VPH: ¿El secreto mejor guardado del amor? Descubre cómo se contrae (y cómo evitarlo)… ¡Sin spoilers! 🕵️♂️🔍

Como se contrae el virus del papiloma humano

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¿Te contagiaste por besar a un sapo? ¡Aquí la verdad sobre cómo se pega el vph!

¿Besar sapos para convertirlos en príncipes? Olvídate del cuento de hadas, porque si te lanzaste a darle un beso a un batracio y ahora temes que te salgan verrugas en la lengua, ¡tranqui! El Virus del Papiloma Humano (VPH) no se transmite por lamer anfibios, por más babosos que estén. El culpable es otro: el contacto piel con piel (o mucosa con mucosa) entre humanos. O sea, nada de culpar al pobre sapo que solo quería comer moscas en paz.

¿Entonces cómo diablos se pega el VPH?

Aquí van los detalles (sin azúcar):

  • Sexo vaginal, anal u oral: Sí, el clásico «juego de sábanas» sin protección es la vía estrella. El virus viaja como polizón en los fluidos o el roce íntimo.
  • Frotar tu dermis con otra dermis humana: Aunque no haya penetración, el VPH puede colarse si hay fricción en zonas infectadas. ¡Cuidado con los arrumacos sin ropa!
  • Compartir juguetes sexuales sin lavar: Nada de «préstame tu consola», por favor. Limpieza ante todo, que esto no es un after de tacos.

Moraleja: El sapo no tiene la culpa, pero tu ex… bueno, mejor no hablamos.

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Mitos que hacen reír hasta a las ranas

¿Te han dicho que el VPH se pega en baños públicos, piscinas o abrazando árboles? ¡Fake news total! El virus no sobrevive en superficies ni se transmite por el aire. Tampoco es cosa de brujería (aunque algunos ex parezcan hechizados). La verdadera magia negra es ignorar el preservativo o no vacunarse. Eso sí, si besaste un sapo y te salió un príncipe, avísanos… necesitamos pruebas.

¿Preguntas que te hacen sudar más que un sapo en una sartén?

¿Y si uso condón, estoy 100% seguro?

Nada es 100% en esta vida (excepto que el café sin azúcar sabe a calcetín). El condón reduce el riesgo, pero el VPH puede estar en zonas no cubiertas. Vacuna + protección = combo ganador.

¿Las verrugas del sapo son iguales a las del VPH?

¡No mezcles peras con manzanas! Las verrugas de los sapos son glándulas de veneno (sí, veneno), y las del VPH son lesiones cutáneas. Si ves un sapo con verrugas en los genitales, llama a National Geographic.

¿Puedo contagiarme si me como una rana?

Solo si la rana viene con un memo adjunto que diga «contiene VPH». El virus es exclusivo de humanos, así que deja en paz a las ancas de la abuela.

De carnavalero a paciente: los riesgos de no cuidarte (y cómo evitar el virus del papiloma humano)

Cuando el disfraz más incómodo es el de «paciente»

Imagina esto: bailas en la calle con un disfraz de drag queen, bebes algo que parece jugo de unicornio y besas a media humanidad. ¡Fiesta total! Pero ojo, que el VPH no tiene invitación en tu carnaval y, aún así, le encanta colarse. Este virus es como ese amigo que aparece sin avisar, se queda meses en tu sofá y te deja facturas médicas en vez de recuerdos graciosos. El 80% de las personas sexualmente activas lo tendrán en algún momento, así que mejor no jugar a la ruleta rusa con los labios (ni con otras partes del cuerpo).

El kit de supervivencia carnavalero (que tu futuro yo agradecerá)

¿Quieres seguir siendo el rey de la fiesta sin convertirte en estatua de cera en la consulta del médico? Toma nota:
Condones: Son como los superhéroes anónimos. No son sexys, pero salvan vidas. Úsalos SIEMPRE, incluso si estás disfrazado de Superman (que, por cierto, también los necesita).
Vacuna contra el VPH: No, no es solo para adolescentes. Hasta los 45 años puedes ponértela. Piensa en ella como un «seguro anti-verrugas» con bonus de protección contra cáncer.
Revisiones médicas: Sí, eso incluye sentarte en una camilla y decir «ahhh». Pero mejor unos minutos de incomodidad que años de arrepentimiento.

