Foto extraida del video de Youtube
Lentejas con chorizo: ¿la receta que tu abuela aprobaría (o te desheredaría por hacerla así)?
Ingredientes: lo que sí y lo que te hará llorar en el testamento familiar
Para empezar, olvídate del chorizo vegano. Tu abuela levantaría una ceja desde el más allá si intentas eso. La lista es simple, pero sagrada:
- Lentejas (no, las de bote no cuentan; esto no es un tutorial para millennials con prisa).
- Chorizo de pueblo, ese que parece haber sido bendecido por un cura entre jamones.
- Pimentón que huela a huerta, no a especiero de 2015.
- Agua (del grifo, no mineral con gas, por favor).
Si añades kale o quinoa, mejor ni menciones este artículo en tu próximo cumpleaños familiar.
La cocción: entre el amor y el terror a defraudar
Aquí es donde el sofrito se convierte en un drama de telenovela. Si la cebolla no suda como un corredor de maratón en julio, mal asunto. El chorizo debe dorarse lo justo para que suelte sus grasas como confesiones en terapia. Luego, las lentejas entran a la olla con la solemnidad de un ritual: remojadas desde la noche anterior, como mandan los cánones.
¿Fuego alto o bajo? Bajo, siempre bajo. Esto no es una carrera, es una relación a largo plazo. Si la olla hierve como un volcán en erupción, prepárate para que tu tía te recuerde cada Navidad «aquella vez que arruinaste las lentejas».
Errores que te convertirán en el villano de las reuniones
- Usar tomate triturado de brick: la abuela usaba tomates de su huerto, no algo que parece pintura plástica.
- Ahogar las lentejas en caldo de pollo industrial: esto no es un puré de emergencia, es un plato con dignidad.
- Servir sin pan: si el pan no está más crujiente que los comentarios de tu suegra, mejor ni lo intentes.
Y por favor, nunca, jamás, metas la batidora para espesar. Eso es como poner autotune a un flamenco.
¿Preguntas que harían temblar el delantal de tu abuela?
¿Puedo usar chorizo picante?
Sí, si quieres que tu abuela te aparezca en sueños diciendo «niño, ¿en qué momento te perdí?». El chorizo tradicional no pica, ¡es como un abrazo de manteca!
¿Y si le echo vino?
Si es para la olla, bien. Si es para ti mientras cocinas, asegúrate de no confundir los cucharones.
¿Sirve la olla exprés?
Sí, pero la abuela diría que «las prisas son para los médicos, no para las lentejas». Si usas una, al menos reza un padrenuestro mientras silba.
Cocinar lentejas con chorizo sin que queden como un experimento fallido: trucos que hasta un becario en la cocina podría dominar
El chorizo no es un accesorio: que no te engañe su cara de «yo aquí mando»
¿Sabes por qué tus lentejas parecen un pantano de tristeza? Porque tratas al chorizo como un invitado secundario. Primera regla: elige un chorizo que no tenga miedo a soltar grasa como si fuera un influencer en vacaciones. Si es curado, mejor; si es fresco, que al menos tenga carácter (nada de esos chorizos que parecen recién salidos de terapia). Trocéalo en rodajas no tan finas como para que desaparezcan, pero tampoco tan gruesas que parezcan troncos flotando. Ah, y no lo eches crudo directamente: dale un paseíto en la olla con un chorrito de aceite. Que suelte sus jugos como si fuera una telenovela.
Las lentejas no son un experimento de resistencia: cronómetro en mano
Las lentejas tienen el ego frágil. Si las cocinas de más, se deshacen como tu autoestima un lunes por la mañana; si te quedas corto, parecen piedras de la Edad de Hielo. ¿Solución? ¡Temporizador! 25-30 minutos a fuego medio después de hervir, y ni un segundo más. Y no, no sirve confiar en el «yo voy viendo». Usa una cuchara para probar: deben estar tiernas, pero sin pasarse a puré de bebé. Bonus track: si usas olla exprés, reduce el tiempo a 10-12 minutos. Y no, no cuentes los minutos viendo TikTok, que luego se te olvida.
El sofrito: tu mejor aliado (o tu peor enemigo si lo quemas)
Aquí no valen atajos. Un sofrito quemado convierte las lentejas en un drama gastronómico del que no te recuperas. Pica cebolla, ajo, pimiento y un tomate (sí, aunque te dé pereza pelarlo). Sofríe a fuego lento, como si estuvieras calentando leche para un bebé. Si ves humo, apaga el fuego y reza. Cuando esté doradito, añade las lentejas ya escurridas, el chorizo, agua o caldo (hasta cubrir dos dedos por encima), y una hoja de laurel para darle ese toque de «abuela que sabe lo que hace». Remueve, tapa, y deja que la magia ocurra.
¿Preguntas que huelen a quemado? Aquí las resolvemos
¿Puedo usar lentejas de bote para salvar mi dignidad?
Sí, pero si quieres que te tomen en serio, lávalas bien. Vienen más saladas que un comentario de suegra.
¿Y si no tengo chorizo?
Usa panceta, morcilla o hasta un par de salchichas vienesas (pero no le digas a nadie, queda entre nosotros).
¿Por qué se me quedan aguadas?
Porque te emocionaste con el agua. La próxima vez, mide con el dedo índice: dos falanges por encima de las lentejas, ni más ni menos.
¿Sirve meterlas en la nevera para el día siguiente?
¡Claro! Las lentejas recalentadas son como el amor de tu ex: saben mejor cuando ya no hay remedio.