Foto extraida del video de Youtube
Cómo cocinar pulpo a la gallega sin que te tentaclee la vida (literalmente)
Paso 1: Congela al bicho (sí, es personal)
El pulpo fresco tiene más carácter que un suegro en una reunión familiar. Congélalo mínimo 48 horas para que los tentáculos se relajen y no acaben bailando breakdance en tu plato. ¿Por qué? Porque rompe las fibras y evita que, al cocerlo, se ponga más tieso que un selfie con filtro. Si te saltas este paso, prepárate para masticar algo que parece una llanta reciclada.
La cocción: donde la magia (y el miedo) suceden
Hierve agua en una olla grande como tu paciencia. Cuando rompa a burbujear, agarra al pulpo por la cabeza (con coraje, que no muerde… ya) y mételo tres veces en el agua, como si fuera un ritual para ahuyentar maleficios. Esto evita que la piel se despegue más que un calcetín en verano. Luego, déjalo cocer a fuego lento 40-50 minutos. ¿Cómo saber si está? Clávale un tenedor: si entra como en mantequilla templada, listo. Si no, sigue cocinando o reza a San Xurxo, patrón de los mariscos testarudos.
Cortar y servir: sin traumas poscocción
Olvídate del cuchillo de la abuela. Usa tijeras de cocina: corta los tentáculos en rodajas como si fueran salchichón gourmet. Sirve en una madera, espolvorea pimentón dulce (el que pica es para valientes), sal gruesa y un chorreón de aceite. Acompáñalo con patatas cocidas que hayan absorbido el caldo del pulpo como esponjas sibaritas. Si alguien critica tu obra, recuérdale que los tentáculos no se cocinan solos (aunque a veces lo parezca).
¿El pulpo se rebela? Preguntas que te hacen hervir de la curiosidad (y cómo domarlas)
- ¿Y si no tengo olla de cobre? No pasa nada. Una olla normal sirve, pero ponle un plato encima para que el pulpo no salga a saludar como el monstruo de una película de los 80.
- ¿Congelar mata los nervios del pulpo? Sí, y los tuyos también si olvidas descongelarlo. Sácalo la noche anterior y déjalo en la nevera. Si lo echas directamente a la olla, tendrás un bloque de hielo con tentáculos.
- ¿El corcho en la olla funciona? Es el mito más viejo del mar. No ablanda nada, pero puedes usarlo para tapar una botella de vino… que te hará falta después de lidiar con esto.
Bonus track: errores que convierten tu pulpo en drama
- No remojarlo en agua fría tras cocerlo: quedará más pegajoso que un chicle en el zapato.
- Cocinar a todo trapo: el fuego alto solo sirve para quemar ilusiones (y el pulpo).
- Olvidar el pimentón: es como ir a Galicia y no ver llover. ¿En serio?
Pulpo a la gallega en 3 pasos: porque la vida es demasiado corta para masticar goma
1. El pulpo NO es un chicle (y aquí la ciencia lo demuestra)
Primer mandamiento: congelar al bicho antes de cocerlo. ¿Por qué? Porque sus tentáculos tienen más elasticidad que un resorte de trampolín. Si lo lanzas directo a la olla, te arriesgas a que quede como una suela de zapato medieval. La congelación rompe las fibras, asegurando que cada bocado sea tierno, no gomoso. Pro tip: si al morderlo escuchas un «crunch», algo salió terriblemente mal.
2. La cocción: un baño caliente con patatas (nada de velas aromáticas)
Hierve agua en una olla más grande que tu amor por el café. Agrega sal gruesa como si fueras Poseidón enfadado y sumerge al pulpo agarrando la cabeza con tongs (sí, parece ritual vudú, pero funciona). Lo sacas tres veces antes de dejarlo cocer para que no se asuste y se ponga tieso. Añade patatas cortadas como ladrillos: absorben el sabor y evitan que el pulpo flote como un globo en desfile. Cocina 40 minutos si pesa menos que tu gato, 60 si rivaliza con un bulldog.
3. El emplatado: donde el pimentón se vuelve protagonista
Escurrir, cortar en rodajas con tijeras (los gallegos juran que los cuchillos son para herejes) y servir sobre madera. La clave: aceite de oliva virgen extra y pimentón dulce o picante, según tu tolerancia al drama. Espolvorea con sal gorda como si lloviera en el Atlántico. Si alguien pregunta «¿le pones ajo?», responde con una mirada de desprecio ancestral. Esto no es Italia, es Galicia, señora.
¿Y si me sale mal? Preguntas que duelen (y sus respuestas)
—¿Puedo usar pulpo en lata para ahorrarme el trauma?
Técnicamente sí, pero prepárate para que tu abuela gallega se materialice en tu cocina y te zarandee como a una alfombra.
—¿Qué hago si el pulpo sigue duro después de cocerlo?
Dos opciones: 1) Llámalo «experiencia gastronómica texturizada» y sírvelo con orgullo. 2) Úsalo como pelota antiestrés. La culpa es del congelador, no tuya.
—¿El vino blanco es obligatorio para acompañar?
No, pero beberlo mientras cocinas aumenta un 300% tus posibilidades de hablar con acento gallego. Y eso, amigos, es éxito puro.