¿te atreves a descubrir el secreto mejor guardado del fútbol y las hamburguesas? sports bar diagonal: ¡aquí los replay son con queso extra!

Sports bar diagonal

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¿Sports bar diagonal? Más bien «el laberinto de las cervezas caras y las pantallas que no ves»

El deporte favorito aquí es buscar la salida (y tu cartera)

¿Alguna vez entraste a un sitio pensando “esto es un bar” y saliste sintiéndote como un ratón de laboratorio? Sports Bar Diagonal te convierte en protagonista de un reality show donde el premio es encontrar una pantalla que no esté tapada por un poste, un camarero distraído o una columna estratégicamente posicionada para arruinarte el partido. Las mesas están distribuidas con la lógica de un Tetris borracho: si logras sentarte sin derramar la cerveza de 9€ que pagaste como si fuera champán, ya has ganado el primer nivel.

Lista de supervivencia básica:
– Un telescopio para ver la pantalla del fondo (sí, esa que parece un sello postal).
– Un préstamo bancario para pagar dos rondas de cañas.
– Un GPS para localizar al personal que te toma nota (spoiler: siguen en pausa desde 2018).

Cervezas que valen más que tu coche y pantallas que juegan al escondite

La carta de bebidas aquí debería llamarse “la lista de la vergüenza”: 8€ por una caña, 12€ por un cóctel que sabe a zumo de enchufe, y ni una sola opción que no requiera hipotecar a tu primogénito. Mientras intentas no hiperventilar al ver la cuenta, las pantallas HD prometidas en Instagram resultan ser dos televisores de 2006 con más rayas que un partido de tenis en VHS. ¿El audio? Un murmullo de estática que mezcla los goles con el sonido de la nevera.

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¿Dónde me siento? Guía rápida para no morir en el intento

Elegir mesa en este lugar es como elegir asiento en el metro a las 8 AM: todos están ocupados, mal ubicados o peor. Si por milagro encuentras sitio, prepárate para girar el cuello 180 grados como un búho con tortícolis. Recomendación profesional: lleva un espejo retrovisor para seguir el partido por reflejo. Y si ves a alguien llorar en la esquina, no es por el resultado… es por la factura.

¿Te arriesgas a entrar? Esto es lo que nadie te cuenta (pero deberías saber)

— ¿Hay alguna zona donde se vean TODAS las pantallas?
Sí, se llama “el sueño de los dueños” y queda justo al lado del baño que siempre está fuera de servicio.

— ¿Por qué la cerveza cuesta como un riñón en el mercado negro?
Teóricamente, estás pagando la “experiencia inmersiva” de escuchar el microondas del bar mientras intentas adivinar si tu equipo ha marcado.

— ¿Algún truco para no perderme?
Deja migas de pan desde la entrada hasta tu mesa. Y reza para que no las barran antes de que quieras irte (o pedir otra ronda, lo que ocurra primero).

Deportes, cañas y sofás rotos: la tríada «mágica» de cualquier sports bar diagonal que se precie

Cuando los sofás son el marcador de la pasión (y de los codazos)

Imagina un lugar donde los sofás no son muebles, sino trofeos de guerra. Rasgaduras por aquí, cojines desaparecidos por allá… Si el sofá de tu sports bar diagonal favorito parece haber sobrevivido a una pelea de gladiadores, enhorabuena: estás en el sitio correcto. Aquí, cada grieta en el cuero cuenta una historia épica. ¿Fue un gol en el 90+4’? ¿Un penalti fallido que hizo saltar a medio bar? El sofá lo sabe, pero no chismorrea… solo cruje con dignidad. Eso sí, si te sientas y escuchas un “clonc”, no preguntes. Es parte del encanto.

Cañas: el combustible oficial del “¡¿Cómo que fuera de juego?!”

En estos antros de deporte y caos controlado, la cerveza no es una bebida: es un extintor de gargantas. ¿Qué sería de un partido sin alguien ahogando sus penas (o alegrías) en una caña bien tirada? La regla es clara: si el partido va a penaltis, tú vas a tu tercera ronda. Y ojo, aquí no existen las “medidas estándar”. Las cañas son como los récords: están para batirlos. Eso sí, cuidado con confundir el pintxo de tortilla con el móvil del de al lado cuando celebres un gol. Las fronteras entre comida y tecnología son difusas bajo emoción.

