Foto extraida del video de Youtube
Únicos, ricos y malagueños: ¿Qué sabe la cofradía el rico de Málaga que nosotros no?
La Cofradía El Rico lleva siglos guardando secretos más apretados que un botón en unos vaqueros recién lavados. ¿Su arma infalible? El ajoblanco, una sopa fría que desafía las leyes de la física: espesa pero ligera, sencilla pero con un toque que hace pensar “¿¡qué coño le echan!?”. La receta original, dicen, está escrita en pergamino y custodiada por una abuela con mirada de “no pruebes a pedirme la hora”. El truco parece ser la almendra malagueña, molida hasta lograr una crema que podría reconciliar a dos suegras en Navidad. Eso, y añadirle uvas o melón como si fueran confeti en una fiesta: todo vale, pero con estilo.
¿Se puede clonar el sabor sin que te caiga una maldición centenaria?
Imposible. Los de la cofradía juran que sin el agua de Málaga (mezcla de sal de la costa y el sudor de un verano a 40ºC) no hay milagro. Los intentos de imitación suelen terminar en tragedia: o saben a pegamento o se convierten en un smoothie de almendras con identidad crisis. El Rico usa ingredientes que parecen básicos, pero en sus manos son pura alquimia: pan duro que resucita como estrella de la receta, ajo dosificado con precisión de relojero suizo y aceite de oliva que, según rumores, se recoge bajo luna llena.
El ritual: más complicado que montar un mueble de Ikea sin instrucciones
Preparar el ajoblanco como ellos requiere seguir pasos que harían sudar a un monje tibetano. Primero: batir las almendras hasta que liberen su alma (literal, hay testigos). Segundo: añadir el ajo sin que domine el sabor, como invitado que se cuela en una fiesta pero no roba el protagonismo. Tercero: servir en cuenco de barro, porque el plástico le da mal rollo al plato. Si fallas en algo, lo sabrás: tu creación tendrá el mismo carisma que un flan sin huevo. Ah, y olvida las medidas exactas; aquí se cocina “a ojímetro”, método heredado de generaciones que, claramente, no necesitaban Apps para triunfar.
¿Ya te picó la curiosidad? Aquí van las preguntas que todos nos hacemos (y alguna trampa)
- ¿La receta está escondida bajo una baldosa de la Alcazaba?
Más o menos. Corre el mito de que solo la conocen tres personas, y si alguna habla, se transforma en un bizcocho de mantecados. - ¿Puedo sustituir la almendra malagueña por otra?
Sí, pero el resultado será como un churro sin chocolate: triste y cuestionable. - ¿Hay que nacer en Málaga para dominar el ajoblanco?
No, pero ayuda. Si eres de fuera, prepárate para sobornar a una abuela con polvorones. Eso, o jurar lealtad al escudo de la cofradía.
Cofradía el rico Málaga: El club de los que toman vino dulce mientras tú sudas en la playa
Imagina esto: estás en Málaga, el sol derrite hasta las sombras y tu crema solar se evapora más rápido que tu sueño de conseguir un six-pack en verano. Mientras tú luchas por no convertirte en un *rollito de playa*, ellos. Ellos están en la Cofradía el Rico, sentados como emperadores romanos modernos, con una copa de vino dulce en una mano y un abanico en la otra. ¿El único ejercicio que hacen? Levantar la ceja cuando alguien sugiere que el Pedro Ximénez «no es un desayuno saludable». Aquí, el único sudor permitido es el que forma la condensación en la copa.
El ritual secreto: uvas, fresquito y cero preocupaciones
La Cofradía no es un club cualquiera. Tienen reglas no escritas pero sagradas:
- Si el termómetro supera los 30°C, el vino se sirve más frío que el corazón de tu ex.
- Las conversaciones sobre dieta se limitan a discutir si el Moscatel pega mejor con queso curado o con una siesta.
- Prohibido mencionar la palabra «hidratación» si no es para referirse a rellenar la copa.
Mientras en la playa la gente juega al «¿es una ola o un tsunami?», aquí el drama máximo es que se acabe el Lagrima Cristal.
¿Cómo unirte a esta hermandad del dulce desenfreno?
Requiere habilidades avanzadas: dominar el arte de beber a las 11 a.m. sin culpa, reconocer un buen vino de pasas con los ojos cerrados y, sobre todo, saber reírse del bronceado desigual de los demás. Si cumples con lo anterior, solo queda superar la prueba final: elegir entre «soleá» o «torrijas» como palabra clave para pedir la segunda ronda. Spoiler: ambas están bien, pero una viene con una tapa de almendras fritas.
¿Preguntas que ni te habías hecho pero que ahora quieres saber? 🤔
- ¿Qué pasa si llevo una botella de agua «por si acaso»?
Te mirarán como si hubieras llegado a una boda con zapatillas de deporte. El agua aquí es como el kale: existe, pero fingimos que no. - ¿Hay código de vestimenta?
Obligatorio: algo flojo que no oprima después del tercer vaso. Opcional: sombrero de ala ancha para hacer sombra a tu copa. - ¿Aceptan a los que prefieren el vino seco?
Sí, pero se les asigna un tutor emocional (un socio con un Sherry en la otra mano) para su reintegración social.
Ahora, si nos disculpas, tenemos que ir a comprobar si el siguiente sorbo sabe a uva pasas o a victoria sobre el verano. 🍷✨