Si el VPH fuera un meme, sería el «esto no me pasa a mí»

El virus es más silencioso que un selfie en pleno baile. No duele, no pica y a veces ni siquiera se ve, pero puede causar desde verrugas hasta cáncer de cuello uterino, garganta o pene. ¿La buena noticia? El 90% de los casos se elimina solo… pero el 10% restante es como quedarse sin batería en medio de un TikTok: un drama evitable. Si has sido más guarrito que un chiquito en un entierro de la sardina, corre a hacerte pruebas. Tu cuerpo no es un chiste, aunque tú sí seas el gracioso de la cuadrilla.

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¿Te quedaste con dudas? Aquí las respuestas (sin disfraz)

¿El VPH solo afecta a mujeres?
¡Ja! Los hombres también son expertos en incubarlo y transmitirlo. Si tienes entrepierna, estás en el club.

¿Los condones protegen al 100%?
Nada es perfecto (ni siquiente tu disfraz de Shakira), pero reducen el riesgo como un buen filtro de Instagram: en un 70%.

¿Y si ya tuve VPH?
Relax. La mayoría lo supera, pero sigue usando protección. ¿O prefieres coleccionar variantes como si fueran entradas de concierto?

¿La vacuna duele más que una resaca de carnaval?
Duele menos que explicarle a tu madre por qué saliste en Twitter bailando en ropa interior. ¡Pónchatela!

Descubre su secreto entre plumas, sabor de alto vuelo y… ¡un menú que cacarea elegancia!»

Restaurante los gallos escalante

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¿Restaurante Los Gallos Escalante? ¡Más bien Los Gallos «Desplumados»!

Imagina esto: llegas a un sitio llamado “Los Gallos” esperando un festín digno de un corral de lujo. ¿Qué te encuentras? Un menú que parece escrito con prisas en una servilleta usada y un pollo a la brasa con menos sabor que un paquete de galletas sin abrir. ¡Hasta el gallo de la veleta del local se ruboriza! Si el nombre prometía plumas al viento, la experiencia fue más bien “pelón a la plancha”. ¿Dónde quedó ese aroma a hierbas provenzales que juraste detectar en las fotos de Instagram? Spoiler: se lo llevó el viento junto con las esperanzas de una cena memorable.

¿Qué pasó con las «plumas» del asunto?

La carta anuncia “especialidades de la casa”, pero la única especialidad real parece ser el arte de desinflar expectativas. Pedir una ensalada “fresca” y recibir lechuga mustia que desafía las leyes de la gravedad (y la decencia) no es exactamente lo que uno espera. Y ni hablemos del servicio: si los camareros fueran más lentos, tendrían que ponerles cartel de “cuidado, estatua humana en movimiento”. Hasta el agua sin gas llegó con una flojera cósmica. ¿Restaurante o taller de desilusión gastronómica?

El misterio del postre desaparecido (y otros dramas)

  • El flan de la abuela: Abuela desconocida, flan inexistente. Preguntas sin respuesta.
  • Las patatas bravas: Ni bravas ni mansas. Más bien… “patatas tímidas”.
  • La decoración: Un híbrido entre mercadillo de los 90 y trastero de abuela. ¿Estética retro o accidente visual?

¿Te picó la curiosidad? Aquí las dudas más cacareadas

¿Al menos los precios son económicos?

¡Ja! Si por “económicos” te refieres a “pagas como si comieras en un Michelin, pero sin el Michelin”, entonces sí. Trae la cartera blindada.

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¿Hay opción vegetariana?

Sí: agua del grifo, pan duro y la ilusión de que algún día mejoren el menú. ¡Delicioso!