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Pantallas, gritos y el arte de no escuchar al comentarista

¿Televisores? Mejor decir “altares tecnológicos”. Enchufados, colgados, hasta en el baño (nunca se sabe cuándo surgirá el gol del siglo). Eso sí, el sonido siempre va por delante: 50% narración, 50% insultos creativos al árbitro. ¿Que si se escucha bien? Qué más da. Aquí los labios se leen mejor que un tuit polémico. Y si en la pantalla 1 hay fútbol, en la 2 rugby y en la 3 motos… mejor. El síndrome de atención dividida es gratis y obligatorio.

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¿Te has quedado con más dudas que un árbitro en el minuto 90?

  • ¿Puedo llevar mi propio sofá? → Solo si aceptas que salga con más heridas que un defensa en tiempo de descuento.
  • ¿Hay menú infantil? → Sí, se llama “papas bravas y aprender a silbar con los dedos a los 8 años”.
  • ¿Los sofás rotos dan suerte? → Según la leyenda, el que se desploma durante los penaltis atrae goles. Ciencia pura.

Y recuerda: si al salir no tienes cerveza en la camiseta, el sofá está intacto y no has discutido con un desconocido, ¿en qué bar has estado realmente?

¡A domicilio y sin pelos! Frescuras en tu puerta: Fruta más fresca que un meme viral 🍓🚚

Fruta a domicilio

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Fruta a domicilio: ¿en serio necesitamos que nos lleven las uvas hasta el sofá?

¿Llegar a la cocina es tu nuevo triatlón? Bienvenido al siglo XXI, donde mover el dedo índice para hacer clic en «comprar» cuenta como ejercicio cardiovascular. Pedir fruta a domicilio no es solo un lujo, es la evolución lógica de una humanidad que ya debate si levantarse por las croquetas del tupper merece la pena. ¿Uvas en el sofá? Claro, ¿acaso no has visto *Black Mirror*? Esto es solo el preludio de que los aguacates empiecen a entregarse con un meme de regalo.

Cuando el repartidor sabe más de tu dieta que tu nutricionista

Imagina: suena el timbre, abres la puerta, y ahí está él. El héroe anónimo que evita que tu tentempié más saludable sea una bolsa de cheetos polvorientos. Fresas a las 3 a.m., plátanos en pijama, sandías que podrían usarse como chaleco salvavidas en emergencias… La fruta a domicilio no juzga. Solo aparece, sonríe, y te deja con la duda existencial de si pelar una naranja cuenta como «actividad física ligera». Eso sí, cuidado con los mangos: pueden llegar tan maduros que te obligarán a comértelos en el ascensor.

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El verdadero «food porn»: uvas sin tener que interactuar con humanos

¿Por qué ir al mercado si puedes elegir entre 20 variedades de manzanas desde tu teléfono? La fruta entregada en casa es el único caso donde «dejar que un extraño escoja tu comida» no suena a trama de película de terror. Además, ¿sabías que las cerezas llegan sin hueso si las miras con suficientes ganas? (Mentira, pero ojalá). Eso sí, si tu pedido incluye un coco, prepárate para explicarle al repartidor que no tienes un machete… ni idea de cómo abrirlo.

«¿Preguntas? Aquí las uvas responden»

  • ¿Y si la fruta llega más verde que mi suegra cuando ve mi cuenta bancaria?

    ¡Reclama! Aunque, honestamente, un kiwi duro puede servir como pelota de squash en caso de apuro.
  • ¿Qué hago si el repartidor me ve en calzoncillos?

    Sonríe, acepta la bandeja de papaya, y recuerda: él ya ha visto cosas peores. *Trust us*.
  • ¿Puedo pedir solo una uva?

    Técnicamente sí, pero prepárate para que te cobren «la uva de la dignidad» más el envío. Spoiler: no sale rentable.

Ah, y por si te lo preguntas: , las piñas a domicilio siguen siendo un rompecabezas con espinas. Algunos misterios la tecnología aún no los resuelve.

