¿Sabes dónde se esconde el mejor vermú? Bar Bodega Chiqui: El pequeño gran tesoro con sabor a magia (¡y tapas de infarto!)

Foto extraida del video de Youtube


Bar bodega chiqui: ¿tan pequeño que se pierde la tapa o tan grande el escándalo?

¿Te imaginas un bar donde el espacio es tan reducido que hasta las aceitunas se sienten claustrofóbicas? El Bar Bodega Chiqui no es un local, es un *experimento social* para ver cuántos seres humanos caben en 10 metros cuadrados sin que la Guardia Civil aparezca. Las tapas, dicen, son legendarias, pero encontrarlas es como jugar al escondite con un jamón ibérico: si te despistas, la tortilla de patatas se fusiona con el brazo del de al lado. Eso sí, el ambiente es tan eléctrico que hasta el vinagre de la ensaladilla rusa baila sevillanas. ¿Escándalo? Más bien caos organizado con sabor a boquerón en vinagre.

Lo de “grande el escándalo” no es por el tamaño, ¡es por el ruido! Entre el camarero gritando “¡CALAMAAAAR!”, las abuelas discutiendo si el salmorejo lleva o no huevo, y el tipo que intenta pagar con una moneda de 5 céntimos del año de la polca, el estruendo es tal que hasta las patatas bravas se tapan los oídos. Eso sin contar los cotilleos de barrio que viajan más rápido que el WiFi. Si te enteras de que a Paco le dejó su novia antes de que él mismo lo sepa, es normal. Aquí el único silencio que existe es el de la gente masticando pan con alioli, pero solo porque están ocupadas planeando el próximo drama.

¿Cómo sobrevivir al Chiqui? Regla 1: no lleves abrigo. Giras 45 grados y ya estás cocinando al vapor con la sudoración del grupo de detrás. Regla 2: si pides una caña, acéptala tibia. La nevera está tan saturada que hasta las botellas de Coca-Cola necesitan terapia. Regla 3: nunca preguntes “¿qué es esto?” en la tapa misteriosa. La respuesta siempre será “algo frito, ¿te quejas?”. Eso sí, saldrás con historias para escribir un culebrón, una mancha de romesco en la camiseta y la duda existencial de si entraste en un bar o en un reality show de supervivencia gastronómica.

Lo que preguntan tus colegas (y tus tripas) antes de ir

¿Es verdad que el bar es más pequeño que un tupper de un solo uso?
¡Confirmado! Si tienes una envergadura superior a la de un flamenco en zancos, mejor pide la bebida para llevar.

¿Cuánto tiempo se tarda en llegar al baño?
Aproximadamente dos tacos de jamón, un “perdón” disléxico y un roce involuntario que te hará cuestionar tu vida social.

¿Aceptan reservas?
Sí, pero solo si reservas jurar que no llorarás cuando la puerta golpee tu cadera por décima vez.

¿Es apto para claustrofóbicos?
Si crees que el metro a las 8 am es relajante, esto será tu spa. Si no, mejor ve acompañado de un Xanax y una campana de cristal.

¿Y si quiero ir en silla de ruedas?
El Chiqui es inclusivo: te aplastarán igual que al resto. Eso sí, con sonrisas y una tapa de lomo al whisky gratis.

Bar bodega chiqui: donde el «sin reservas» es literal (y el wifi también)

El único lugar donde tu plan de «improvisar» no terminará en un «ya están llenos, lo siento»

¿Cansado de bares que piden reserva hasta para tomar un agua del grifo? En el Bar Bodega Chiqui la política es clara: si tienes pulso, entras. No hay que mandar correos tipo «Hola, me gustaría existir en su establecimiento el jueves a las 20:00». Aquí las mesas se conquistan al estilo medieval: llegas, ves un hueco y plantas bandera (o la chaqueta, si eres de los que viajan con medio armario). Eso sí, el wifi es tan libre como el acceso. La contraseña está escrita en un post-it pegado al espejo del baño, entre dibujos de clientes que intentaron calcular la propina después de tres vermús.

Wifi: rápido para descargar memes, lento para pedir un taxi a las 3 a.m.

La conexión aquí es como el buen vino: impredecible pero con carácter. ¿Quieres subir una story? Perfecto, carga en 4K mientras te comes una brava. ¿Intentas enviar un email de trabajo? Ja. El router tiene más años que la receta de la tortilla de patatas de la abuela y se desconecta justo cuando escribes «saludos cordiales». Eso sí, la red se llama «ChiquiTeDaWifiPeroNoMilagros» y la contraseña es «NoEsPorSerBordePeroCompraAlgo». Prioridades claras.

Lista de cosas que NO pasarán en Chiqui

  • «Disculpe, ¿puedo moverme a esa mesa vacía aunque no haya terminado mi caña?» → Aquí se respeta la ley de la selva: primera llegada, mejor mesa.
  • «¿Podría apagar la música? Quiero oír el sonido de mi existencialismo» → La playlist es un mix de éxitos de los 80 y el traqueteo de la nevera.
  • «Necesito 15 minutos para decidir si quiero cerveza o vino» → El tiempo máximo de duda permitido es lo que tarde el hielo en derretirse en tu cubata.
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¿Y si vengo con suegros/mascota/ex? Preguntas que nos lanzan más que las aceitunas

¿A qué hora hay que llegar para pillar sitio?
Técnicamente, antes de que se acabe el papel higiénico en el baño. Horario recomendado: cuando el sol aún está alto y tu dignidad también.

¿El wifi aguanta videollamadas?
Sí, si no te importa que tu reunión de Zoom quede grabada entre los gritos de «¡DOS TAPAS DE CHIPIRONES, JOSEMA!». Efecto secundario: tu jefe pensará que trabajas desde un submarino.

¿Aceptan reservas para el wifi?
Solo si traes un paquete de galletas saladas de la abuela. Lo demás, improvisación pura. ¿Que se cae la conexión? Considera que es el universo diciéndote: «baja el móvil y pide otra ronda».