¿Vale la pena para una ocasión especial?

Depende. Si tu definición de “especial” incluye “recordar para siempre el día que casi nos intoxicamos con sal”, adelante. Si no, mejor pide pizza.

¿Y la higiene?

Digamos que el único sitio impecable es el letrero de la entrada. Lo demás… #ExperienciaAuténtica (léase con sarcasmo).

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¿Alguna virtud oculta?

¡Sí! Las mesas son excelentes para apoyar los codos mientras esperas. Y el aire acondicionado funciona. O sea, no todo está perdido… ¿o sí?

La experiencia en Los Gallos Escalante: donde el sabor vuela… pero no regresa

Entras a Los Gallos Escalante y lo primero que notas es que el aroma te abraza como un loro cariñoso, pero con ganas de contarte chismes. Aquí, los platos no son solo comida: son acrobacias de especias que desafían la gravedad. El pollo a la brasa, por ejemplo, tiene más capas que un drama familiar: crujiente por fuera, jugoso por dentro y con un toque de ahumado que te hace preguntar: *“¿En qué bosque secreto criaron a este animal?”*. Eso sí, cuando terminas, el sabor se esfuma como un colibrí con prisa. ¿Volverá? Nah, aquí lo único que regresa son las ganas de pedir otra ración.

La carta es un zoológico de opciones donde “lo clásico” y “lo inesperado” se pelean como gallos de pelea (nunca mejor dicho). ¿Quién gana? Tú, porque te comes ambos. Prueba las papas huayro: no son simples acompañantes, son el Robin del Batman de tu plato principal. Y si te animas a lo picante, el rocoto relleno es como un viaje en montaña rusa: sube, baja, quema y al final solo quieres más. Eso sí, el postre es otro nivel: el suspiro limeño no se llama así por casualidad. Es tan ligero que, después de la tercera cucharada, jurarías que te lo inventaste.

El servicio es rápido, pero no tanto como tu capacidad de devorar todo lo que llega a la mesa. Los mozos son expertos en leer miradas: si parpadeas dos veces, aparecen con más pan con chicharrón. Eso sí, el único problema real es que no hay doggy bag. ¿Por qué? Porque en Los Gallos Escalante, lo que llega a tu plato… vuela directo a tu estómago. Y si sobra algo, es señal de que necesitas entrenar más para la próxima.

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¿Preguntas? Aquí las respuestas que no volaron al olvido

  • ¿Las porciones son pequeñas o soy yo un pozo sin fondo?

    Las porciones son como un buen chiste: suficientes para reír, pero siempre quieres otro. Eso sí, nadie juzga si pides segundas… o terceras.
  • ¿Es apto para vegetarianos o solo para carnívoros felices?

    Hay opciones vegetarianas, pero admitámoslo: aquí el pollo es el rey. Los vegetales son como los suegros en una boda: están, pero no son el protagonista.
  • ¿Debo reservar o llego como paloma a la plaza?

    Si vas en fin de semana, reserva. Si no, prepárate para hacer fila y practicar tu mirada de “tengo hambre” para acelerar el proceso.

La Cuina del Sant Pau: ¿El Secreto Mejor Guardado de la Gastronomía Catalana? 🍴😉

La cuina del sant pau

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La cuina del sant pau: ¿el secreto mejor guardado… o el que debería quedarse escondido?

¿Tesoro gastronómico o trampa para incautos? El debate está servido

La Cuina del Sant Pau tiene más misterio que un tupper en la oficina. ¿Es un santuario culinario que merece una peregrinación con velas y ofrendas? ¿O es ese lugar que todos alaban por no quedar como herejes gastronómicos? Los platos son como obras de arte… aunque a veces dan ganas de gritar: “¡Esto está para mirarlo, no para comérselo!”. Eso sí, si te gusta que el chef te sorprenda más que un susto en Halloween, aquí cada bocado es un *plot twist* con trufa.