Del huerto a tu puerta (y sí, también te pelamos el plátano si nos suplicas)

¿Te imaginas que una zanahoria viaje más que tú este año? Con nosotros, los tomates no se pasean por el supermercado: saltan directo de la tierra a tu casa, frescos, crujientes y sin escuchar las conversaciones incómodas de la sección de lácteos. ¿Qué hacemos? Simple: cosechamos, empaquetamos con mimo (y algún chiste malo) y entregamos sin que la lechuga se entere de que está en un camión. Ah, y lo del plátano… Bueno, si juras que no eres un psicópata que come banana con cáscara, hasta le hacemos un striptease frutal. *Solo por esta vez, eh*.

¿Por qué pagar por aguacates que tienen más capas que un drama de Netflix? Aquí no encontrarás vegetales *vintage* ni berenjenas que parecen salidas de una película de terror. Todo llega con menos kilómetros que tu último viaje en patinete. ¿Qué incluye la caja? Desde pimientos que brillan más que tu futuro hasta manzanas que no necesitan filtro. Y si pides un trato VIP (Very Important Plátano), hasta te mandamos un vídeo de nuestro equipo pelando fruta con guantes de seda. *Eso sí, no preguntes por el salario emocional de las naranjas*.

¿Y si mi perro quiere ser vegetariano?

No juzgamos decisiones alimenticias, aunque sean cuestionables. Si Firulais sueña con ser influencer *veggie*, le añadimos una muestra de kale artesanal (y un premio para que no te mire con resentimiento). Servicio anti-verduras aburridas garantizado: si tu brócoli no baila al llegar, te devolvemos el dinero… o te regalamos un limón con cara dibujada.

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Lo que nadie se atreve a preguntar (pero todos mascullan mientras pelan un kiwi)

  • ¿Hacen envíos a otros planetas? Si tienes un huerto en Marte, hablamos. En la Tierra, llegamos hasta tu portal… y si hace falta, disfrazados de buzón.
  • ¿Aceptan canciones como pago? Solo si incluyes un rap sobre espinacas. Tenemos estándares, ojo.
  • ¿Qué hacen si el repartidor se come el pedido? Lo grabamos para YouTube. *Y te enviamos otro, tranquilo*.
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¿Puedo pedir que le pongan corbata a la piña?

Claro, pero cobramos extra si quieres que también le enseñe a hacer taxes. Somos flexibles como un espárrago recién cocido, aunque con límites: no pintamos bigotes a las cebollas. Eso ya roza lo existencial.

Salud y bienestar ODS: ¿El ‘kit’ secreto para un planeta feliz? ¡Descúbrelo aquí y empieza a brillar! 🌟

Salud y bienestar ods

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De «salud y bienestar ods» a «¿dónde está mi batido detox?»: el viaje más épico (y sudoroso) de tu vida 🌱💦

Del ODS 3 al gimnasio: cuando la agenda 2030 te pide abdominales (y tú solo querías un café)

Imagina esto: los Objetivos de Desarrollo Sostenible te susurran al oído *“¡Cuida tu salud, humano!”* mientras tú buscas desesperado la cuchara para revolver tu batido verde que parece lodo de pantano. De repente, la vida saludable se convierte en una película de acción donde:
– El villano es el sofá con forma de abrazo.
– El héroe eres tú, con mallas que brillan en la oscuridad.
– El premio final: subir escaleras sin sonar como una locomotora vieja.

¿Cómo pasamos de hablar de políticas globales a obsesionarnos con contar pasos en el smartwatch? Fácil: porque los ODS son como ese amigo que te dice *“bebé, mereces más”*… y ahora estás aquí, sudando en una esterilla de yoga preguntándote si la “paz mental” incluye maldecir en sánscrito.

#VidaDetox vs. #VidaReal: la batalla del brócoli contra la pizza de medianoche

El viaje épico tiene más curvas que una clase de Zumba: un día te crees Gwyneth Paltrow con tu jugo de hierbas y al siguiente devoras un paquete de galletas ¡en la misma licuadora! Aquí la verdad incómoda:
Los batidos detox saben a césped recién cortado (y no, el sirope de agave no lo arregla).
El “mindfulness” a veces es solo *“mind-fully-stressed”* cuando se te quema el arroz integral.
Los ODS no mencionan cómo sobrevivir a la tentación de la máquina de vending en la oficina.

Y mientras, tu cuerpo se pregunta si esto es “bienestar” o un reality show donde el agua con limón en ayunas es el castigo por perder.

