Foto extraida del video de Youtube
Autor El Principito: Por qué Saint-Exupéry merece un monumento (y no es un zorro místico)
¿Alguien ha visto una estatua de Antoine de Saint-Exupéry con una placa que diga *“gracias por no escribir un manual de autoayuda con zorros parlantes”*? No. Y eso es un crimen. El tipo era aviador, escritor y dibujante de universos diminutos con preocupaciones existenciales, no un vendedor de bufandas filosóficas. Mientras el planeta sigue obsesionado con el zorro que domesticó a medio internet, el verdadero héroe aquí es el hombre que sobrevivió a cuatro accidentes aéreos, escribió un libro en Nueva York huyendo de los nazis y, entre café y café, nos regaló la frase *“lo esencial es invisible a los ojos”* sin cobrar derechos de autor.
Imaginemos por un segundo: ¿qué monumento le haría justicia?
– Uno donde aparezca sosteniendo un avión de juguete en una mano y un lápiz en la otra.
– Con una placa que diga: *“Aquí yace el único humano que logró que un niño rubio de otro planeta nos hiciera llorar más que una cebolla en fiesta”*.
– Y cero referencias a rosas dramáticas o baobabs amenazantes (que conste, los baobabs son geniales, pero Saint-Ex no era jardinero).
La gente piensa que *El Principito* es un cuento para dormir a críos con ansiedad metafísica. Error. Detrás hay un hombre que convirtió sus miedos, guerras y viajes en odiseas literarias, sin caer en el cliché del “escritor torturado”. Si Hemingway hubiera sido amigo suyo, le habría robado la corbata por envidia. ¿Y saben qué? El monumento ya existe: cada vez que alguien lee el libro y piensa *“carambolas, esto no es solo un zorro que da consejos raros”*.
¿Tienes dudas? Aquí van respuestas (sin filosofía barata)
¿Por qué no hay más estatuas de Saint-Exupéry?
Porque el mundo está ocupado erigiendo figuras de influencers de TikTok. Prioridades, amigos.
¿Era el zorro su alter ego?
No. El zorro era el *sidekick* sabio; Saint-Ex era el tipo que escribía cartas a su mujer desde el Sahara mientras reparaba aviones con cinta adhesiva.
¿Y si el monumento incluyera una frase suya menos conocida?
“Amar no es mirarse el uno al otro, sino mirar juntos en la misma dirección”. Perfecta para memes de parejas que viajan en avioneta.
¿Qué diría él de su legado?
Probablemente: *“Dejen de tomar selfies con ediciones vintage del libro y vayan a vivir su propia aventura… pero lleven paracaídas, por favor”*.
Autor El Principito: descubre quién lo escribió en realidad (spoiler: no es un niño perdido en Marte)
¿Crees que El Principito lo escribió un pequeño rubio con bufanda mientras domesticaba zorros intergalácticos? ¡Ja! Aquí va el chasco: el genio detrás de este libro no era un niño, no vivía en un asteroide y, lo siento románticos, tampoco viajaba en una bandada de pájaros salvajes. El responsable fue Antoine de Saint-Exupéry, un francés alto como un baobab, piloto de aviones y con más viajes en su currículum que un influencer en crisis existencial. Eso sí, igual de poético que su personaje: mientras otros escribían en cafés, él lo hizo entre avionazos en el Sahara y crisis matrimoniales.
¿Un piloto que escribía? ¡Houston, tenemos incongruencia!
Si te imaginas a Saint-Exupéry como un señor serio de bigote aburrido, borra ese mental. Este tipo combinaba aviones, amores complicados y borracheras épicas como si fuera un personaje de telenovela aeronáutica. Escribió El Principito en 1942, durante su exilio en Nueva York, lejos de la Segunda Guerra Mundial y probablemente añorando un buen croissant. Curiosidad friki: el manuscrito original incluía dibujos hechos por él mismo (sí, los del cordero «inside» de la caja), lo que lo convierte en el primer libro fanfic ilustrado por su propio autor.
¿Y por qué un piloto escribió sobre un niño espacial?
La respuesta está en su biografía: Saint-Exupéry sobrevivió a un accidente aéreo en el desierto libio en 1935 (¿te suena el planeta del principito?). Esa experiencia, mezclada con su obsesión por la infancia y su mala relación con los adultos «serios», dio como resultado este viaje filosófico disfrazado de cuento infantil. El libro, por cierto, no era exactamente para niños: habla de soledad, relaciones tóxicas («rosa problemática, te miro a ti») y la absurdez de las guerras. Básicamente, Rick y Morty pero con más metáforas y menos salsa de Szechuan.
¿Sabías que…? Preguntas que ni el zorro del libro te respondería
- ¿Saint-Exupéry era un principito en secreto? No, pero desapareció en un vuelo en 1944 como si quisiera imitar a su personaje. Su cuerpo nunca se encontró, alimentando teorías conspiranoicas del nivel «¿y si se fue a vivir al asteroide B-612?».
- ¿Por qué el principito no tenía nombre? Porque el autor odiaba a los adultos que pierden su esencia. ¡Ah, la ironía de que ahora lo estudien en universidades!
- ¿Era el cordero de la caja una metáfora? Spoiler: Sí. Representa lo invisible que solo se ve con el corazón… o que Saint-Exupéry dibujaba como un niño de cinco años.