El precio: ¿justificado o para pagar en cómodas cuotas?

Hablemos claro: comer aquí cuesta lo mismo que una playstation 5 con todos los extras. ¿Vale la pena? Depende. Si eres de los que piensan que “lo caro es bueno”, felicidades: aquí tu tarjeta de crédito llorará de emoción. Pero si esperabas que el caviar te diera superpoderes, quizá salgas decepcionado. Eso sí, el servicio es tan impecable que hasta te sonríen cuando pides agua del grifo (aunque luego te cobren la botella de mineral como si fuera champagne).

¿Reserva obligatoria o huida estratégica?

Conseguir mesa aquí es más difícil que encontrar un unicornio en hora punta. ¿Secreto bien guardado? Más bien club secreto donde los comensales susurran cosas como “umami” y “texturas lúdicas”. Eso sí, si logras entrar, prepárate para un menú que dura más que una temporada de *Stranger Things*. ¿Recomendable? Solo si tienes la paciencia de un monje tibetano y el estómago de un *influencer* de degustaciones.

Lo que nadie te cuenta (pero deberías saber antes de reservar)

  • ¿De verdad necesito vender un riñón para pagar la cuenta? → No. Con medio riñón basta. Y si pides postre, añádele un trozo de hígado.
  • ¿El chef es un mago o un ilusionista? → Ambos. Transforma 3 zanahorias en un plato que cuesta como un iPhone. Abracadabra, ¡y tu dinero desaparece!
  • ¿Puedo ir en chándal o me expulsan? → Si llevas calcetines con sandalias, probablemente te sirvan la comida en un tupper de plástico. Dress code: elegancia o exilio.
  • ¿Es apto para quienes piensan que el ketchup es alta cocina? → Solo si juras solemnemente no pedir “algo normal” ni preguntar dónde está el McDonalds más cercano.

Y recuerda: si al salir sientes que no has entendido nada, felicidades. Has vivido la auténtica experiencia Cuina del Sant Pau… o quizá solo te intoxicaste con la espuma de alcachofa. 🥴🍽️

La cuina del sant pau: cuando la aventura culinaria se convierte en montaña rusa (y no en el buen sentido)

Platos que desafían la gravedad (y tu estómago)

Imagina entrar a un lugar donde el menú parece escrito por un poeta con resaca. La cuina del sant pau no es una cena, es una expedición sin mapa. ¿Te apetece un “consomé de raíces andinas con espuma de hongos liofilizados”? Suena a que alguien puso un bosque en la licuadora. Y ojo, que aquí la presentación es arte abstracto: comes en platos que parecen esculturas posmodernas, donde localizar el alimento requiere un GPS integrado. Si sobrevives al primer bocado, felicidades: has superado el nivel 1 de este reality show culinario.

Servicio: entre el éxtasis y el síndrome postraumático

Los camareros aquí no sirven, actúan. Uno te explica el origen de la sal del Himalaya como si narrara el final de Titanic, otro desaparece 40 minutos tras preguntarle por el wifi. La espera entre platos es tan épica que podrías aprender catalán básico, tejer un suéter o cuestionar tus decisiones vitales. Eso sí, cuando llega la comida, la experiencia es… ¿emocionante? ¿Confusa? ¿Un test Rorschach comestible? Tú decides, pero lleva papel y lápiz para anotar teorías.

Precios: ¿es oro líquido la salsa de trufa?

La cuenta final es el momento en que entiendes por qué el local tiene forma de montaña rusa. Pagas lo mismo que por un riñón en el mercado negro, pero con la diferencia de que aquí no sabes si donaste el riñón por arte o por error. ¿Valió la pena? Quizás. ¿Volverías? Solo si te sobra un hígado y una dosis inquebrantable de curiosidad mórbida. Eso sí, presumirás en Instagram de haber comido “algo con espirulina” que nadie más entiende.

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¿Te subes al vagón? Preguntas que hierven a fuego lento

  • ¿Es apto para gente que solo quiere “comer normal”?

