Foto extraida del video de Youtube
¿Hotel boutique gareus? Aquí te contamos por qué tu tarjeta de crédito sufrirá más que en un Black Friday…
¿Hotel boutique Gareus? Aquí te contamos por qué tu tarjeta de crédito sufrirá más que en un Black Friday…
Imagina entrar a un lugar donde cada rincón grita “esto es Instagrammable” y tu tarjeta de crédito empieza a temblar como si tuviera hipo. El Hotel Boutique Gareus no es un alojamiento, es un _campo de minas para tu cuenta bancaria_. ¿El spa? Una sesión cuesta lo mismo que una suscripción vitalicia a Netflix, pero con aceites que huelen a sueños rotos de frugalidad. ¿El minibar? Una trampa elegantemente decorada donde una botella de agua parece costar como un riñón en el mercado negro. Y ni hables de la cama: tan cómoda que te convencerá de quedarte un día más… y otro… y otro.
¿Comida? Mejor vende un cromosoma
El restaurante del Gareus es donde las ensaladas tienen nombre de poeta y los precios de yate. Pedir un café sin mirar la carta es como firmar un pagaré con tu alma de garantía. “Agua con gas, por favor” se traduce en “hola, soy un oligarca en busca de bancarrota”. Y el desayuno… ¡ah, el desayuno! Un buffet que cuesta lo que un fin de semana en la playa, pero con tostadas de aguacate que juran ser untadas por hadas. Eso sí, después de la tercera copa de vino orgánico (precio: equivalente a una entrada de concierto), dejarás de contar ceros.
Actividades: o pagas o te escondes en el armario
¿Yoga al amanecer? Claro, si tu presupuesto está preparado para posiciones financieras extremas. ¿Paseo en bicicleta vintage? Perfecto, aunque la “vintage” se refleje en el precio como si fuera una reliquia del siglo XIX. Hasta la piscina tiene un letrero invisible: “Nadar aquí cuesta el salario mínimo de un país pequeño”. Eso sí, el mojito que te tomes junto a ella tendrá tanto menta que casi justifica hipotecar la tarjeta. Casi.
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Lo que tu billetera quiere que sepas (antes de que la descuides)
- ¿Hay opciones económicas? Sí: respirar el aire acondicionado es gratis… hasta que te cobren por el oxígeno con aroma a lavanda.
- ¿Aceptan pagos en especie? Si tienes un Picasso olvidado en el ático, negocian. Si no, tu plástico sufrirá un shock postraumático.
- ¿Se puede escapar sin comprar nada? La salida está al final del pasillo… pero pasarás por una tienda de velas artesanales que cuestan como un iPhone. Suerte.
Ah, y por si lo dudas: cada servicio incluye una sonrisa de complicidad que dice “sé que me vas a odiar… pero valdrá la pena”. Spoiler: sí, pero tu extracto bancario necesitará terapia.
Hotel boutique gareus: los trucos que no quieren que sepas para evitar una ‘experiencia boutique’ (léase: almohadas duras y wifi de la prehistoria)
El truco ninja para no dormir como un fósil jurásico
¿Sabías que las almohadas del Gareus tienen más firmeza que un político prometiendo solucionar el tráfico? Sí, son legendarias por convertir tu sueño en una sesión de tortura cervical. Pero hey, aquí va el hack secreto: antes de reservar, exige que te asignen la habitación con el *»modelo 2023″* (sí, existen dos almohadas nuevas que no parecen ladrillos disfrazados de nubes). Si te dicen que no hay, insiste en que eres alérgico al yeso. Funciona el 73% de las veces (el otro 27% acaba usando toallas enrolladas como almohada improvisada).
Wifi más lento que una tortuga con jetlag: cómo hackearlo
El wifi de este hotel boutique es tan antiguo que aún usa modem de dial-up emocional. ¿Solución? Dos opciones:
- Desconecta todos los dispositivos que no uses (incluido el smartwatch de tu abuela).
- Busca el *»punto caliente secreto»* junto a la máquina de café del lobby (sí, el router está escondido ahí para que los huéspedes no lo encuentren).
Si todo falla, dile al recepcionista que sin internet no puedes enviar memes… y verás cómo mágicamente aparece una «conexión premium».
El minibar: donde una botella de agua cuesta como un riñón en el mercado negro
Abres el minibar pensando en un refresco y ¡boom! Los precios te hacen llorar más que una cebolla gigante. Truco de supervivencia: ignora los snacks y corre al supermercado de la esquina (a 100 metros, pero el hotel jamás te lo dirá). Compra ahí tus Doritos y tu agua *»sin marca boutique»*. Si te descubren, di que estás en ayuno espiritual. Nadie cuestiona a alguien que habla de chakras y energía cósmica.
¿Te están cobrando por respirar el aire boutique? (y otras dudas existenciales)
¿Realmente las almohadas son de concreto?
No, solo tienen la densidad de un agujero negro. Pero puedes pedir un cojín extra (o tres) si juras que no los usarás para construir un fortín.
¿El wifi sirve para algo más que mandar mensajes en código Morse?
Solo si conectas tu dispositivo a las 3 a.m., cuando todos están dormidos soñando con routers veloces.
¿Hay que vender un órgano para pagar el minibar?
Sí, pero recomiendamos el bazo. Total, ¿quién lo necesita realmente? (Nota: esto es sarcasmo, por si el hotel lee esto y se lo toma en serio).