Elapis: ¿el secreto mejor guardado del universo? ¡descúbrelo antes de que desaparezca… o te arrepentirás!

Foto extraida del video de Youtube


Elapis: ¿la solución mágica que nadie necesitaba (pero todos terminamos comprando)?

Imagina un producto que promete arreglar problemas que nunca tuviste: desde evitar que el pan se ponga duro hasta alejar a los mosquitos usando frecuencias ultrasónicas que solo tu perro escucha. Así nació Elapis, el invento que nos hizo preguntar: «¿En qué momento la humanidad pidió *esto*?». La publicidad decía cosas como «¡Revoluciona tu rutina!», pero la única revolución fue ver a tu tío Luis gastar 80 euros en un aparato que, básicamente, es un posavasos con luces LED.

¿Cómo nos vendieron la moto (y por qué la compramos en cuotas)?

Fue simple: nos bombardearon con testimonios falsamente emocionados de gente en stock videos diciendo: «¡Elapis cambió mi vida!». ¿Cambió qué? ¿Su capacidad de gastar dinero en tonterías? Luego vinieron los influencers, claro. Esos mismos que venden batidos para «desintoxicar el alma» mientras beben Red Bull a escondidas. El kit de supervivencia incluía:

  • Un manual de instrucciones más largo que el Quijote.
  • Una garantía que caduca antes de abrir la caja.
  • El derecho a decir: «Sí, lo tengo… ¿y qué?» en reuniones familiares.

El efecto rebaño: cuando todos corren, tú también tropezarás

La genialidad de Elapis no está en su utilidad, sino en hacernos creer que sin él éramos unos cavernícolas. ¿Tu vecina lo compró? ¡Urgente, antes de que se agote! ¿Tu ex publicó un selfie con él? ¡Ordena dos! Al final, acabamos con un cajón lleno de «soluciones mágicas» que usamos una vez… para grabarlo en TikTok. El verdadero milagro es que, mientras lo desempolvas, piensas: «Bueno, al menos sirve para sostener la puerta».

¿Y ahora qué? Preguntas que todos nos hacemos (pero nadie quiere responder)

¿Elapis realmente no hace *nada*?

¡Claro que sí! Es el mejor ejercicio de autoengaño desde aquella vez que juraste que usarías la bicicleta estática. Eso sí, si lo dejas enchufado, hace un ruidito que podría ahuyentar a los murciélagos. O a tu suegra.

¿Puedo regalarlo discretamente?

Inténtalo, pero cuidado: la caja hace un «¡plop!» al abrirse y suelta confeti. No es discreción, es un trauma postraumático en formato fiesta.

¿Hay esperanza de reventa?

En Marketplace hay 3 millones de Elapis usados, todos con la descripción: «Casi nuevo, solo lo probé para ver si funcionaba (no funciona)». Mejor guárdalo: en 20 años será la pieza estrella de un museo de «Cosas raras que compramos en los 2020».

Cómo sobrevivir a un encuentro con Elapis: guía práctica para no perder la cordura

Paso 1: No hagas contacto visual (sí, como con tu ex en el supermercado)

Si Elapis aparece frente a ti, lo primero es evitar que sus tres ojos se sincronicen con tus pupilas. ¿Por qué? Porque su mirada no solo hipnotiza, sino que también te hace cuestionar tu vida al nivel de un adolescente escuchando reggaetón a las 3 a.m. ¿La técnica? Mira sus rodillas. Sí, las rodillas. Así demuestras “respeto” sin que te conviertas en un zombi filosófico preguntándote por qué pagas Netflix si solo ves memes.

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Lleva siempre un paquete de chicles (o cómo evitar que te recite poemas en latín)

Según testimonios de sobrevivientes, Elapis adora los chicles de menta. Si te pide “compartir un secreto”, ofrece uno. Masticar lo distrae el tiempo suficiente para que huyas. ¿No tienes chicles? Usa lo que sea: caramelos, migajas de galletas, hasta ese ticket del metro que llevas en el bolsillo desde 2019. Eso sí, jamás le entregues una moneda: empezará a predecir tu futuro, y nadie quiere saber cuándo se romperá la lavadora.

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Silba una canción de Spice Girls (en serio, funciona)

Elapis *odia* los ritmos pegajosos de los 90. Si se acerca demasiado, prueba con “Wannabe” o “Say You’ll Be There”. ¿Resultado? Se retorcerá, gritará algo sobre “la decadencia de la música humana” y desaparecerá entre una nube de humo morado. ¿No sabes las letras? Tararea el himno de tu equipo de fútbol, pero cuidado: si desafinas, te obligará a escuchar sus propios beats experimentales. Spoiler: suenan a una licuadora luchando contra un theremín.

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¿Ya te viste enredado? Preguntas que surgen (y que nadie se atreve a hacer en voz alta)

¿Y si Elapis se aparece durante mi reunión de Zoom?
Apaga la cámara y di que tienes “problemas de conexión”. Si insiste en aparecer de fondo, grita “¡Ahora no, Karen!” y abandona la llamada. La confusión lo distraerá.

¿Puedo tomarle una selfie para Instagram?
Técnicamente, sí. Pero cuidado: cada like que obtengas reducirá un año de tu esperanza de vida. Además, ¿de verdad quieres que tu abuela vea eso?

¿Qué hago si me regala un “recuerdo eterno”?
Recházalo amablemente. Si aceptas, te verás obligado a coleccionar piedras pintadas por toda la eternidad. Y nadie tiene espacio para eso en un estudio de 40m².

¿Por qué siempre huele a canela quemada cuando desaparece?
Es su forma de decir “adiós”. O tal vez solo quiere que asocies los muffins con el trauma. La respuesta sigue en debate científico (y en Twitter).