El sudor es glamuroso (o eso nos dicen los influencers de leggings)

Entre hashtags #HealthyLife y fotos de ensaladas que parecen arte moderno, descubres que el “bienestar” es 10% meditación y 90% no llorar cuando la báscula hace ese ruidito cruel. Los ODS hablan de “comunidades sostenibles”, pero tu mayor logro es hacer que la cajera del supermercado te felicite por comprar quinoa ¡sin pronunciarla “kwinóa”!

¿El verdadero viaje épico? Aceptar que a veces “salud” es dormir ocho horas en vez de correr cinco kilómetros… y que tu batido detox puede esperar mientras te comes un donut (con remordimiento, pero con alegría).

¿Sudaste las lágrimas de la berza? Preguntas que arden más que una clase de spinning 🚴♂️🔥

¿Los ODS vienen con un manual para no morir de hambre comiendo kale?
Ojalá. Pero hasta entonces, recuerda: rociar aceite de oliva sobre cualquier verdura la convierte en “gourmet”. Y si no, siempre queda decir que es “de temporada” (aunque la temporada sea tu desesperación).

¿El batido detox sirve para algo más que subir historias a Instagram?
Depende: ¿contamos como “beneficio” el orgullo de haber gastado 20€ en polvos de color sospechoso? Pro tip: si le pones una pajita bonita, aunque sepa a tierra mojada, sube un 70% el autoengaño.

¿Por qué mi viaje “saludable” se parece más a un episodio de “Jackass”?
Porque la vida es caótica y el universo sabe que verte intentar hacer una plancha con forma de flan es entretenimiento cósmico. Pero hey, si te caes de la esterilla, al menos quemaste calorías… ¡de la risa!

ODS y bienestar: cuando los hashtags se encontraron con la agenda 2030 (y hubo trotecito incluido) 🌍💪

¿Imaginas a un hashtag de #VidaSana tropezando con un ODS de la Agenda 2030 en medio de TikTok? Pues así empezó este lío. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, esos 17 hermanitos que la ONU lanzó como si fueran los Pokémon de la justicia global, se colaron en Instagram con la elegancia de un elefante en una tienda de porcelana. Resultado: ahora ves a influencers hablando de energía limpia mientras hacen flexiones y a empresas que prometen salvar el planeta entre filtros de perrito. ¿Efectividad? A veces sí, a veces no, pero al menos el *trotecito* por el parque con una camiseta de «Salvemos los océanos» ya cuenta como activismo multitasking.

Lo del «trotecito» no es metáfora. En 2023, alguien pensó que mezclar carreras matutinas con recogida de basura era buena idea (spoiler: lo fue). #RunForThePlanet se volvió viral, y de pronto correr con una bolsa de residuos era más *trendy* que el café con leche de avena. Los ODS 3 (salud) y 13 (acción climática) se dieron la mano como en una película de Marvel, pero sin trajes ajustados. Eso sí: si te veían sudando con un envase de plástico en la mano, eras automáticamente héroe anónimo. Moraleja: el bienestar personal y el global ahora comparten playlist en Spotify.

Pero ojo, que no todo es bailoteo y *stories* bonitas. La Agenda 2030 exige más que un hashtag y una foto de atardecer. Aquí el problema: ¿cómo pasar de la coreografía de TikTok a políticas reales? Algunos gobiernos y empresas usan los ODS como si fueran pegatinas en una nevera vacía (sí, bonitos, pero ¿y el contenido?). Aunque, justo sea dicho, hasta el postureo tiene su lado bueno: si tu jefe descubre que reducir emisiones le da likes, igual se anima a reciclar la taza de café que usa desde 2015.

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¿Te pica la curiosidad? Resolvemos dudas como si fuéramos Siri (pero con chistes malos)

¿Los ODS son solo para hippies con plantas en la cabeza?
¡Ni de coña! Desde Elon Musk hasta tu panadero: todos pueden morder la manzana de la sostenibilidad. Eso sí, si tienes una planta en la oficina, sube puntos.

  • ¿Puedo usar hashtags sin que me llamen *wannabe*?
  • Claro, pero si pones #ODS13 en tu perfil y luego viajas en jet privado… mejor quédate en silencio.

