Educación

Fuiste de Erasmus ? Lo recuerdas.. pues no vas a parar de reír y recordar tus locuras y noches sin dormir…

«¡Mi vida es la hostia, mi año Erasmus no puede mejorar! ¿O quizás sí? Todavía me quedan unas horas aquí, una última noche, una última cita, así que, ¿por qué no vestir esas alas que me han venido acompañando durante todo este tiempo para volar una vez más?…»

«¡Hay que leerlo, risas aseguradas! «
¿Quién no recuerda su erasmus? Todas las locuras, las noches sin dormir y las clases medio dormido. Nada como el vivo relato de alguien como tú pero un poco más loco!!!!! Sin pelos en la lengua y diciendo lo que muchos piensan pero no se atreven. Este es el libro que hará que os entren ganas de ir de erasmus…o como mínimo a Lituania 😉 Risas mil!!!!!!»

«Lectura obligatoria!
No hay quien pare de reír, desde la primera a la última página. Qué lástima que libros como este, desprovistos de prejuicios y entregados a un humor descarnado y cotidiano, sean tan difíciles de encontrar.

¡Libro fresco, gamberro y MUY divertido!
Gracias por este relato de aventuras Erasmus que me ha hecho revivir la época de estudiante universitario. El diseño del libro es extremadamente bueno y se nota que se ha elaborado al detalle, la fuente es de muy fácil lectura. Totalmente recomendado para cualquiera, haya disfrutado de la beca o no, que quiera pasar un buen rato.

Orgasmus: Diario de un Erasmus: De Albacete al cielo: Vol. 1

Cuando David, un joven albaceteño de 23 años, eligió Lituania como destino Erasmus -entre otras cosas porque había más plazas que en otros destinos más populares y porque todavía no tenían el euro y ello le ayudaría a estirar más el dinero de la beca-, no pudo imaginar que acabaría alquilando limusinas, haciendo fiestas en saunas, viajando en globo, convertido en una versión manchega del eterno seductor Casanova y hasta recibiendo unas collejas del mismísimo rey de España.

Disfruta de este extracto del Capítulo 2

 

Capítulo 2: MI ÚLTIMO GRAN DÍA

… Me siento como el actor que recoge sus bártulos del teatro que le ha visto crecer.
«Es duro meter toda una vida en una maleta…»
Todo un año pasa ante mis ojos, y aquí estoy, viendo como a mi reloj de arena apenas si le queda una fina capa de arenilla en la parte superior sin posibilidad alguna de poder voltearlo. Intento rebajar la pena con algo de música, y no puede ser otra canción que la banda sonora de estos últimos días: “Summercat”, de «Billie the Vision and The dancers», ese famoso anuncio de cerveza en las playas de Formentera. No puede haber canción más apropiada en estos momentos. Y empiezo a cantarla:

«I kissed you good bye at the airport.
I held you so close to me.
I said, so here we are now and I can’t stop from crying Lilly.
And you said: Hey hey hoo, you know this is the way to go.
You will forget about me when I’m on that plane.
Forget about me when I’m on that plane.
Tonight, tonight, tonight, tonight
I wanna be with you tonight, tonight, tonight, tonight.
I wanna be with you tonight…»

La canción parece impulsar un poco mi estado de ánimo, e intento sumergirme de nuevo entre esos ingredientes que me han acompañado a lo largo de todo el año: optimismo, pasión, entusiasmo, alegría, felicidad y mucha ilusión por todo.
Hago un gran esfuerzo por evitar que la melancolía se apodere de mí, no tiene sentido. Me digo a mí mismo una y otra vez que el año ha sido inmejorable. No sólo soy el último Erasmus aquí, el último superviviente, sino que me siento el más afortunado de todos. Intento recordarme que no sólo he cumplido todos mis objetivos, como el de acabar por fin la puta carrera, y colonizar ciudades como San Petersburgo, Moscú, Riga, Tallin, Estocolmo, Londres… sino que además he tenido la suerte de navegar por los mares del amor entre ángeles y sirenas, unas de forma correspondida y otras no tanto, he disfrutado, he sufrido, he naufragado… pero sobre todo, he sentido, me he sentido vivo, he vivido.
Creo que de haber esbozado sobre un papel cómo me hubiera gustado que fuera mi año Erasmus, habría traspasado los límites de cualquier diseño previo, pues nunca podría haber imaginado que sería un año tan completo.
No puedo evitar hacer un pequeño recorrido por todos esos pequeños grandes momentos que he ido sumando en estos últimos meses:
El mismo día que cogí el avión para volver a Lituania tras las supuestas vacaciones de Navidad, estuve bañándome en la playa de Alicante, y tan sólo unas horas después, paseando por un lago congelado en Estocolmo, donde pasé tres días aprovechando la escala. Había recorrido las calles de San Petersburgo en una limusina llena de rubias rusas el día de mi cumpleaños, visitado el mausoleo de Lenin en la mismísima Plaza Roja de Moscú, puesto una chincheta en Letonia y Estonia, sobrevolado en globo Vilnius, la ciudad del amor, cansado de recorrerla en limusinas…
Había vivido –y digo vivido y no dormido, pues serían algunas más– hasta en siete sitios diferentes en unos nueve meses. El mismísimo don Juan Carlos I, rey de España, me había dado unas buenas collejas tras haber tonteado con su esposa, la reina doña Sofía, a la cual conseguí hacer ruborizar con un piropo, y hasta acabé logrando una foto con el rey como si fuéramos colegas de toda la vida. El mayor actor y director porno español de internet había venido a visitarnos y salir de fiesta con nosotros tras escuchar nuestras batallitas… ¡Pero qué estaba pasando aquel año!
Había saltado sobre un tren en marcha, donde permanecí colgado durante más de media hora, recibiendo la mayor descarga de adrenalina de toda mi vida… Había estado en tan sólo unos meses con más mujeres hermosas de las que la mayoría de los hombres sueñan con conocer en toda su vida, compartiendo cenas y desayunos con bellezas como Toma, Deina, Ruta, Ruta Dance, Dancer Ruta, Victoria, Gisela, Isabella, Edita, Diana, Aiste, Lina, Victoria Sirena, Goda, Agne, Frida, Bianca, Daiva, Violeta, Daniela, Adriana, Saulé Sea… Aprendiendo algo de cada una de todas ellas y llegando a hacer un “Máster en el maravilloso mundo de la mujer”, pero sobre todo, añadiendo dulces momentos a mi memoria que siempre evocan sonrisas traviesas acompañadas de miradas perdidas.
Imaginad la sonrisa que luce en mi cara tras recordar todo esto…