Foto extraida del video de Youtube
¿Cuánto cuesta perder kilos? El precio de la cirugía bariátrica te dejará sin palabras (y sin dinero)
¿Listo para que tu cartera adelgace más rápido que tú? La cirugía bariátrica no es como comprar zapatillas de running en rebaja. Aquí los números tienen más ceros que un código de desbloqueo de un cofre del tesoro. Entre $7,000 y $30,000 (dependiendo del país y la clínica), es como pagar una luna de miel en Bali… pero en lugar de playas, te regalan una bolsa de plástico en el estómago. ¿El detalle? Eso solo cubre el cirujano, el hospital y la anestesia. Si quieres llorar en estilo, suma consultas previas, análisis de sangre y terapias nutricionales… ¡Bingo! Tu cuenta bancaria acaba más flaca que tu nuevo jeans talla M.
Lo que nadie te cuenta: los extras que duelen más que una dieta sin pizza
Olvídate de los gastos “mágicos” que aparecen como esos kilos que juraste no haber subido. Aquí van:
- Complicaciones postoperatorias: Si tu cuerpo decide rebelarse (infecciones, fugas gástricas), suma entre $5,000 y $20,000. ¡Sorpresa!
- Vitaminas de por vida: Tu nuevo estómago tamaño tapón de corcho exige suplementos. $30-$150 al mes, o sea, una suscripción a Netflix Premium… pero para no desmayarte.
- Cirugías de remodelación: ¿Sobraron pieles como cortinas viejas? Una dermolipectomía puede costar $8,000-$15,000. Ahora sí entenderás el verdadero significado de “inversión en belleza”.
“¿Y si me financio?”: Cuando el crédito personal pide dieta
Clínicas privadas ofrecen paquetes con pagos a plazos, como comprar un coche, pero en lugar de ruedas te dan un bypass gástrico. Eso sí, los intereses pueden ser más traicioneros que un buffet libre. Otra opción: vender tu alma (o un riñón) en el mercado negro. Broma… ¿o no? Algunos países incluyen la cirugía en seguros médicos, pero los requisitos son más estrictos que una prueba de yoga para elefantes. IMC de 40+, años de fracasos dietéticos y una montaña de informes psicológicos. ¡Suerte con eso!
¿Quieres saber más? Aquí tienes las preguntas que te queman más que una sesión de cardio
¿Existe una versión “low cost” de la cirugía bariátrica?
Sí: se llama “dejar de comer y mover el culo”. Pero como nadie quiere esa opción, mejor junta tus ahorros y reza para que no haya que repetir la operación.
¿Puedo usar la tarjeta de crédito de mi ex para pagarlo?
Legalmente, no podemos recomendar fraudes… pero imaginativamente, ¡es el mejor “adiós” con estilo!
¿Y si me opero en otro país más barato?
Turismo médico: donde el ahorro y el riesgo de infección juegan al cara o cruz. Tailandia, México o India ofrecen precios tentadores, pero luego explicar en urgencias que tu bypass viene con salsa curry tiene su chiste.
Cirugía bariátrica: cuando la báscula y la cartera compiten por ver cuál baja más rápido
¿Imaginas una carrera entre tu dinero y tus kilos? En el universo de la cirugía bariátrica, es el deporte extremo favorito. Los kilos huyen como si les persiguiera una manada de perros salchicha, mientras que tu cuenta bancaria se desinfla más rápido que un globo en una fiesta de cactus. El bypass gástrico, la manga gástrica y compañía no son precisamente un «two for one»: mientras tu estómago se reduce, los gastos se multiplican –consultas, análisis, batidos proteicos que saben a cartón mojado–. Eso sí, verás números pequeños en la báscula… ¡y en tus estados de cuenta!
Pero ojo, no todo es «apretar el cinturón» literal y figuradamente. La cirugía es solo el primer acto de esta tragicomedia financiero-corporal. Después vienen los extras: vitaminas de por vida, ropa nueva cada tres meses (porque esos jeans ya te quedan como un saco de papas), y la membresía del gimnasio que juraste usar… igual que juraste dejar las donas. Ah, y si piensas ahorrar en seguros médicos, mejor prepárate para un maratón de papeleo donde *tú* eres el que suda.
¿Y si la operación sale más barata que seguir comprando tallas XXL?
Aquí el dilema es épico: ¿gastar en una cirugía que te obliga a comer como un canario, o seguir invirtiendo en pizzas familiares *con extra queso*? Algunos números bailan a tu favor –menos gastos en comida, menos días de baja laboral por problemas de salud–, pero otros te harán llorar más que una cebolla en una novela de telenoche. La clave está en la ecuación mágica: ¿cuánto vale para ti dejar de ser «amigo» de la farmacéutica de la esquina?
Lo que nadie te cuenta (pero deberías saber)
- El posoperatorio duele más que ver el precio de la cirugía en el extracto. ¿Creías que el sufrimiento era solo emocional?
- El «efecto rebote» existe… y también aplica a tu presupuesto. Complicaciones, suplementos, terapias… ¡no todo es miel sobre obleas sin carbohidratos!
- Tu relación con la comida cambiará más que tu talla de zapatos. Adiós, buffet libre. Hola, menú de 200 gramos con envío urgente de melancolía.
Preguntas que pican más que una herida quirúrgica
¿Es cierto que la cirugía bariátrica es más cara que contratar a un entrenador personal disfrazado de drag queen?
Depende. Si el entrenador te grita «¡azúcar, pecador!» cada vez que miras un chicle, quizá la cirugía sea más económica. Pero si sumas revisiones médicas y suplementos… el drag puede salir ganando.
¿Puedo pagar la cirugía vendiendo mi ropa de antes en Marketplace?
Sí, pero solo si logras convencer a alguien de que esos pantalones con elástico en la cintura son «vintage hipster».
¿Perderé peso tan rápido como mi dinero?
Aquí la báscula es Usain Bolt y la cartera, un corredor con chanclas. Eso sí, ambas llegan a la meta… aunque una lo haga entre lágrimas y préstamos.