Foto extraida del video de Youtube
¿Bar verat? Más bien «bar desvergonzado»: por qué este lugar debería estar en tu lista negra (y no de fiesta)
¿Bar verat? Más bien «bar desvergonzado»: por qué este lugar debería estar en tu lista negra (y no de fiesta)
1. Cócteles que te dejan más seco que un bocadillo de polvorones
Si buscas «experiencia auténtica», aquí te servirán un mojito con más hielo que alcohol y un limón que parece haber luchado en la Segunda Guerra Mundial. El precio, eso sí, es de «lujo dubaití»: 12 euros por un vaso que, en realidad, es un experimento social para ver cuánto estás dispuesto a pagar por deshidratarte. ¿El plus? El camarero te mira con cara de «*yo tampoco me lo creo*» mientras cobra.
2. Música: del «chill out» al «kill me now» en 3 segundos
La playlist del local es como si alguien hubiera puesto Shuffle a una colección de:
– Éxitos de reggaetón del 2012 (sí, ese que juraste olvidar).
– Baladas románticas mezcladas con sonidos de motosierra (¿ambiente industrial?).
– Un DJ que confunde «poner música» con «atacar nervios auditivos».
Resultado: sales de ahí tarareando canciones que ni querías recordar, con el oído dañado y el alma en modo supervivencia.
3. El «encanto» de un servicio que ignora las leyes de la física
¿Cómo hace el personal para desaparecer cuando pides la cuenta y materializarse al ver que te marchas sin pagar? Es como un truco de magia, pero mal ejecutado. Si logras que te hagan caso, prepárate para un viaje interestelar: pedir una tapa de jamón puede convertirse en una odisea de 40 minutos, con derecho a explicaciones del tipo *«es que el microondas está ocupado»*.
¿Te atreves a preguntar? Nosotros nos atrevemos a responder (sin tapujos)
— ¿Y si voy solo para tomar una cerveza?
Peor. La jarra tiene más espuma que una bañera de burbujas, y te la cobran como si fuera champán. Eso sí, la espuma dura lo suficiente como para hacerte un bigote… o una barba.
— ¿Pero tiene algo bueno el bar?
Sí: la salida. Cada vez que alguien se va, suena de fondo el *«We Are the Champions»* de Queen. Casualidad o sarcasmo cósmico, nunca lo sabremos.
— ¿Y si llevo a mi suegra para que le caiga mal?
Estrategia arriesgada. Podría unirse al personal y empezar a criticar tu postura al sentarte. Mejor invítala a un spa: es más barato y menos traumático.
— ¿Al menos los baños están limpios?
Imagina una gasolinera de carretera a las 3 a.m., pero con luces estroboscópicas y un cartel de *«usar bajo su propia responsabilidad»*. Ah, y el jabón es un mito urbano. Lleva gel hidroalcohólico… y una máscara de gas, por si acaso.
De «bar verat» a «bar berrinchudo»: las reseñas más hilarantes que te harán huir de este antro
Cuando el «ambiente único» huele a tragedia (y a fritanga quemada)
Si creías que un bar podía ganarse el apodo de «berrinchudo» por arte de magia, espera a leer esto: un cliente juró que el camarero le lanzó una mirada «más intensa que la de un ex revisando tus redes sociales» solo por pedir hielo. Otro asegura que la música era «una mezcla de reggaetón a todo volumen con sonidos de tráfico grabados en hora pico», ideal para quienes buscan estrés postraumático con mojito. Y no olvidemos al valiente que describió el baño como «un set de filmación de The Walking Dead, pero con papel higiénico de lija».
El menú: donde la creatividad choca con la desesperación
Las reseñas gastronómicas son joyas. Un usuario comparó las «patatas bravas» con «trozos de soledad fritos en aceite reciclado», y otro afirmó que el «cóctel signature» del local tenía «sabor a perfume barato y arrepentimiento». La cereza del pastel: un comensal pidió una hamburguesa y recibió algo que, según él, «parecía un zapato vegano abrazado por lechuga triste». Eso sí, todos coinciden en algo: si sobrevives a la comida, el dolor de estómago te hará olvidar el trauma de la cuenta.
¿Por qué ir? Spoiler: no hay razón, pero aquí tienes motivos para NO hacerlo
- El servicio: «Más lento que un sloth con resaca».
- Los precios: «Pagas como si estuvieras en Ibiza, pero la experiencia es de pueblo fantasma».
- La decoración: «Parece que decoraron con cosas que sobraron de un bazar apocalíptico».
¿Te atreves a preguntar? Nosotros nos reímos (para no llorar)
¿Es seguro llevar a mi suegra?
Solo si quieres que os unáis en el odio eterno hacia el camarero que ignora existencias.
¿Hay opciones para alérgicos?
Sí: salir corriendo antes de que te ofrezcan el «menú sorpresa» (spoiler: la sorpresa es E. coli).
¿Aceptan tarjetas?
Sí, pero llevan una comisión llamada «impuesto por no morir de la vergüenza al pagar».
¿Se puede celebrar cumpleaños?
Si tu idea de festejo es que te canten «Happy Birthday» mientras un desconocido roba tu abrigo… ¡bingo!