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Foto extraida del video de Youtube
¿Adivinar refranes? ¡Ni que fuera adivino!
¿Te has puesto a pensar que los refranes son como los memes de la abuela? Cortos, contundentes y con una sabiduría que te deja pensando: «¿De dónde sacaron esto?». Pero adivinarlos es otro nivel. Es como intentar descifrar un acertijo escrito por un filósofo con prisa. «A buen entendedor, pocas palabras bastan», pero si no eres ese «buen entendedor», te quedas mirando al vacío como si te hubieran hablado en arameo.
La gracia de los refranes está en su doble sentido, y ahí es donde la cosa se pone divertida. «No por mucho madrugar amanece más temprano» suena a que alguien se levantó a las 5 a.m. y se enojó porque el sol no le hizo caso. Pero, ¿cómo adivinas eso si no tienes ni idea de qué va el rollo? Es como jugar al «¿Qué estoy pensando?» con tu abuelo, y siempre pierdes.
Y no hablemos de los refranes que parecen salidos de un laberinto mental. «Cría cuervos y te sacarán los ojos» suena más a una advertencia de una película de terror que a un consejo de vida. ¿Cómo se supone que adivines eso? ¡Ni con una bola de cristal! Así que, si te pones a jugar a adivinar refranes, prepárate para reírte de ti mismo, porque «el que se ríe último, ríe mejor»… o algo así.
¿Tienes dudas? Aquí te las resolvemos
– ¿Por qué los refranes son tan difíciles de adivinar? Porque están llenos de metáforas y sabiduría popular que no siempre es obvia. Es como si tu abuela te hablara en código.
– ¿Hay algún truco para adivinarlos? Más o menos. Familiarízate con los más comunes y practica. Aunque, ojo, «la práctica hace al maestro», pero no te vuelvas adivino de la noche a la mañana.
– ¿Qué hago si no entiendo un refrán? Pregunta o búscalo en internet. Total, «más sabe el diablo por viejo que por diablo», y Google es bastante viejo en esto de saberlo todo.
Refranes que te dejarán con la boca abierta (y no por adivinar)
¿Alguna vez te has quedado boquiabierto con un refrán? No, no hablamos de esos que tu abuela repetía como si fueran la Biblia, sino de esos que te hacen pensar: «¿En qué cabeza cabía esto?». Los refranes son como los memes antiguos: cortos, contundentes y, a veces, tan absurdos que no sabes si reír o llorar. Por ejemplo, ¿quién fue el genio que dijo «A caballo regalado, no se le miran los dientes»? ¿Acaso nunca recibió un caballo con caries?
Luego está el clásico «Más vale pájaro en mano que ciento volando». Ok, suena sabio, pero ¿qué pasa si el pájaro en mano es un loro que no para de gritar «¡Viva el rey!»? ¿De verdad es mejor que cien pájaros libres y silenciosos? Y no olvidemos el famoso «El que tiene boca se equivoca». ¿En serio? ¿Eso es todo? ¿No hay más sabiduría que eso? Parece más bien una excusa para justificar un error garrafal.
Pero el premio al refrán más surrealista se lo lleva «Cría cuervos y te sacarán los ojos». ¿Quién en su sano juicio pensó en criar cuervos? ¿Y por qué alguien esperaría que le devolvieran el favor con un ataque ocular? Este refrán es como una película de terror en una sola frase. Y, sin embargo, ahí está, pasando de generación en generación como si fuera lo más normal del mundo.
¿Tienes dudas? Aquí te las resolvemos
¿Por qué los refranes son tan raros?
Porque nacieron en una época en la que la gente no tenía Netflix y tenía que inventarse cosas para entretenerse.
¿Sirven para algo los refranes?
Sí, para ganar discusiones sin tener que dar explicaciones.
¿Puedo inventar mi propio refrán?
Claro, pero cuidado: si no tiene sentido, te arriesgas a que te miren como si hubieras criado cuervos.