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Foto extraida del video de Youtube
Como cocinar habas frescas con piel: ¡sin morir en el intento!
Cómo cocinar habas frescas con piel: ¡sin morir en el intento!
Cocinar habas frescas con piel puede parecer una misión imposible, pero tranquilo, no necesitas un título en ingeniería culinaria para lograrlo. Lo primero es lavarlas bien, porque nadie quiere un bocado de tierra en su plato. Luego, córtales las puntas y, si quieres ser un poco más fino, hazles un corte en el costado para que se cocinen mejor. Eso sí, no te emociones con el cuchillo, no estamos haciendo cirugía plástica.
Ahora, al agua. Hierve las habas con un poco de sal durante unos 10-15 minutos, dependiendo de lo tiernas que las quieras. Si te pasas de tiempo, acabarás con algo que parece más goma que verdura. Escúrrelas y, si te apetece, pásalas por agua fría para que no se sigan cocinando. Aquí viene el truco estrella: si las pieles están muy duras, puedes pelarlas después de cocerlas. Sí, es un poco rollo, pero el sabor lo vale.
Para darles un toque extra, puedes saltearlas con un poco de ajo y jamón, o simplemente aliñarlas con aceite de oliva y sal. Las habas son como un lienzo en blanco, así que échale imaginación. Y si algo sale mal, no te preocupes, siempre puedes decir que era una «experimentación culinaria».
¿Tienes dudas? Aquí te las resolvemos
¿Es obligatorio pelar las habas?
No, pero si las pieles están muy duras, es mejor quitarlas después de cocerlas. Tu estómago te lo agradecerá.
¿Se pueden congelar las habas frescas?
Sí, pero es mejor escaldarlas antes de meterlas al congelador. Así no se convierten en piedras.
¿Qué hago si las habas me quedan duras?
Dales un poco más de cocción, pero sin pasarte. Si ya es demasiado tarde, úsalas para decorar el jardín.
Habas frescas con piel: el secreto para impresionar en la cocina
¿Crees que las habas son aburridas? ¡Pues prepárate para cambiar de opinión! Las habas frescas con piel son como ese amigo que siempre tiene una historia interesante que contar: versátiles, llenas de sabor y con un toque de elegancia que hará que tus platos brillen como nunca. Olvídate de las habas secas o enlatadas, porque estas pequeñas joyas verdes son la estrella que tu cocina estaba esperando.
¿Qué las hace tan especial? Su piel, esa fina capa que muchos descartan sin pensarlo dos veces, esconde un sabor fresco y textura crujiente que combina a la perfección con guisos, ensaladas o incluso como aperitivo. Además, son una fuente de nutrientes que te harán sentir como un superhéroe de la alimentación. ¿Quieres impresionar a tus invitados? Sírvelas ligeramente salteadas con un chorrito de aceite de oliva y ajo. ¡Boom! Sabor y sencillez en un solo bocado.
Y aquí va un tip: no te compliques la vida pelándolas. La piel no solo es comestible, sino que aporta un toque rústico y auténtico a tus platos. Eso sí, asegúrate de que estén bien frescas, porque si no, podrías acabar con un sabor más amargo que el de tu ex. En resumen, las habas frescas con piel son el truco infalible para convertirte en el chef de la familia sin sudar la camiseta.
¿Tienes dudas? Aquí te las resolvemos
¿Se pueden comer las habas con piel crudas? Sí, pero mejor cocinarlas un poco para que queden más tiernas y sabrosas.
¿Cómo sé si las habas están frescas? Fíjate en que estén firmes, de color verde brillante y sin manchas.
¿Qué platos quedan bien con habas frescas? Desde risottos hasta ensaladas, pasando por purés o como acompañamiento de carnes y pescados. ¡Las opciones son infinitas!