  • ¿El «trotecito ecológico» quema más calorías que el gym?
  • Depende: si esquivas a un turista despistado mientras recoges colillas, sí. Cuenta como cardio extremo.

¿Y si odio correr?
No pasa nada. Baila flamenco con una bolsa de compost, patina con un imán para limpiar metales del suelo… ¡o quédate en el sofá! Pero al menos comparte memes con conciencia. La pereza también puede ser sostenible (o eso nos decimos).

Descubre cueva miñambres: ¿la maravilla subterránea que hace reír hasta a las rocas?

Cueva miñambres

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¿Cueva miñambres? ¡Más bien cueva de los disparates! (Y no, no es un chiste)

Cuando la geografía se pone creativa (o borracha)

¿Te imaginas llegar a un pueblo preguntando por la Cueva Miñambres y que todo el mundo suelte una carcajada? Pues así de épico es el lío. Resulta que el nombre real es Cueva de los Disparates, pero como a alguien se le zafó un tornillo fonético, ahora tenemos este festival de confusiones. ¿Miñambres? Suena a lo que diría tu tío en Navidad después del tercer brandy. Eso sí, el lugar existe: estalactitas, estalagmitas y un cartel que claramente necesita gafas.

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¿Disparates o travesuras históricas?

La cueva no se llama así porque sí. Cuenta la leyenda que, en el siglo XIX, un grupo de exploradores entró buscando tesoros y salió contando historias tan absurdas que los vecinos pensaron que habían bebido agua de charco. ¿Qué vieron? Desde sombras que bailaban flamenco hasta formaciones rocosas con forma de político corrupto. Lo único seguro es que el nombre pegó más que un meme de gatitos. Eso sí, si visitas el lugar, olvídate de Miñambres: aquí los únicos “miniembros” son las raíces de los árboles colándose por las grietas.

Guía práctica para no meter la pata (como nosotros)

No digas “Miñambres” a menos que quieras que te señalen como el nuevo chiste local.
Lleva un diccionario… o al menos apunta el nombre en la mano.
Si te pierdes, sigue el sonido de las risas: seguro que hay otro despistado repitiendo lo de “¿dónde está lo de los miagüitos?”.

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¿Ya te picó la curiosidad? Resolvemos tus dudas (con una pizca de sarcasmo)

¿Esto es en serio o me están troleando?
Totalmente real. La cueva está en España, tiene nombre de chiste malo y hasta tiene visitas guiadas. Eso sí, si preguntas por Miñambres, te mandarán a la cueva… de los turistas ingenuos.

¿Hay wifi en la Cueva de los Disparates?
Sí, pero la conexión es tan irregular como las explicaciones de los que le dicen “Miñambres”. Mejor disfruta de las formaciones rocosas y guarda el móvil para fotos de rocas que parecen emojis.

¿Puedo celebrar mi cumpleaños ahí?
Claro, si tu idea de fiesta incluye eco, humedad y que te corrijan el nombre cada dos minutos. Eso sí, el pastel con forma de estalactita sería *brutal*.

¿Y si me gusta el nombre “Miñambres”? ¿Puedo usarlo?
Sí, pero prepárate para que en el pueblo te reciban con una ovación… y una factura por daños colaterales a su dignidad histórica. 😉

Cueva miñambres: el lugar que solo un espeleólogo con mala suerte amaría

Un laberinto subterráneo donde hasta las estalactitas ríen de tu desgracia

Imagina un sitio donde el suelo parece decidido a que te fractures el tobillo, el techo juega a «golpea la cabeza del visitante» y el aire huele a calcetín mojado de la Edad Media. Bienvenido a Cueva Miñambres, el paraíso de los masoquistas con casco. Aquí, las formaciones rocosas no son «maravillas geológicas», sino trampas diseñadas por un genio maligno: estalagmitas que parecen dientes listos para morderte, grietas que te absorben como un espagueti y charcos que, juran los locales, contienen el alma de algún turista despistado de 1923. Si alguna vez pensaste «quiero sentirme como el personaje secundario de una película de terror», esto es tu Disneylandia.

