Premio Eurovision: cuando el glitter y los acordes te hacen ganar más que un trofeo

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Foto extraida del video de Youtube

El premio Eurovisión: ¿Ganar o perder, qué es peor?

Ganar Eurovisión parece el sueño de cualquier artista, ¿no? Te llevas el trofeo, la gloria y el derecho a presumir en todas las redes sociales. Pero, ¡ojo! Ganar también significa que el año siguiente tienes que organizar el festival en tu país. Y eso, queridos amigos, es como ganar un elefante en una tómbola: emocionante al principio, pero luego te das cuenta de que tienes que alimentarlo y limpiar sus cacas. España en 2023 lo sabe bien: organizar Eurovisión no es un paseo por el Retiro, es más bien un maratón con tacones.

Perder, por otro lado, tiene su lado oscuro, pero también sus ventajas. Si no ganas, te libras de la presión de organizar el evento y puedes volver a casa con la cabeza alta, diciendo que al menos lo intentaste. Además, perder en Eurovisión no es tan malo como perder en el fútbol: nadie te va a quemar la camiseta en la plaza del pueblo. Eso sí, prepárate para los memes. Los memes en Eurovisión son como los abrazos de tu tía: inevitables y a veces incómodos.

¿Qué es peor entonces? Depende de cómo lo mires. Ganar te da fama, pero también dolores de cabeza. Perder te salva de la logística, pero te expone al humor de internet. Al final, lo importante es disfrutar del espectáculo, porque Eurovisión no es solo un concurso, es un circo donde todos somos payasos. Y qué bonito es ser payaso, ¿no?

¿Ganar o perder? Preguntas que te haces mientras comes palomitas

  • ¿Ganar Eurovisión es tan genial como parece? Sí, pero prepárate para el estrés de organizar el festival. Es como ser el anfitrión de una boda: todo el mundo te felicita, pero tú solo quieres dormir.
  • Perder en Eurovisión es un fracaso? Para nada. Es como no ganar la lotería: sigues teniendo tu vida normal, pero con más anécdotas para contar.
  • Y si no gano ni pierdo, qué pasa? Eso se llama quedar en el medio, y es como ser el hijo del medio: nadie te presta mucha atención, pero tampoco te exigen demasiado.

Premio Eurovisión: La gloria efímera y el afterparty eterno

El Premio Eurovisión es como ese amigo que te invita a una fiesta épica, pero al día siguiente solo te queda la resaca y un trofeo brillante que no sabes dónde poner. Ganar es un subidón de adrenalina: luces, cámaras, confeti y esa canción que repites hasta que tus vecinos te denuncian. Pero, ¿qué pasa después? Pues que la gloria dura lo que un chicle en la boca. A los dos días, ya estás compitiendo con memes de gatos en Twitter y tu hit se convierte en la banda sonora de los anuncios de yogures.

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Ahora, hablemos del afterparty, el verdadero premio. Aquí es donde la magia sucede. Imagínate: artistas de todos los rincones de Europa bailando como si no hubiera mañana, fotos borrosas que jamás verán la luz del día y conversaciones en un inglés tan roto que hasta Shakespeare se revolvería en su tumba. Es el lugar donde las rivalidades se desvanecen y todos terminan cantando Waterloo de ABBA en un karaoke improvisado. Eso sí, al día siguiente, todos juran que nunca más vuelven a mezclar champán con vodka.

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Lo mejor de todo es que, mientras el trofeo acumula polvo en una estantería, las historias del afterparty se convierten en leyendas. ¿Quién ganó el concurso? Da igual. Lo que importa es quién se llevó el micrófono a las 3 de la mañana para cantar Euphoria en clave de karaoke desastroso. Y ahí está la verdadera victoria: en las risas, los bailes y los recuerdos que nadie podrá borrar, aunque lo intente con un borrador mágico.

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¿Y eso del afterparty? ¡Respuestas que no sabías que necesitabas!

  • ¿Qué pasa si no te invitan al afterparty? Tranquilo, siempre puedes colarte. Nadie se da cuenta entre tanto brillo y confusión.
  • ¿Hay comida en el afterparty? Sí, pero olvídate de los canapés gourmet. Aquí triunfan las patatas fritas y los mini sándwiches que nadie sabe de dónde salieron.
  • ¿Cuál es el dress code? Cualquier cosa que brille y no te haga pasar vergüenza al día siguiente. O sí, total, es parte del encanto.