    Si “normal” es masticar sin hacer preguntas existenciales, mejor ve a un burger. Aquí hasta la ensalada tiene un manifiesto filosófico.
  • ¿Hay opciones para alérgicos?

    Sí, pero traduce “alérgico” como “dispuesto a jugar a la ruleta rusa con ingredientes sin Google Translate”.
  • ¿Es romántico para una cita?

    Depende: si tu pareja disfruta discutiendo si el helado de carbón activado “sabe a futuro distópico”, es un 10/10.
  • ¿La montaña rusa tiene parada de emergencia?

    Sí: se llama “pedir la cuenta antes del postre” y gritar “¡abran paso, tengo una reunión!” mientras corres hacia el oxígeno.

Citas Sergas: ¡Convierte Tu Espera en una Aventura Médica con Estilo (y Pocas Colas)!

Citas sergas

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Citas sergas: cuando la paciencia se convierte en superpoder

¿Alguna vez has sentido que esperar una cita médica es como entrenar para una maratón… pero sin la parte divertida de correr? Las citas sergas son ese nivel de espera donde el reloj parece haberse aliado con el universo para recordarte que, sí, eres mortal y el tiempo es una ilusión. Entre el «llega 15 minutos antes» y el «el doctor está retrasado», uno empieza a cuestionar si en realidad está en una lista de espera o en un reality show oculto. ¡Bienvenido al gimnasio de la paciencia, donde cada minuto extra es una flexión mental!

Si logras sobrevivir a dos horas viendo revistas de decoración de los años 90 en la sala de espera, felicidades: has desbloqueado el modo zen. El superpoder aquí no es aguantar sin pestañear, sino encontrar el equilibrio entre no maldecir en voz alta y sonreírle a la recepcionista como si su «ahorita lo atienden» no fuera el equivalente a un «siguiente año, tal vez». ¿El truco? Imaginar que cada minuto de espera te da puntos para canjear por un café gratis (spoiler: nadie te dará café, pero la fantasía ayuda).

Y luego está el nivel maestro: la espera telefónica con el gobierno. Ahí, la paciencia no es un superpoder, es un traje de Iron Man. Después de escuchar 17 veces la misma canción instrumental que suena como el soundtrack de un ascensor en el infierno, desarrollas habilidades telepáticas. ¿Cómo? Porque jurarías que la operadora te escuchó pensar «¡colgaré!» y justo entonces dice «no abandone, por favor». Coincidencia… o no.

¿Ya perdiste la cabeza? Preguntas que todos nos hacemos (y algunas respuestas que inventamos)

¿Cómo no volverse un meme de frustración en medio de la espera?
Fácil: lleva un cuaderno y escribe un diario titulado «Crónicas de la silla incómoda». O intenta adivinar la vida de los demás pacientes basándote en sus zapatos. ¿Elegante señora con tacones? Claramente escapó de una boda. ¿Chico con crocs? Sobreviviente de una crisis existencial.

¿Existe un récord mundial por la cita más larga?
No oficialmente, pero si juntas todas las horas que has perdido en consultorios, podrías haber aprendido a hablar finlandés. O al menos a pronunciar «perdonen la demora» en 15 idiomas.

¿Y si el tiempo de espera fuera en realidad un impuesto disfrazado?
Shhh, no reveles el secreto. Pero entre nosotros: ¿nadie más sospecha que esas dos horas extra son para que asimilemos que, al salir, tendremos que volver a pedir cita? *Cue música dramática de telenovela*.

Ahora, si me disculpan, tengo que llamar a mi seguro médico. Dicen que en solo 90 minutos me atienden… o eso prometieron hace una hora. 🕶️

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Citas sergas y el arte de envejecer esperando (¡trae tu propio esqueleto!)