Atracciones estrella: lo que no verás en los folletos (por una buena razón)

La Galería del «¿Y ahora cómo salgo?»: Un pasadizo tan estrecho que hasta las lombrices piden refuerzos. Ideal para claustrofóbicos que buscan superar sus miedos… o adquirir nuevos.
El Salón de los Murciélagos Borrachos: Aquí los quirópteros vuelan en patrones que desafían la lógica, como si hubieran bebido el jugo fermentado de las raíces del bosque. Trae paraguas… y un cambio de ropa.
El Pozo de los Susurros (que en realidad son maldiciones): Una sima de 20 metros donde, según la leyenda, si gritas «¡me arrepiento!», el eco te responde «demasiado tarde, colega».

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¿Por qué solo un espeleólogo con mala suerte amaría este lugar?

Porque en Cueva Miñambres, hasta la geología conspira contra ti. Las cuerdas se enredan solas, las linternas parpadean como si estuvieran poseídas y, si por casualidad logras tomar una foto decente, saldrá movida porque una estalactita eligió ese momento preciso para desprenderse y darte un «regalo de bienvenida». Es el único sitio donde un mapa topográfico se convierte en literatura de terror y cada expedición termina con historias que empiezan con «no vas a creer lo que me pasó…».

¿Te atreves a preguntar? Lo que todos quieren saber sobre Cueva Miñambres (pero temen descubrir)

  • ¿Por qué dicen que trae mala suerte?

    Porque el 90% de los visitantes pierden algo: el equilibrio, la dignidad o la esperanza de salir antes del anochecer. El 10% restante ni entró.
  • ¿Hay fantasmas?

    No, pero los guías cuentan historias de un espeleólogo ficticio llamado «Pepe el Resbaladizo» para asustar a los novatos. Spoiler: Pepe eres tú después de pisar una roca cubierta de algas.
  • ¿Es apta para niños?

    Si tu hijo sueña con ser contorsionista o le fascina el barro hasta en las pestañas, sí. Si no, mejor llévalo a un museo… de los aburridos.
  • ¿Qué debo llevar?

    Un casco, rodilleras, un contrato firmado por tu seguro de vida y un pastelito de consuelo para cuando te des cuenta de que «aventura» aquí significa «sobrevivir a un reality show subterráneo».

Periódico Extremadura: ¿Listo Para Ser El Detective Más Chulo De La Región? ¡Descubrir Sus Secretos Jamás Fue Tan Divertido (Y Elegante)!

Periodico extremadura

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Periódico extremadura: ¿el único que entiende a las cigüeñas (y a tu abuela)?

Si el Periódico Extremadura tuviera superpoderes, sin duda serían dos: traducir el idioma de las cigüeñas y descifrar los refranes de tu abuela. Este medio no solo cubre la actualidad de la región, sino que parece llevar un chip integrado para conectar con lo más castizo. ¿Cómo lo hace? Fácil: mientras otros periódicos se pierden en tecnicismos, aquí hasta el pronóstico del tiempo incluye consejos para cuidar los nidos en los campanarios. Si una cigüeña desaparece de Malpartida de Cáceres, la noticia llega antes que el otoño. ¡Y ni hablemos de las esquelas! Tu abuela las analiza como si fueran el último capítulo de su telenovela favorita.

¿Sabías que las páginas de suplementos locales tienen más poder que un café cargado a las 6 de la mañana? Entre recetas de migas extremeñas y anuncios de ferias patronales, este periódico logra lo imposible: hacer que las historias de pueblo suenen épicas. Que si una vecina de Plasencia ha batido el récord de tejer calcetines, que si un grupo de jubilados ha montado un club de petanca clandestino… Aquí no hay «noticias menores», solo titulares que tu abuela recortaría para pegarlos en la nevera. Eso sí, si ven una cigüeña con cara de pocos amigos, avisan antes que el servicio meteorológico.

¿Qué pasa cuando el papel se alía con la fauna y la tercera edad?

Simple: nace una conexión que ni el 5G. El Periódico Extremadura maneja un equilibrio tan delicado como el vuelo de una cigüeña cargando un bebé (tranquilos, es metafórico… creemos). Mientras otros medios se ahogan en algoritmos, aquí saben que una buena foto de un tractor en mitad de la sección de política genera más empatía que mil discursos. ¿El secreto? Tratar a las cigüeñas como corresponsales ambientales y a las abuelas como editoras jefe honoríficas. Si tu abuela dice «esto ya lo decía yo», el periódico lo publica en versión premium.

