Foto extraida del video de Youtube
¿Nivel formativo? ¡Contrátame ya y deja de poner excusas!
¿Otro artículo pidiendo títulos universitarios como si fueran entradas para un concierto de Bad Bunny? ¡Aburrido! Si tu requisito para contratar es un pergamino enmarcado, mejor busca un decorador de oficinas. ¿O prefieres a alguien que resuelva problemas sin llorar cuando se le cae el Wi-Fi? Los diplomas no son escudos anti-incompetencia. ¿O acaso el título de tu primo en *Filosofía Medieval* le impidió quemar el microondas calentando un yogur? Exacto.
¿Qué pasa si tu candidato ideal tiene más experiencia que cursos?
Imagina esto: un tipo que domina Python mejor que una serpiente pitón, pero su «nivel formativo» es un curso de *Cómo sobrevivir a una barbacoa familiar*. ¿Lo descartas? Error nivel Dios del Excel. Las habilidades se demuestran hackeando sistemas, no acumulando créditos universitarios. ¿O vas a pedirle el título a Messi para confirmar que sabe patear balones? Las empresas que contratan por resultados (no por siglas tras el nombre) son las que roban talento antes de que termine el café.
Excusas típicas de los que viven en 1990
- «Pero es que necesitamos alguien con posgrado» → Traducción: *Quiero pagar menos a alguien sobrecalificado*.
- «La empresa exige un mínimo de formación» → Traducción: *Nadie aquí sabe qué hace HR*.
- «Sin título, no hay entrevista» → Traducción: *Me da miedo que me despidan por contratar a un crack autodidacta*.
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¿Tienes dudas? Aquí las respuestas que no verás en un manual corporativo
¿Y si mi jefe me regaña por contratar a alguien sin máster en «Cosas Serias»?
Fácil: dile que contrataste a un *ninja de la productividad* (suena mejor y no miente).
¿Cómo verifico sus habilidades sin un título que lo respalde?
Prueba radical: pídele que haga el trabajo. Si lo hace en 2 horas lo que tu equipo hace en 2 semanas, ¿necesitas más datos?
¿Y si el cliente pide un equipo con «buen nivel académico»?
Responde: *»Sí, todos aprobaron el nivel 100 en la escuela de la vida»*. Si insisten, añade: *»Y ninguno tiene deuda estudiantil»*. Eso vende.
Contratos vs. títulos universitarios: el duelo más épico del mercado laboral
Round 1: El ring lo decide todo
Imagina esto: en una esquina, el título universitario, luciendo su toga y sonriendo con ese aire de “yo invertí 4 años en memes y café instantáneo”. En la otra, el contrato laboral, con cicatrices de proyectos a medianoche y un historial de “aprendí esto en YouTube”. ¿Quién gana? El mercado laboral es como un reality show donde ambos luchan por el trofeo de “te contrato porque sí”. Los reclutadores son los jueces, pero a veces ni ellos saben si valorar más el pergamino enmarcado o la habilidad de sobrevivir a una hoja de Excel.
¿Papeles o experiencia? El dilema del siglo
El título universitario grita: “¡Tengo teoría, metodología y hasta sé quién es Durkheim!”. Mientras, el contrato laboral responde: “¿Y eso te sirve para aguantar a un cliente que cambia de idea cada 5 minutos?”. La verdad es que algunas industrias son como clubes exclusivos donde sin el cartón ni siquiera te dejan pasar el CV (hola, medicina y leyes). Pero en otras, como el marketing digital o la programación, un portafolio con resultados reales hace que tu título de “Estudios Avanzados en Redes Sociales” parezca un dibujo hecho en Paint.
- El título universitario lleva en la mochila: Teoría, contactos profesores, y el poder de decir “en la universidad me enseñaron que…” en cada reunión.
- El contrato laboral esconde en su maletín: Experiencia práctica, habilidades blandas (traducido: paciencia nivel buda) y la capacidad de resolver un error de sistema… ¡con un chicle y un clip!
¿Y si mejor hacemos un cóctel?
La tendencia ahora es mezclar ambos como si fueran vodka y Red Bull. Estudias una carrera, pero haces prácticas, freelances o vendes pulseras en Etsy para demostrar que no vives en una burbuja académica. Las empresas buscan “híbridos”: gente que hable el idioma de los libros pero también el de las facturas impagas. ¿El resultado? Si tu CV fuera un perfil de Tinder, diría: “Busco empresa que valore mis créditos universitarios Y mi habilidad para tomar 5 cafés seguidos sin temblar”.
¿Títulos o contratos? Despejando dudas como si fuéramos árbitros de WWE
¿Sirve mi título de Filosofía para trabajar en tech?
Depende: si lograste debatir sobre Nietzsche a las 3 a.m., seguro puedes convencer a un cliente de que su app necesita más que un botón bonito.
¿Un contrato temporal pesa menos que un título?
¡Al contrario! Diez contratos de tres meses muestran resiliencia… o que eres como el personaje de una telenovela que cambia de vida cada capítulo.
¿Y si no tengo ni lo uno ni lo otro?
Tranquilo, siempre queda la opción de volverte influencer de LinkedIn. Tutoriales de “cómo fingir experiencia laboral” ¡ya tienen audiencia garantizada!