¿Sabes por qué martin berasategui es el ‘michelin man’ de la cocina? 🍴🌟 (spoiler: no es por los neumáticos)

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Foto extraida del video de Youtube


¿Martin berasategui quiere dejarte en bancarrota? ¡descubre cómo un menú puede costar un riñón (y parte del otro)!

¿Martin Berasategui quiere dejarte en bancarrota? ¡Descubre cómo un menú puede costar un riñón (y parte del otro)!

Cuando el caviar es más caro que tu hipoteca

Imagina entrar a un restaurante con estrellas Michelin y salir con la sensación de que te han trasplantado un órgano sin anestesia. Así es la experiencia de probar un menú degustación de Martín Berasategui. Platos que parecen obras de arte, sí, pero con precios que harían llorar hasta al más estoico. ¿Un bocado de lubina con espuma de algas? 300 euros. ¿Una cucharadita de caviar sobre huevo escalfado? Otros 200. Y ni hables del vino: una copa cuesta lo que tu primo gastó en ese viaje a Bali que sube a Instagram cada cinco minutos.

Desglose del menú: ¿qué pagas realmente?

  • El aire de trufa: No es una metáfora. Literalmente te cobran por inhalar.
  • La espuma de patata: Sí, la que tu abuela hacía gratis, pero aquí viene con «texturas innovadoras» (y un sobrecoste del 500%).
  • El postre: Un suspiro de chocolate que dura 3 segundos en tu boca y 3 años en tu extracto bancario.

¿La guinda? El pan con tomate que te sirven «de cortesía»… hasta que descubres que el cubierto ya incluía un 20% de «experiencia sensorial».

¿Y si pido agua del grifo para ahorrar?

Olvídalo. En este universo, el agua mineral tiene burbujas hechas con diamantes molidos y la cuenta se acerca a lo que pagarías por un Renault Clio del 2010. Eso sí, el camarero sonríe como si acabaras de donarle un pulmón. ¿Merece la pena? Si tu sueño es decir «he comido donde Berasategui» mientras sobrevives a base de sopa de sobre el resto del mes, definitivamente.

¿Tienes un riñón de repuesto? Preguntas que arden más que la cuenta de Berasategui

¿Hay opciones vegetarianas?
Claro: una zanahoria glaseada con oro comestible. Precio: un ojo de la cara y la buena voluntad de tu banquero.

¿Puedo compartir menú para reducir costes?
Los camareros tienen detectores de movimiento. Si intentas probar el plato de tu acompañante, activan una alarma y te cobran «tarifa por empatía culinaria».

¿Aceptan pagos en órganos?
No oficialmente… pero si llevas un hígado en perfecto estado, quizá negocien el postre. Eso sí, el riñón izquierdo cotiza más alto en el mercado negro.

¿martin berasategui quiere dejarte en bancarrota? ¡descubre cómo un menú puede costar un riñón (y parte del otro)!

Cuando el postre incluye un contrato de hipoteca

Si piensas que “gastronomía de lujo” es comprar aguacates en oferta, Martin Berasategui te espera con un menú degustación que cuesta más que tu primer coche. Hablamos de platos donde la trufa no es un ingrediente, es el impuesto revolucionario de la cocina vasca. ¿Sabes cuánto sale? Imagina vender ambos riñones, un pulmón de repuesto y, de paso, prometerle tu alma al diablo. Eso sí, el pan con tomate que te ponen al principio está incluido… *¿o no?*

¿Qué trae el menú? Más estrellas Michelin que sentido común

El Menú Festival de Berasategui no es una cena, es un tour financiero con paradas en:
– Un foie gras que llora más que tu ex.
– Un bogavante que juraría haber visto en una subasta de Christie’s.
– Un postre que, si lo pides sin azúcar, el chef te mira como si hubieras insultado a su abuela.
Y todo regado con vinos que tienen más añadas que tu tío soltero. ¿Vale la pena? Claro, si tu tarjeta de crédito viene con un seguro de vida incluido.

“¿Y si no quiero vender un órgano?”: Alternativas para no acabar en la calle

Si el precio te ha hecho sudar más que un queso de Idiazábal en agosto, tranquilo: siempre puedes pedir “solo la cuenta del agua” (spoiler: igual te cobran el oxígeno de la sala). Otra opción es fingir una alergia repentina al caviar y salir corriendo. Eso sí, si te atreves a pagar, recibirás una cena espectacular… y una carta de despedida de tu banquero al día siguiente.

