Foto extraida del video de Youtube
Ele enara boutique hotel: ¿elegancia o elefante en una cacharrería?
Imagina esto: un elefante rosado con sombrero de copa entra en una tienda de porcelana fina. ¿Desastre o *performance* artística? El Ele enara boutique hotel juega a eso mismo. Sus paredes tienen más estampados que el armario de una drag queen en Carnaval, pero aquí no hay cristales rotos, solo *glamur* con dosis de locura controlada. ¿Elegancia? Sí, pero del tipo que te hace soltar un «¿qué coj…?» al ver un cuadro de un flamenco vestido de mariachi. Las lámparas son como nidos de pájaros extraterrestres, y los cojines… bueno, los cojines parecen haber sido diseñados por un unicornio con resaca. ¿Cacharrería? Solo si tu abuela colecciona *bling-bling* y le pone diamantina al café.
¿Dónde queda lo del elefante? Te lo explicamos (más o menos)
- El lobby: una mezcla entre el salón de Versalles y el set de rodaje de «Alice in Wonderland 2.0». Hay un sofá con forma de labios que grita «¡siéntate aquí si te atreves!».
- Las habitaciones: cada una tiene un nombre más raro que el anterior. «Suite Dalí», «Habitación Frida Kahlo con toque TikTok»… y sí, hay un jacuzzi con forma de trompa de elefante. Clase *instagrameable* garantizada.
- El restaurante: sirven platos con nombres como «Risotto existencialista» y «Helado de té matcha con crisis de los 30». La vajilla es tan excéntrica que podrías confundir la sopera con una escultura posmoderna.
¿Y el servicio? Los recepcionistas saludan con una reverencia que parece sacada de una película de samuráis, pero si les preguntas dónde está el baño, te responden con un poema haiku. Aquí hasta el silencio tiene *soundtrack* de jazz fusión con sonidos de la selva. ¿Elefante en cacharrería? Más bien elefante en una fiesta de diseño donde todo está permitido… menos aburrirse. Eso sí, si buscas minimalismo escandinavo, mejor ve a Ikea y monta tu propio hotel.
¿Te estás haciendo estas preguntas? Nosotros también
¿El elefante es real?
No, pero hay un mural tamaño XXL de uno con gafas de sol. Lo más cercano a la fauna es el cliente que pide un mojito a las 11 a.m.
¿Puedo llevar a mi suegra?
Solo si le gusta que la atiendan con protocolo real mientras le explican que el cuadro abstracto del pasillo es, en realidad, un retrato de su gato.
¿Y si rompo algo?
Tranquilo, todo está pegado con resina epoxy y fe ciega en la humanidad. Eso sí, si te llevas un cojín, el elefante (el de la pared) te perseguirá en sueños.
Ele enara boutique hotel: ¿boutique o «boutique» entre comillas?
¿Un hotel boutique o un «ah, sí, ponle boutique que queda fino»? El Ele enara juega en la liga de los lugares que te hacen dudar si su categoría es auténtica o un truco de marketing disfrazado de alfombra vintage. ¿De verdad tiene ese aire íntimo y exclusivo, o es como ese amigo que se compra una bicicleta fixie para ir a tomar café de speciality pero luego pide un cortado con tres azúcares? Aquí analizamos si el Ele enara es la Madonna de los hoteles (reinventándose sin complejos) o un lobo con piel de oveja… pero con cojines de lino.
Señales de que es boutique de verdad (o no)
- ¿Tiene más personal que huéspedes? Si al entrar te saludan por tu nombre sin conocerte de nada, puede que sea boutique. Si en recepción hay un cartel de «se alquila habitación», mejor pon comillas.
- ¿La decoración parece el loft de un diseñador sueco? Muebles de madera reciclada, lámparas que parecen esculturas y jabones con nombres como «esencia de atardecer boreal»: puntos a favor. Si hay un cuadro de esos que vienen con el marco incluido en el Ikea, mal asunto.
- ¿El desayuno incluye kombucha casera? Aquí no valen las tostadas con tomate de toda la vida. Si no te ofrecen un smoothie con spirulina y semillas de chía, alguien está haciendo trampa con el adjetivo «boutique».
La gran pregunta es: ¿el Ele enara usa la palabra boutique como un sello de identidad o como un emoji de guiño en su biografía de Instagram? Si sus críticas mencionan cosas como «detalles personalizados» o «experiencia única», quizá se lo merece. Si en vez de recepción 24h tienen un timbre que suena en la casa del dueño, igual estamos ante un «boutique» de los que llevan calcetines con chanclas.
¿Boutique o puro cuento? Las preguntas que te haces (y nosotros respondemos)
¿Un hotel boutique puede tener ascensor?
Depende: si el ascensor es tan pequeño que solo caben dos personas y un chihuahua, sí. Si parece el de un centro comercial, mejor quítale la «b» de boutique.
¿Y si ponen música de Enya en el lobby?
Eso suma puntos automáticamente. Pero ojo: si en la habitación encuentras un minibar con patatillas de Mercadona, el efecto boutique se esfuma como un selfie sin filtro.
¿Ofrecen yoga al amanecer o es solo un cartel bonito?
Si el profesor de yoga resulta ser el mismo que friega los platos, estamos en territorio «boutique» low cost. Si te dan una esterilla de bambú y un té matcha servido en cuenco de cerámica artesanal, enhorabuena: has encontrado la boutique auténtica.
¿Las toallas tienen forma de cisne?
Si al salir de la ducha te encuentras un animal de toalla que parece salido de un tutorial de YouTube de 2012, alguien está intentando demasiado fuerte. En un boutique de verdad, las toallas son tan esponjosas que podrías usarlas de nube decorativa.