Foto extraida del video de Youtube
La fortaleza restaurante chicote: ¿fortaleza de sabor o castillo de humo?
¿Imaginas un lugar donde los platos llegan con más fama que un influencer en Ibiza? Restaurante Chicote es eso: un sitio que promete batallas épicas de sabor, pero ¿gana la guerra o se queda en trinchera de humo? Sus críticos juran que es como un caballero medieval: armadura reluciente por fuera, pero por dentro… ¿un pollo asado con ansiedad existencial? Los defensores, en cambio, alaban sus croquetas como si fueran reliquias sagradas. La verdad está en el plato: ¿es esto gastronomía con estrella Michelin o un reality show donde el marketing cocina y los comensales son extras?
El menú: ¿armas de destrucción masiva o fuegos artificiales mojados?
La carta de Chicote parece escrita por un poeta con prisa: tostas de ibérico que suenan a sinfonía, arroz meloso que promete abrazos de abuela y postres con nombres de película de Marvel. Pero, ¡atención! ¿El sabor está a la altura del guión? Algunos comensales dicen que el solomillo al whisky es tan tierno que «llorarías de emoción», mientras otros murmuran que el risotto de bogavante tiene la consistencia de un mensaje de ex arrepentido: intenso al principio, decepcionante al final. Y ni hablamos de los precios: pagas como si compraras un castillo, pero ¿te llevas un palacio o un apartamento en la quinta planta sin ascensor?
El ambiente: ¿banquete real o fiesta de disfraces?
Si las paredes de Chicote hablaran, contarían historias de celebrities, turistas con sueños gastronómicos y locales que van «por ver qué onda». El decorado es instagrammable hasta el último tenedor, pero ¿es auténtico o puro teatro? Las mesas están tan cerca que escuchas los secretos del vecino (ideal si te gusta el drama ajeno), y los camareros son rápidos… aunque a veces parecen participar en una carrera de Fórmula 1. ¿Vale la pena? Depende: si buscas foto para el feed, es tu sitio. Si quieres silencio para oír hervir el agua, mejor ve a una biblioteca.
¿Tienes dudas? Aquí las respuestas (sin filtro ni protocolo)
¿Es necesario vender un riñón para comer aquí?
No, pero sí un trocito de alma. Los precios son de «lujo accesible», si tu definición de lujo incluye no pagar la hipoteca este mes.
¿Las croquetas justifican el hype?
Son buenas, pero si esperas que te cambien la vida, mejor ve a terapia.
¿Se puede ir en chándal o hay que disfrazarse de duque?
El dress code es «elegante casual», o sea, puedes llevar jeans… pero que no parezcan sacados de la lavadora.
¿Algún plato que evitar como si fuera spoiler de Juego de Tronos?
El tartar de atún divide opiniones: o lo amas o lo usas como pisapapeles.
¿Reserva obligatoria o puedo aparecer como alma en pena?
Sin reserva, tu aventura terminará antes que un helado en agosto. ¡Planifica como si fueras a invadir un reino!
La fortaleza restaurante chicote: donde los precios son tan altos como las expectativas (y igual de desmoronadas)
¿Alguna vez has entrado a un lugar donde el menú te hace pensar que te han cobrado “ceros extras” por error? Bienvenido a La Fortaleza Restaurante Chicote, donde pagar 30 euros por una ensalada que parece hecha por un niño de cinco años (con suerte) es *normal*. Aquí, el concepto de “plato gourmet” se interpreta como: “ponle una hoja de albahaca a eso y cobra el doble”. Las críticas en Google oscilan entre *“¿esto es una broma?”* y *“si quiero arruinarme, mejor voy a la Bolsa”*. Eso sí, el mantel está impecable… hasta que descubres que es de papel lavable (reutilizado, probablemente).
Los platos estrella del lugar tienen nombres que suenan a *obra de teatro de Shakespeare*: *“Sinfonía de Bogavante en Lluvia Ácida de Caviar”*. Suena épico, ¿no? Pues llega a la mesa y es… un trozo de marisco con mayonesa decorada con perejil. Los camareros, expertos en el arte del *flamenco verbal*, te explican cada ingrediente como si estuvieran revelando el secreto de la inmortalidad. Spoiler: el único secreto es que el 90% del precio es por la actuación. Y no, no aceptan aplausos como forma de pago.
¿Qué incluye tu factura? (más allá de un ataque al corazón)
– Agua mineral: 8 euros. Sí, has leído bien. Parece que la filtran directamente del río Leteo, el de la mitología griega que te hace olvidar todo… como tu presupuesto mensual.
– Pan con aceite: 12 euros. O como ellos lo llaman, *“Esencia Ibérica en su estado más puro”*. Traducción: dos rebanadas de pan de supermercado y un chorrito de aceite de la casa (que huele a armario de la abuela).
– Propina sugerida: 10%. Sugerida como un “o pagas o te persigo con una cuchara de postre”.
¿Vale la pena? Preguntas que arden más que el arroz quemado de su paella
¿El chef es un espía de Michelin?
No, pero tiene un primo en Interpol. La relación calidad-precio aquí es más misteriosa que el origen del universo.
¿Puedo pedir un préstamo en la entrada?
No, pero aceptan lágrimas como moneda de cambio. Eso sí, deben ser *auténticas* y recogidas en un vial de cristal de Murano.
¿Al menos las copas son de oro?
Las copas son de vidrio… pero la factura viene con relieve dorado. Para que recuerdes que estuviste a punto de comprarte un televisor nuevo y en vez de eso te comiste un tomate cherry con etiqueta de diseño.
Ahora, si aún quieres ir, asegúrate de llevar: 1) tu tarjeta de crédito sin límite, 2) un tentempié por si acaso, y 3) un testigo que jure que no fuiste tú quien eligió ese lugar.