Foto extraida del video de Youtube
Bar trompicon: donde los cócteles tienen más tropiezos que un patinador sobre hielo novato
El arte de servir desastres con pajita
En el Bar Trompicon, los cócteles no se mezclan, se _tropiezan_ entre sí. Imagina un mojito que en vez de menta fresca lleva perejil de la abuela, o una margarita que te saluda con un toque de sal… ¡pero del suelo! Aquí, cada trago es una ruleta rusa de sabores: un día te encuentras un daiquiri que sabe a chicle de fresa de los años 90 y al siguiente, un negroni que parece caldo de pollo. No es un bar, es un reality show líquido donde las bebidas son los protagonistas torpes. Eso sí, si sobrevives al primer sorbo, te dan una medalla (de papel, pero cuenta).
La carta: un manual de instrucciones para el caos
Los bartenders del Trompicon no son mixólogos, son alquimistas del despiste. Su especialidad: convertir tu pedido en una sorpresa con hielo. ¿Quieres un cosmopolitan? Prepárate para recibir algo rosa que podría ser desde jugo de remolacha hasta salsa cóctel disfrazada. La carta incluye joyas como:
- «El Resbalón de Fresa»: un combinado que se derrite más rápido que tus sueños de año nuevo.
- «El Tropezón Tropical»: lleva piña, coco y un toque inesperado de wasabi (sí, wasabi).
- «La Caída Libre»: servido en vaso de shot, pero con el 90% de probabilidad de terminar en tu camisa.
¿Por qué ir? Porque la gracia está en reírse (y limpiarse después)
El Trompicon no vende cocteles, vende anécdotas para Instagram. ¿Qué otro lugar te permite filmar cómo un martini se escapa del vaso como si tuviera una cita urgente? Las mesas tienen más manchas que un cuaderno de preescolar, y el suelo parece un _arte abstracto_ hecho con restos de cacahuetes y virutas de limón. Eso sí, la música es tan alta que ni escuchas tus propios errores. Pro tip: lleva ropa que ya no quieras y una risa a prueba de vergüenzas.
¿Ya te picó la curiosidad? Aquí las dudas que todos traen bajo la mesa (pegadas con caramelo)
¿Hay algo seguro en el menú?
Sí: el agua del grifo. Aunque una vez le añadieron sirope de arce por «error creativo».
¿Puedo elegir que mi trago no sea un peligro público?
Pides un «sin sorpresas», pero te servirán un cubata con hielo en forma de corazón roto. Es su versión de lo predecible.
¿Y si quiero repetir un cóctel que me gustó?
Jajaja, buena esa. Ni los bartenders recuerdan qué echaron la vez pasada. Es como buscar un lápiz en un huracán.
¿Se aceptan quejas?
Sí, pero las leen en voz alta con efectos de sonido. Y te regalan una cereza encurtida como compensación.
¿Sobreviviré a la experiencia?
Si sales caminando en línea recta, eres leyenda. Si no, al menos tendrás una historia para el currículum: «Experto en gestión de crisis etílicas».
Bar trompicon: el único lugar donde pedir un «cubalibre» puede terminar en terapia de pareja
Cuando el ron habla, las parejas tiemblan
En el Bar Trompicon, el «cubalibre» no es una bebida, es un deporte de riesgo emocional. Aquí, la receta incluye: 50% ron, 30% Coca-Cola, 20% drama y una rodaja de limón que parece reírse de tu vida amorosa. ¿Por qué? Porque cada trago viene con un efecto secundario: revelaciones incómodas («¿Y si en realidad odias a mi madre?»), confesiones de gastos secretos («El viaje a Bali… era para mí solo») y hasta preguntas existenciales («¿Por qué tu perro me mira así?»). Eso sí, las lágrimas se sirven sin cargo extra.
Los camareros: entre mixólogos y mediadores familiares
El personal del Trompicon no solo sabe mezclar ron con cola, también domina el arte de intervenir en crisis conyugales. Su menú incluye:
– Cubalibre Clásico: Para parejas que aún creen en el «hasta que la muerte nos separe».
– Cubalibre Terapia Express: Incluye una hoja de papel para repartir bienes mientras la hielo se derrite.
– Cubalibre Reconciliación: Dos pajitas, un vaso y una factura de 200€ por daños emocionales.
Eso sí, si escuchas «te presto mi pañuelo» al camarero, corre. Es señal de que alguien mencionó la suegra.
¿Sobrevivirás a la segunda ronda?
El Trompicon no vende copas, vende anécdotas para el grupo de WhatsApp. Después de tres cubalibres, tu relación tendrá dos caminos: o os juráis amor eterno entre lágrimas de ron, o alguien llama a un abogado desde el baño. Eso sí, las reseñas de Google son puro oro: «⭐⭐⭐⭐⭐: Logró lo que 5 años de matrimonio no pudieron: que habláramos». ¿Efectivo? Como un ultimátum con hielo.
¿Ya tienes miedo? Resolvemos tus dudas (con una sombrilla y un paquete de clínex)
¿Puedo pedir un cubalibre sin consecuencias legales?
No, pero ofrecen un «kit de supervivencia»: contrato prenupcial impreso en la servilleta.
¿Aceptan tarjeta de crédito o solo almas rotas?
Ambas, aunque las almas dan puntos extra en el programa de fidelización.
¿Es apto para primeriza en citas?
Solo si quieres descubrir en 20 minutos que tu cita colecciona muñecos de vudú. ¡Suerte!
¿Hay descuento para terapeutas?
Sí, les dan un 2×1 en palomitas para disfrutar del espectáculo.
¿Y si voy solo?
Prepárate: el camarero te asignará una planta como confidente. Las suculentas aquí son muy chismosas.