Foto extraida del video de Youtube
Tipos de sal: más allá del salero de tu abuela (spoiler: no todos sirven para sazonar la sopa)
¿Crees que la sal es solo ese polvo blanco que tu abuela esparce como si estuviera exorcizando la sopa? Ja. La cosa va más allá. Existen sales que ni en sueños querrías meter en un salero vintage, porque algunas sirven para decorar, otras para hacerse el interesante en Instagram y unas cuantas para… bueno, para que te sientas un chef de esos que llevan delantal de diseño.
La lista de sales que te harán quedar como un pro (o como un esnob, tú decides)
– Sal marina: La clásica, la que se hace selfies con las olas. Perfecta para espolvorear sobre pescados o para decirle al mundo que sabes diferenciarla de la sal de mesa (spoiler: son primas hermanas).
– Sal rosa del Himalaya: La influencer de las sales. Rosada, fotogénica y con más minerales que un suplemento de farmacia. Ideal para decorar ensaladas o para justificar su precio en una cena romántica.
– Sal negra de Hawái: Lava volcánica + carbón activado = el emo del mundo salino. Úsala en carnes a la parrilla si quieres que tu plato pareza salido de un ritual vudú gourmet.
Las sales que no van en la sopa (pero sí en tu vida)
¿Sales que brillan en la oscuridad? No (aunque ojalá). Pero sí tienes la sal ahumada, que sabe a barbacoa sin necesidad de prender fuego a la cocina, y la sal escamosa, crujiente y con la textura de escamas de dragón, que se derrite en la boca como un helado… pero salado. Eso sí: si alguien te ve usando la sal gris de Guérande para freír patatas, prepárate para el juicio popular. Es como ponerse tacones de Louboutin para ir al gimnasio.
¿Preguntas que nadie hace pero todos deberíamos? ¡Sal de dudas!
¿Puedo usar sal rosa para todo?
Técnicamente sí, pero si la usas para cocer spaghetti, tu billetera llorará. Reserva esas vibras *instagrameables* para momentos que justifiquen el hashtag #ComidaGourmet.
¿La sal negra mancha los dientes?
Solo si la masticas como si fueras un vampiro en dieta baja en sangre. Para lo demás, relájate: el carbón activado está de moda hasta en los colutorios.
¿Existe la sal que no sala?
¡Sí! La sal del Himalaya en bloque se usa para servir sushi o como pisapapeles *fancy*. También está la sal de baño, que promete relajarte… aunque lo único que relaja es saber que no estás usando la del mar Muerto para hacer tortilla.
¿Sal rosa del Himalaya o sal de la que chorrea el bocadillo? descifrando mitos de los tipos de sal
La sal rosa: ¿mineral ancestral o influencer de Instagram?
La sal del Himalaya tiene el marketing mejor pagado de la historia geológica. Nos la venden como el Tesla de los condimentos: “¡Pura de hace 250 millones de años! ¡Contiene 84 minerales! ¡Te alarga la vida!”. Spoiler: es prácticamente cloruro de sodio con un 2% de elementos varios (que ni notarás) y un 98% de postureo. Eso sí, queda *fabulosa* en fotos de ensaladas. Mientras, la sal de mesa –esa que se pega a las papas fritas– es la versión *proletaria*. La refinan, le añaden yodo (para que no acabes con bocio de película del siglo XIX) y listo. ¿Nutricionalmente diferentes? Como comparar un Ferrari y un Seat: ambos te llevan al supermercado.
La batalla del sodio: ¿quién gana en la cocina?
Si crees que la sal rosa hará tu gazpacho digno de un Michelin, tengo malas noticias: todas las sales saben a sal. La diferencia está en el tamaño del grano y la textura. La fina se disuelve rápido (ideal para bizcochos), la gruesa cruje en los bordes del margarita (y en tu presión arterial). ¿La del Himalaya? Es como usar zapatos de diseñador para ir a por el pan: caros, bonitos y funcionalmente iguales. Eso sí, si quieres que tu salero parezca un *set* de meditación, cómprala. Tu bolsillo sudará lágrimas rosas.
Mitología salada: desmontando leyendas granulo por granulo
La sal marina no es lágrimas de sirena deshidratadas. Se obtiene evaporando agua de mar, como cuando dejas la toalla mojada en la hamaca y tu madre te grita. La sal kosher –favorita de chefs– se llama así porque ayuda a quitar la sangre de la carne (kosher = apta para judíos), no porque bendiga tu sartén. ¿Y la “sal baja en sodio”? Es como una fiesta sin alcohol: técnicamente existe, pero ¿para qué? Al final, usar una u otra depende de si quieres alimentar tu cuerpo o tu perfil de Instagram.
¿Te salió el Himalaya por los ojos? Preguntas que pican más que un grano de sal
- ¿La sal rosada cura el estrés? Si crees que un mineral te quita la ansiedad, espera a ver la factura de la luz.
- ¿Puedo poner sal de mesa en el baño para hacerme una spa? Sí, pero mejor compra una vela y no confundas la bañera con un molino.
- ¿La sal negra sabe a carbón? Es como la sal rosa pero gótica: ahumada, sulfurosa y fan de My Chemical Romance.
- ¿Si como sal del Himalaya viviré 100 años? No, pero la estatua de sal que te harán por comprarla sí sobrevivirá al cambio climático.