Foto extraida del video de Youtube
Dormir en Benidorm: cuando los ronquidos compiten con la fiesta de la calle (y tú pierdes)
El triángulo de las Bermudas del sueño: ronquidos, copas y tu cara de ¿en serio?
Imagina esto: te tumbas en la cama tras un día de playa y paella, listo para descansar. ¡Error! A tu izquierda, el compañero de habitación ronca como si una orca estuviera atascada en su garganta. A tu derecha, la calle suena a Eurovisión organizado por gente con bebidas energéticas intravenosas. Tú, en medio, cuestionando si Benidorm es un reality show oculto. ¿Qué hacer? ¿Abrir la ventana y gritar “¡Eh, que aquí hay un mártir!”? Lo más probable es que te coreen el *“¡Qué calor, qué calor!”* del verano.
Herramientas de supervivencia: tapones vs. resignación
La lucha es épica. Tus armas:
– Tapones de oídos (que, seamos sinceros, aguantan menos que el hielo en agosto).
– Una almohada sobre la cabeza (combinación sauna + intento fallido de asfixia).
– Rezar para que el de al lado se dé la vuelta y deje de sonar como un motor diesel.
Mientras, en la calle, alguien canta *“Despacito”* a las 3 a.m., desafinando más que un gato en una trituradora. Conclusión: duermes menos que un guardia de tráfico en temporada alta.
¿Es legal declarar la guerra al ruido? (Preguntan los zombis)
– ¿Hay zonas “tranquilas” en Benidorm? Sí: el fondo del mar. En tierra, el silencio es un mito como el unicornio de la paella mixta.
– ¿Los hoteles ponen insonorización? Algunos prometen paredes “antirruido”, que en realidad son de papel maché pintado.
– ¿Y si me uno a la fiesta? Ahí está el truco: si no puedes vencerlos, baila reggaetón hasta que el cuerpo aguante. Eso sí, al día siguiente serás un cadáver con gafas de sol.
¿Ronquidos o karaoke? El dilema que la almohada no resolverá
Dormir en Benidorm es como jugar al *Fortnite* en modo hardcore: sobrevives milagrosamente, pero nadie te da medallas. Eso sí, al menos tendrás anécdotas para decir: “¿Que si he viajado? ¡Yo sobreviví a una noche entre un trombón humano y una discoteca callejera!”. Y al final, siempre queda el consuelo: el desayuno buffet incluye café ilimitado. ☕💀
Cómo encontrar una cama cómoda entre el ruido, el sol y las ofertas de ‘chiringuitos’ (misión imposible)
El arte de esquivar decibelios (y al vecino con la radio a todo volumen)
Imagina esto: estás a punto de encontrar LA cama perfecta en la playa, pero entre el DJ espontáneo que pone reggaeton a las 9 a.m. y el grupo de turistas que juega a las palas con maracas, el sueño de relajarse se esfuma. Consejo de supervivencia: busca zonas alejadas de los “puntos calientes” (léase: chiringuitos con karaoke y familias que gritan como si el helado fuera gratis). Si el ruido persiste, invierte en tapones auditivos de diseño *hipster* –al menos parecerá que estás en un festival, no en un trauma auditivo–.
Sol, arena y la batalla por la sombra: estrategias de guerrilla
El sol se comporta como ese amigo entusiasta que no entiende la palabra “no”. ¿Tu misión? Encontrar una sombra que no pertenezca a una sombrilla de 5€/hora ni a un señor que ocupa tres camas con su toalla. Truco infalible: lleva tu propio toldo plegable y despliégalo con la épica de un héroe de Marvel. Si la arena quema más que una pizza en un horno nuclear, prueba calzado tipo sandalias antilava (o sea, chanclas normales, pero con actitud).
Ofertas de ‘chiringuitos’: cuando el “2×1” es una trampa mortal
“¡Cama con bebida gratis!” suena tan bien como sospechoso. Spoiler: la “bebida” será un vaso de agua del grifo con un limón triste. Regla de oro: si el cartel tiene más letras que un contrato de Netflix, sal corriendo. Prioriza chiringuitos con reseñas reales (no las de “Juan Pérez, 5 estrellas, ¡¡¡viva el zumo!!!”) y mira siempre el precio *antes* de sentarte. Si te ofrecen un masaje “gratis”, asegúrate de que no termines pagando la universidad del masajista.
¿Preguntas que arden más que la arena al mediodía?
¿Cómo sé si una sombrilla no me costará un riñón?
Fácil: si el precio no está visible, es como Tinder: probablemente oculta algo. Pregunta siempre ANTES de abrir la cartera.
¿Y si el chiringuito tiene música de los 80 a todo volumen?
Negocia como si fueras un diplomático: “¿Cambiamos ‘Livin’ on a Prayer’ por un poco de silencio… y una caña?”. Si falla, recurre a los tapones *hipster*.
¿Hay camas libres después de las 12?
Sí, pero suelen estar junto al baño público o bajo el nido de gaviotas más revoltosas de la costa. Llega temprano o aprende a meditar entre gritos de niños y olores dudosos.