Restaurante Submarino: ¡Sumérgete en una Cena con Sabor a Fondo Marino (y Sin Necesitar Branquias!) 🐠⚓

Foto extraida del video de Youtube


Restaurantes submarinos: cuando la burbuja gastronómica es literal (y te explota en la cara)

¿Te imaginas cenar rodeado de peces mientras un pulpo te mira con más intensidad que tu cita en Tinder? Los restaurantes submarinos son el boom gastronómico que nadie pidió, pero que todos stalkeamos en Instagram. Eso sí, prepárate para pagar un riñón (y parte del hígado) por un menú donde el plato principal es… *el escenario*. Porque, seamos honestos: aquí el atún de tu sushi tiene más posibilidades de ser tu vecino de mesa que el ingrediente.

¿Qué pasa si un tiburón se pega al cristal mientras como?

La experiencia incluye vistas panorámicas a criaturas marinas que claramente no aprobaron aparecer en tu selfie. Ventajas: fotos épicas para presumir de «vida interesante». Desventajas: descubres que el 80% de los comensales son *influencers* hablando de «vibraciones oceánicas» mientras filtran el salmón con VSCO. Eso sí, si el camarero tropieza, no digas «¡Cuidado con la ola!»: los chistes malos están prohibidos por la Convención de Ginebra Subacuática.

  • Precio de la entrada: equivalente a adoptar una ballena (pero sin la ballena).
  • Dress code: traje de neopreno opcional, aunque el ceviche viene con salpicaduras gratis.
  • Menú: mariscos «ultrafrescos» que, técnicamente, podrían nadar hasta tu plato.

«¿Y si se inunda?»: preguntas que flotan más que el pulpo a la gallega en este tema

«¿Cuánto cuesta el menú?»
Lo mismo que una PlayStation 5, pero con más espuma. Eso sí, incluye *agua mineral*… literalmente.

«¿Es seguro?»
Tan seguro como confiar en que el sushi del avión no fue piscolabis de un tiburón. Eso sí, si el restaurante empieza a hacer «gluglú», corre. O pide la cuenta.

«¿Qué hago si un pez payaso se ríe de mi corte de pelo?»
Nada. Literalmente. Estás bajo el agua, así que asume tu derrota y pide otro mojito (el pez ya está sobrio).

Ahora en serio: si vas, lleva tarjeta de crédito a prueba de corales. Y recuerda: la única burbuja que debería explotar aquí es la del prosecco, no el techo acrílico. 🐠💸

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Cenar bajo el mar (y otros modos creativos de hundir tu cuenta bancaria sin usar un yate)

¿Te aburre pagar la hipoteca? ¡Prueba cenar en un restaurante submarino! Imagina masticar trufa negra mientras un pez globo te mira con cara de «¿en serio te gastaste 500 euros en un plato que ni siquiera tiene patatas?». Lugares como Ithaa en Maldivas o Under en Norueca ofrecen menús que cuestan más que tu primer coche, pero hey, al menos las burbujas del agua disimularán las lágrimas cuando veas la factura. Eso sí, si el camarero pregunta «¿agua con o sin gas?», mejor di «del grifo»… por si las moscas.

Otras ideas para vaciar la cartera sin mojarte (demasiado)

  • Cena en el espacio (casi): ¿Quién necesita gravedad cuando tienes una tarjeta de crédito sin límite? Empresas como World View te prometen una «experiencia estratosférica» por 50.000 dólares. Incluye vistas de la Tierra y la certeza de que tu banco te mandará un emotivo email titulado «¿Estás bien?».
  • Alquila una isla… o un pingüino: En la Antártida, por el módico precio de 20.000 euros, puedes «apadrinar» un glaciar. O, si prefieres fauna, en Nueva Zelanda alquilan ovejas como compañía de trekking. Spoiler: no devuelven el depósito si se comen tu bufanda.
  • Clases de surf con delfines (o cómo arruinarte en 3 olas): En Hawái, instructores «premium» te enseñan a montar olas junto a mamíferos marinos. La lección vital: los delfines son gratis en el mar, pero tú pagarás 1.000 dólares por la foto para Instagram.

Si sobrevives a la cena submarina, prueba contratar un chef personalizado que cocine en tu casa… usando ingredientes recolectados por monos en Tailandia (sí, es real, y no, el mono no incluye propina). Menú del día: sopa de lágrimas de cocodrilo (metafóricas) y un segundo plato de «¿en qué estabas pensando?». Eso sí, cuando el banco te llame preguntando por los movimientos sospechosos, di que fue un «robo de nutrias» y cuelga.

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¿Preguntas que flotan más que tu presupuesto después de esto?

¿Hay opciones veganas bajo el mar?
Claro, pero la ensalada de algas cuesta como un riñón… humano. Eso sí, los peces payaso te juzgarán si pides aguacate.

¿Puedo pagar en especie con conchas marinas?
Solo si eres una sirena con cuenta en PayPal. Los humanos mortales: tarjeta de crédito o intercambio de órganos.

¿Y si me indigesto en medio de la cena?
Tranquilo, el servicio incluye un trayecto en submarino de emergencia. Eso o te conviertes en el primer «influencer» en hacer un unboxing del estómago de una ballena.