Cuando tu cita es más lenta que un caracol con sueño

¿Alguna vez has sentido que esperar una cita serga es como ver crecer el musgo en tiempo real? Te presentas con tu mejor sonrisa (y tu esqueleto de repuesto, por si la osteoporosis se pone celosa), listo para conquistar el mundo… y entonces la espera golpea. Minutos que se convierten en horas, horas que se convierten en arrugas. ¿Qué hacer? Aprende a tejer bufandas con el hilo de tu paciencia, colecciona telarañas como decoración vintage o practica yoga facial para evitar que tu ceño se quede en modo ceño fruncido permanente. Pro tip: lleva un termo de café. No para beberlo, sino para medir el tiempo según la temperatura del líquido. ¡Ciencia aplicada!

El manual no escrito de las citas sergas: edición abuelitos rebeldes

Las reglas son simples:

  • Si tu cita llega antes de que te salgan canas, es amor verdadero (o un milagro).
  • Si llegas a los 80 y aún esperas, conviértete en influencer de TikTok bailando cumbia con tu andador.
  • Nunca confíes en alguien que promete “llegar en cinco minutos” sin especificar en qué década.

Y recuerda: envejecer esperando no es fracasar, es acumular historias para escribir una autobiografía que rivalice con Cien años de soledad. Eso sí, con más chistes malos y menos realismo mágico.

¿Y si mi esqueleto se aburre antes que yo?

Ahí está el truco: mantén tus huesos entretenidos. Organiza maratones de telenovelas con tu costilla favorita, juega al bingo con las falanges o aprende a silbar con la mandíbula (útil para llamar a las citas perdidas). Si todo falla, siempre puedes disculparte con un “lo siento, mi fémur tiene otros planes” y salir corriendo. Bueno, trotando. O arrastrando los pies, que tampoco es plan de matarse.

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¿Preguntas que nadie hizo pero todos pensamos?

¿Cómo evitar que la espera me convierta en estatua humana?
Fácil: adopta un perro que ladre cada vez que alguien diga “ahorita voy”. Ejercicio físico + terapia anti-mentiras.

¿Es normal que mi primera cita serga sea posmenopáusica?
Totalmente. Piensa en ello como en un vino: algunos se vuelven ácidos, otros… siguen siendo uvas en una caja. ¡Salud!

¿Y si mi esqueleto consigue novia antes que yo?
Celebra su suerte y pídele consejos. Después de todo, él sí sabe mantener la estructura en una relación. *ba dum tss*.

¿Cansado de esperar? ¡Citas Osakidetza al rescate (y sin correr tras el teléfono! 🩺💻)

Citas osakidetza

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¡Citas osakidetza: cuando esperar se convierte en tu nuevo hobby (y nadie te avisó)!

La fila infinita: donde el tiempo pierde todo sentido

¿Alguna vez has sentido que el universo conspira para que tu vida gire en torno a un teléfono, una web y una voz automatizada que te dice “su llamada es importante para nosotros”? Bienvenido al club de los maestros del hold musical. Aquí, aprenderás a distinguir entre el tono de espera de Osakidetza y tu canción de reggaetón favorita. Spoiler: ambos suenan igual de eternos. ¿Y qué decir de la web? Refrescar la página cada 30 segundos se convierte en un ritual místico. Pro tip: si logras sacar cita antes del apocalipsis zombi, celebra con una tarta. O con una siesta.

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Niveles de espera: del “próximo mes” al “vuelva a intentarlo en 2123”

El sistema de citas de Osakidetza tiene más fases que una relación tóxica:

  • Fase 1 – Optimismo inocente: “¡Hoy sí que pillo hora para el médico!”.
  • Fase 2 – Negociación desesperada: “¿A las 3 AM? ¡Vale, pero que sea en Vitoria!”.
  • Fase 3 – Aceptación mística: “Si mi dolor de espalda sobrevive hasta 2025, igual me opero”.

Eso sí, la espera tiene sus ventajas: ya sabes explicar en euskera qué es una radiografía, dominas el arte de rellenar formularios con los ojos cerrados y tu paciencia impresionaría a un monje tibetano.