¿Preguntas que ni las cigüeñas se atreven a hacer?

  • ¿Realmente entrevistan a las cigüeñas? → Más que entrevistas, son miradas cómplices durante la siesta. Si una abandona el nido, aquí te explican si fue por amor o por una turbulencia en los precios del trigo.
  • ¿Mi abuela es suscriptora VIP? → No necesita suscripción. Con dejar el ejemplar en el mantel de crochet, ella ya domina el arte de la lectura en bucle (incluidas las faltas de ortografía de los anuncios clasificados).
  • ¿Cómo sobrevive un periódico en la era de los memes? → Fácil: publicando fotos de gatitos… pero gatitos que son dueños de bodegas en Almendralejo. Y si el meme lo hace una abuela, le ponen marco.

Ahora en serio (bueno, casi): el Periódico Extremadura es como ese primo que sabe de todo, desde podar olivos hasta ponerle wifi a la abuela. ¿Que por qué triunfa? Porque aquí una noticia sobre una perdiz en la autovía A-5 tiene más detalles que un documental de La 2. Y si tu abuela escribe una carta al director, la tratan como si fuera una Nobel de Literatura… pero con mejor ortografía.

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¿Y si las cigüeñas leen más que nosotros?

  • ¿Ellas también comentan las noticias? → Con picotazos en el margen del periódico. Si ven un error, lo tachan. Sin filtros.
  • ¿Hay edición especial para nidos? → No, pero los ejemplares viejos acaban forrando paredes… y manteniendo el calor de huevos con más estilo que un Ikea.

Periódico extremadura: más viejo que el jamón de Montánchez y igual de sabroso

Un periódico que tiene más solera que la abuela contando batallitas

Si el Periódico Extremadura fuera un alimento, sería un jamón de Montánchez: curado a fuego lento, con aromas a tradición y un sabor que te deja con la boca abierta (y no solo por las noticias). Fundado en 1923, este medio lleva más años informando que los chismes del pueblo en verano. ¿Que si ha visto cosas? ¡Vamos! Ha sobrevivido a dictaduras, modas pasajeras y hasta al intento de ponerle *emoji* en los titulares. Y aquí sigue, repartiendo crónicas como si fueran tapas en una terraza: frescas, directas y con un puntito de sal.

¿Por qué triunfa más que un chiste de Chiquito de la Calzada?
Porque sabe mezclar lo clásico con lo moderno mejor que un DJ con pandereta. En sus páginas conviven reportajes sobre la vendimia en Almendralejo con memes de la Feria de Mérida. Tienen secciones que huelen a tinta vieja y otras que piden *like* a gritos. Eso sí, sin perder el acento extremeño. Aquí no verás *fake news*, pero sí noticias con más miga que un bocadillo de pringá.

Curiosidades que te dejarán más tieso que un palo de selfi

  • Archivos históricos: Tienen más fotos en blanco y negro que el álbum de bodas de tus abuelos. Ideal para ver cómo se las gastaban los bisabuelos con traje y boina.
  • El humor: Sus viñetas políticas pican más que el pimentón de la Vera. Cuidado, que alguna ha dejado sin postre a más de un político.
  • La sección de deportes: Donde el Mérida UD es tratado como si fuera el Real Madrid. ¡Aunque lleve más subidas y bajadas que un burro por la sierra!
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¿Tienes más dudas que un turista buscando la dehesa?

¿De verdad es tan antiguo?
¡Más que los chistes de Eugenio! Nació cuando el wifi era una paloma mensajera y las *fake news* se llamaban «cuentos de camino».

¿Y por qué lo comparan con el jamón?
Porque ambos mejoran con el tiempo, son adictivos y tienen un punto salado que te engancha. Además, ¿has visto algo más extremeño que un periódico y un jamón?

¿Siguen usando papel o ya son *influencers*?
Tienen de todo: papel para los románticos, web para los *millennials* y hasta tweets que dan más guerra que una cabra en un cortijo. Eso sí, sin traducir el «¡jolín!» a lenguaje emoji.

¿Y si no soy de Extremadura?
Da igual. Con leerlo, en dos días estarás hablando con dejes, pidiendo *tajá* en el bar y diciendo «¡qué calorina!» en pleno agosto. Eso o te multamos con una ronda de vino de pitarra.