¿Tienes un riñón de repuesto? Preguntas que arden más que la cuenta de Berasategui

  • ¿Aceptan pagar con órganos?
    Oficialmente, no. Extraoficialmente, el sommelier podría interesarse por tu hígado si has sobrevivido a la universidad.
  • ¿Puedo llevar tupper?
    Sí, pero te servirán la comida en él… con una sonrisa de desprecio y un recargo por “desacralizar la experiencia”.
  • ¿Hay menú infantil?
    Sí: nuggets de pollo envueltos en lámina de oro. Precio: tu hígado izquierdo y los ahorros del peque para la comunión.
  • ¿Y si pido solo una ensalada?
    La lechuga viene con un aderezo de lágrimas de trufa negra. Coste: un ojo de la cara (literalmente, revisa la letra pequeña).

Ahora que lo piensas, ¿no sería más barato comprar el restaurante? Bueno, al menos Berasategui no cobra por respirar… *todavía*.

¿Martin berasategui quiere dejarte en bancarrota? ¡descubre cómo un menú puede costar un riñón (y parte del otro)!

¿Martin Berasategui quiere dejarte en bancarrota? ¡Descubre cómo un menú puede costar un riñón (y parte del otro)!

¿Sabes cuál es el precio de la gastro-euforia en un restaurante con estrellas Michelin? Imagina entrar, sonreír como si el dinero no existiera, y luego ver la cuenta mientras tu cara pasa de *“qué experiencia única”* a *“¿y si lavo platos para pagar?”*. El menú degustación de Martin Berasategui no es una cena, es un tratado sobre cómo vaciar cuentas bancarias con elegancia. ¿Por qué un riñón? Porque si vendes los dos, hasta te sobra para una copa de vino… si pides la más barata, claro.

¿Qué incluye el menú? (Spoiler: ni oro, ni diamantes… o sí)

  • “Huevo de corral en texturas”: Traducción: un huevo frito que ha viajado más que tú, envuelto en espumas que saben a nube de lujo.
  • “Caviar sobre helado de ostras”: Combinación que suena a broma, pero cuesta como un iPhone. Incluye lágrimas de emoción (tuyas) y risas de satisfacción (del chef).
  • “Turbante de foie y cerezas”: No, no es un sombrero, pero después de pagar, quizá necesites vivir en uno.

¿Vale la pena? Si tu sueño es decir *“he comido algo que ni entiendo”* mientras vendes el coche en el parking, absolutamente sí. Pero ojo: aquí no hay *“ración de tapa con cerveza”*. Cada bocado es un recordatorio de que la alta cocina es como un romance tóxico: te deja sin dinero, pero con anécdotas para el Instagram. Eso sí, si te quedan dudas, pregunta al banco: “¿Dan préstamos para comer espuma de patata trufada?”.

¿Tienes un hígado de repuesto? Las preguntas que todos temen hacer (pero nosotros respondemos)

¿Aceptan pagos en órganos?
Técnicamente no, pero si llevas el riñón en una hielera, quizá negocien. Eso sí, el tipo de cambio varía según la cotización del foie gras en el mercado negro.

¿Puedo pedir “mitad ración” para no hipotecar la casa?
Claro, pero Berasategui te mirará como si le hubieras puesto ketchup a la langosta. Mejor junta a 12 amigos, pide un menú y divide la cuenta… o la deuda.

¿Hay opción “low cost”?
Sí: se llama *“mirar el plato desde la ventana”*. Incluye foto gratis y una lágrima de impotencia.

¿Y si no tengo riñones que vender?
Tranquilo, siempre queda el hígado. Total, ¿para qué quieres órganos sanos si puedes tener *recuerdos gourmet*?

¿por qué en los platos de martin berasategui hay más aire que comida? (spoiler: no es una dieta innovadora)

Imagina pedir un plato y que, al llegar, necesites un microscopio para localizar el alimento entre tanta porcelana vacía. En el universo de Martín Berasategui, los platos son como esos selfies con filtro: todo es cuestión de ángulos, luces y sutilezas que nadie entiende pero todos aplauden. ¿Dieta revolucionaria? Nah. Es pura coreografía gastronómica: tres moléculas de espuma, un susurro de trufa y un guiño de perejil. Si comes aquí, mejor no vengas con el estómago gritando “¡socorro!”.

