver ni aunque les regalen acciones de Telepizza.
¿Es caro o es que yo soy un rata?
Los precios son como el metro a las 8:30 AM: apretados y con olor a desesperación. Pero ojo, siempre hay alguien pagando una ronda «para probar algo diferente» (traducción: para subir historias a Instagram).
¿El secreto está en los camareros o en las copas?
Los empleados tienen un máster en mirada vacía con toques de filosofía existencial, y las bebidas… Bueno, digamos que algunos cócteles saben a lo que imaginas que beben los personajes de *Los Simpsons* en Moe’s.
¿Vale la pena ir o es mejor quedarse en casa viendo Netflix?
Depende. Si tu idea de diversión es contemplar el absurdo humano con una copa en la mano, este es tu sitio. Si prefieres controlar el nivel de surrealismo, mejor quédate con *Stranger Things* y una bolsa de gusanitos.
Bar koki madrid: donde los cócteles tienen más chispa que el camarero (y eso es mucho decir)
Cocteles que hacen sombra hasta al terremoto más potente
En el Bar Koki, los cócteles no se sirven: se protagonizan. Imagina un Old Fashioned que te guiña el ojo mientras lo mezclan con humo de roble y una pizca de teatro. O un Margarita que llega con su sombrerito de sal y una actitud de «yo sí soy la fiesta». Aquí, cada trago tiene personalidad propia, y si pudieran hablar, probablemente te soltarían un chiste malo antes de que termines el primer sorbo. Los camareros, por su parte, son tan carismáticos que casi dan pena: ¿cómo competir con un Gin Tonic que brilla más que su sonrisa?
El menú: un viaje sin mapa (pero con mucha guasa)
La carta del Koki es como el Tinder de los bares: swipeas hacia arriba y siempre aciertas. Entre sus creaciones estrella:
- «El Fuego del Dragón»: te quema la garganta… y luego te pide perdón con un toque de mango.
- «La Suegra Feliz»: dulce por fuera, ácido por dentro (como los cumplidos en Navidad).
- «Cosmopolitan de Barrio»: lo mismo que el clásico, pero con chulería madrileña y una aceituna que mira mal a la competencia.
Eso sí, si pides un cubata, prepárate para que el bartender te mire como si hubieras llegado a un concierto de rock con una flauta dulce.
De día bar, de noche… ¿psicodelia líquida?
Las luces neón no son decoración: son advertencias. A las 20:00, el Koki es un sitio «nice» para tomar algo después del trabajo. A las 23:00, la barra se convierte en una pista de baile improvisada donde los vasos vibran al ritmo de los tambores (y de algún que otro cliente que juraría que es Freddie Mercury). Eso sí, el único «cover» que pagarás es el de intentar no reírte cuando el DJ pone reggaetón mezclado con Bowie. ¿A alguien más le parece normal?
¿Te arden las dudas como el jalapeño en tu margarita?
¿A qué hora abren las puertas (y las mentes creativas)?
De miércoles a domingo, desde las 19:00 hasta que los limones se nieguen a ser exprimidos. Lunes y martes, cerrado: hasta los cócteles necesitan siesta.
¿Hay que reservar o llego como alma que lleva el diablo?
Si quieres mesa, mejor reservar. Si prefieres ir de «aventura», cruza los dedos y trae paciencia… o soborna al barman con un chiste bueno.
¿Acechan opciones sin alcohol o esto es solo para valientes?
¡Claro! Pide el «Zen con Envidia»: jugo de piña, jengibre y hierbabuena que te hace sentir tan cool como si llevaras gafas de sol de noche.
¿El precio? ¿Vale un riñón o solo medio?
Los cócteles rondan los 12-15€, pero incluyen espectáculo gratis: ver cómo el de la mesa de al lado intenta bailar salsa después del tercer mojito.