¿Cansado del pesimismo? Descubra La Cura Schopenhauer: ¡Felicidad en 3 pasos filosóficos! 🌟

Foto extraida del video de Youtube


¿La cura schopenhauer? Más bien la resaca existencial del siglo XIX

Imagina que el siglo XIX fue una fiesta de egos filosóficos: Hegel brindando con champán dialéctico, Nietzsche bailando una polca dionisíaca y, en un rincón, Schopenhauer, el tipo que llegó con una botella de absenta y soltó: *“¿Sabéis que todo es sufrimiento y el deseo es una trampa cósmica?”*. Así nació la resaca existencial que aún nos persigue. El alemán no vino a curar nada, sino a recordarnos que la vida es como un tren sin frenos hacia la nada, pero ¡ey!, al menos podemos quejarnos con estilo.

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Cuando el pesimismo se viste de frac

La supuesta *cura* schopenhaueriana era, en realidad, un cóctel de hiel: el mundo como voluntad y representación (básicamente, un reality show donde todos pierden). Si Buda recomendaba apagar el deseo, Schopi añadía: *“Y, de paso, apaga la luz al salir, que este universo es un error”*. Sus seguidores, entre lágrimas y sorbos de café amargo, intentaron aplicar su receta: arte, ascetismo y compasión. Spoiler: funcionó igual que poner una venda en un hueso roto, pero ¡qué elegancia la del drama!

El legado: borrachos de sinsentido

El siglo XIX nos dejó más traumas que un elenco de telenovela: Schopenhauer fue el padrino de la angustia moderna. Su resaca se filtró en el arte, la literatura y hasta en ese amigo que sube fotos en blanco y negro con citas de Kafka. ¿Su mérito? Convertir el *“todo va mal”* en un género literario. Eso sí, si hoy tienes 20 años y escribes poesía triste en una libreta Moleskine, agradécele a este señor que le puso banda sonora a tu crisis.

¿Y esto con qué se quita? Preguntas incómodas (pero con estilo)

¿Schopenhauer era el Grinch de la filosofía?
Más bien el Mr. Grumpy de las letras europeas. Si la felicidad fuera un globo, él llevaba alfileres.

¿Su “cura” sirve para algo?
Sí: para darte cuenta de que no hay cura, solo interludios entre crisis. ¿Un consuelo? Te ahorras el esfuerzo de fingir optimismo.

¿Por qué seguimos hablando de él si era tan aguafiestas?
Por la misma razón que vemos películas de terror: el morbo de sabernos vivos en un universo indiferente. Y porque, admitámoslo, su mala leche da envidia.

La cura schopenhauer: cuando el pesimismo te vende humo (y tú compras el mechero)

Imagina que un tipo del siglo XIX, con cara de haber chupado un limón, te dice: *“La vida es un negocio que no cubre gastos”*. ¡Bingo! Ahí tienes a Schopenhauer, el gurú del pesimismo premium, vendiéndote la idea de que existir es como comprar un coche usado… y que encima se te cae el motor a los dos kilómetros. Su “cura” es básicamente un *“relájate y disfruta del hundimiento”*, pero con palabras en alemán que suenan profundas. ¿Terapia existencial o un truco de magia barata donde el conejo muere asfixiado en el sombrero? Tú decides.

El chiste está en que el bueno de Arthur te convence de que reconocer lo horrible del mundo es liberador. O sea, te vende un paraguas roto diciendo: *“Mira, ya sabes que va a gotear, así que ¿para qué fingir?”*. Eso sí, mientras tú te ahogas en tu propia melancolía, él se pasea por Frankfurt escuchando ópera y cobrando derechos de autor. Ironía nivel dios: el pesimismo como consuelo es como abrazar un cactus y esperar que te dé las gracias. ¿La verdadera cura? Probablemente una siesta y un té de manzanilla, pero eso no vende libros con títulos en latín.

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Schopenhauer para dummies: desglose del kit de supervivencia existencial

  • Paso 1: Acepta que el universo es un reality show fallido donde todos somos participantes sin premio.
  • Paso 2: Admira el arte (preferiblemente su obra) para distraerte del vacío. ¡Voilà! Filosofía que incluye autobombo.
  • Paso 3: Repite como mantra “la voluntad es mala” mientras ignoras que él vivió hasta los 72 años… ¡con voluntad de hierro!

¿Y esto funciona o es humo con olor a bergamota?

La gracia está en que el pesimismo schopenhaueriano es el ancestro de los influencers de la autoayuda. En vez de venderte detox de positivismo, te ofrece un buffet libre de desesperanza. ¿Efectivo? Si consideras que llorar en un cojín con forma de nube es “terapia”, quizá sí. Pero cuidado: comprar su filosofía es como encargar una pizza sin queso… y que te llegue sin masa.

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Preguntas que seguramente te estás haciendo (mientras suspiras y miras por la ventana)

¿Schopenhauer me devolverá el dinero si no soy feliz tras leerlo?
Imposible. Su sistema incluye cláusulas en letra gótica que dicen: *“La infelicidad es feature, no bug”*. Además, murió en 1860. Reclamar sería como demandar a un fantasma por venderte escalofríos.

¿Puedo usar sus ideas para justificar quedarme en pijama todo el día?
¡Claro! Él lo llamaría “dominar la voluntad de no hacer voluntades”. Eso sí, si tu madre te regaña, dile que estás practicando ascetismo moderno. Si no funciona, blame the philosopher.

¿Y si mezclo su pesimismo con memes de gatos tristes?
Felicidades: acabas de crear la filosofía del siglo XXI. Schopenhauer aprobaría… o te mandaría a callar con una mirada capaz de congelar café.