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“¿Y si me pongo enfermo mientras espero?”: la ironía cósmica

Ah, la pregunta del millón. Porque la vida es así de cómica: te sale una urgencia justo cuando tu cita está a dos años luz. ¿Solución? Aprendes a improvisar. ¿Dolor de muelas? Gárgaras de whisky (el de la abuela, que pica más). ¿Esguince? Una venda y un tutorial de YouTube. Eso sí, si sobrevives, tendrás material para un stand-up comedy. Y si no… al menos ya no necesitarás la cita.

¿Te arden las preguntas más que la paciencia? Aquí van respuestas (sin esperar 40 minutos en línea)

¿Hay trucos para NO envejecer mientras espero?
Sí: aprende a tejer bufandas. Para cuando tengas la cita, habrás creado un negocio de moda invernal.

¿Qué hago si el bot de la web me manda a urgencias por un resfriado?
Agradece el drama. Y ve preparando el discurso para explicar en triaje que solo necesitabas un pañuelo.

¿Es normal soñar con que me atiende un médico hecho de tonos de espera?
Totalmente. Incluso has creado un remix mental con el “*su llamada está siendo transferida*”. Streaméalo en Spotify, igual se vuelve viral.

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Citas osakidetza para dummies: el laberinto burocrático que ni el minotauro resolvería

Cuando el portal de citas no es Tinder, sino Osakidetza

Imagina entrar en un laberinto donde, en vez de un minotauro, te esperan pantallas de carga eternas, mensajes tipo *“su sesión ha expirado”* y un teléfono que suena más que el despertador de un procrastinador. Así es pedir cita en Osakidetza. El sistema online parece diseñado por un gremlin con resaca: si logras encontrar la especialidad correcta entre 45 opciones que suenan a jeroglíficos médicos (¿Oftalmología o Traumatología? ¡Sorpresa! Son primos lejanos), ya mereces una medalla. Eso sí, si la web no se cuelga antes de confirmar la hora, claro.

El teléfono: el unicornio de las comunicaciones

Llamar al número de citas es como intentar contactar con el Yeti: todos hablan de él, pero nadie lo ha visto. Cuando por fin te atienden (tras escuchar 17 veces la canción de *“espera, por favor”* en versión elevator music), la conversación suele ser así:
Tú: “Hola, quería pedir cita para…”
Sistema automático: “Ha dicho *‘para comprar entradas de cine’*. ¿Es correcto?”
Repite esto hasta que tu paciencia se convierta en cenizas o alguien humano aparezca (lo que ocurra primero).

Trucos para no morir en el intento (o al menos fingirlo)

Horario místico: Intenta conectarte a las 8:00 AM en punto. Si el reloj marca 8:00:01, ya has perdido.
Vocabulario de supervivencia: Aprende a distinguir entre *“consulta programada”* (traducción: “te veremos en 2045”) y *“urgencia”* (traducción: “si no sangras, vuelve mañana”).
Fe en el karma: Si logras una cita, guárdala como si fuera el último trozo de chocolate en una dieta. ¡Es más valiosa que un billete de lotería!

¿Te has perdido en el laberinto? Rescatamos tus dudas (y tu cordura)

¿Por qué piden mis datos 18 veces si YA ESTOY REGISTRADO?
Porque el sistema necesita confirmar que no eres un robot… o que, al menos, estás lo suficientemente desesperado como para ser humano.

¿Hay citas a las 3 AM?
Sí, pero solo para fantasmas con dolor de espalda. Los mortales debemos conformarnos con horarios de oficina (y suerte extrema).

¿Qué hago si la web se traga mi cita?
Enciende una vela, reza a San Google y actualiza la página. Si no funciona, repite el ritual añadiendo café. La magia tecnológica funciona con cafeína.

¿Es normal querer gritar después de intentarlo?
Completamente. De hecho, si no sientes el impulso de lanzar el router por la ventana, es que no lo estás haciendo bien. ¡Bienvenido al club!