El arte de servir platos que parecen un acertijo

Berasategui juega al escondite con las calorías. Sus creaciones son como esos puzzles que resuelves en dos segundos y luego piensas: “¿Y esto era todo?”. Un ravioli flotando en un mar de consomé, una espuma que desaparece antes de llegar a la lengua, una hoja de espinaca tan solitaria que da pena. No es falta de generosidad, es alta cocina en modo minimalista: menos es más… hasta que tienes que pedir una pizza después.

¿Y esto cómo se come? (literalmente)

  • Paso 1: Admira el plato como si fuera una escultura del MoMA.
  • Paso 2: Busca el alimento con la misma dedicación que un arqueólogo en una excavación.
  • Paso 3: Saborea cada átomo como si fuera el último (porque probablemente lo sea).

Preguntas que todos nos hacemos (pero no nos atrevemos a vocalizar)

¿Por qué pagar por un plato que cabe en una cuchara de postre?

Respuesta: Estás pagando por el derecho a alardear en Instagram, no por llenar la tripa. #CulturaGourmetOQué.

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¿Es esto comida o un experimento de laboratorio?

Respuesta: Las dos cosas. Si no hay nitrógeno líquido de por medio, ¿en qué restaurante estás?

¿Al menos sabe bien?

Respuesta: Claro, pero el sabor dura lo que un TikTok viral. Prepárate para el “¿ya terminé?” más existencial de tu vida.

¿Hay segundas partes en este tipo de menús?

Respuesta: Sí, se llaman “taquitos al salir”. Imprescindibles para sobrevivir a la experiencia.

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¿martin berasategui quiere dejarte en bancarrota? ¡descubre cómo un menú puede costar un riñón (y parte del otro)!

Cuando el caviar es más barato que pedir agua del grifo

Si creías que vender un riñón en el mercado negro era solo para comprar un iPhone, espera a ver el menú degustación de Martín Berasategui. Hablamos de platos que cuestan lo mismo que un viaje a Bali, pero sin playa ni cocoteros. ¿Un *«taco de foie gras con polvo de oro comestible»*? Claro, porque ¿quién no quiere digerir joyería fina mientras calcula cuántas horas extra tendrá que hacer para pagarlo? Eso sí, el pan con tomate de la casa parece normal… hasta que descubres que el tomate fue abrazado por una cabra de ganado ecológico criado en un monasterio tibetano. Detalle sin importancia: 85€.

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¿Y si pido solo la entrada? Spoiler: igual te hipotecas

Imagina entrar al restaurante pensando *«me tomo una ensaladita y me voy»*. Error. La «ensalada de bogavante con emulsión de lágrimas de trufa» no es lechuga con atún de lata. Aquí cada hoja de rúcula tiene un máster en gastronomía molecular y el bogavante viene con certificado de ascendencia vikinga. Precio: un ojo de la cara y la promesa de no volver a quejarte del precio de la luz en tres años. ¿Bebida? Una copa de vino que, si la derramas, podrías saldar la deuda frotando el mantel.

El postre: donde tu cuenta bancaria llora en modo tragedia griega

Llegados al dulce, te enfrentas a la «esfera de chocolate rellena de helado de azafrán y lágrimas de unicornio» (este último ingrediente es metafórico… o no). Cada cucharada equivale a un mes de alquiler, pero hey, ¡el azafrán viene de una plantación regada con champán! Eso sí, si pides la cuenta y no te desmayas, felicidades: has alcanzado el nirvana de la inconsciencia financiera.

Preguntas que todos nos hacemos (pero tememos verbalizar)

  • ¿Incluye el menú un trasplante de riñón de regalo? Ojalá. Pero no, solo una servilleta bordada con hilos de oro. Prioridades.
  • ¿Aceptan pagar con criptomonedas, órganos o sueños rotos? Sí, pero el tipo de cambio de «sueños rotos» está en su peor momento histórico.
  • ¿Puedo huir por la ventana del baño? Técnicamente sí, pero los macarons de foie gras que probaste ya te han atrapado en su hechizo de deuda eterna.
  • ¿Hay menú infantil? Sí: nuggets de angus alimentado con música clásica. Precio: tu plan de pensiones.

Ahora, la pregunta real: ¿vale la pena? Si tu tarjeta de crédito sobrevive, dirá que sí. Si no, siempre puedes consolarte pensando que, al menos, el polvo de oro brilla más que tu futuro económico.