Foto extraida del video de Youtube
La valenciana restaurante: ¿el secreto mejor guardado… o el que todos quieren olvidar?
¿Has entrado alguna vez a un lugar donde el mantel tiene más historias que tu abuela? La Valenciana es ese restaurante que genera más polarización que un debate sobre piña en la pizza. Unos juran que es una joya escondida, como ese primo lejano que heredó un castillo pero vive en pijama. Otros, en cambio, prefieren borrar su existencia de la memoria colectiva, como si hubieran visto algo que no debían. ¿El motivo? Imagina un sitio donde el arroz es tan socorrido como los chistes de tu cuñado en Navidad, pero con el triple de drama.
La lista de los «porqués» (o cómo justificar una esquizofrenia culinaria)
– Razones para considerarlo «secreto»: El chef, apodado *El Alquimista*, convierte una paella en algo entre místico y surrealista (¿azafrán o polvo de hadas?).
– Razones para querer olvidarlo: El menú incluye platos con nombres como *«Sinfonía de Berenjena»* que, al llegar a la mesa, son solo berenjena. Con mayonesa.
– Decoración: Si los años 70 y una tienda de disfraces tuvieran un bebé, sería este local. Cortinas de terciopelo rojo incluidas.
Ah, pero hablemos de la paella. En Valencia, mencionar este plato es como hablar de fútbol: todo el mundo tiene una opinión y nadie escucha. La Valenciana sirve una versión que algunos llaman *«innovadora»* y otros *«herejía con patas»*. ¿Arroz caldoso? ¿Sin garrofón? ¿Con *¡chorizo!*? Aquí los comensales no discuten sobre política, sino sobre si el chef merece un Michelin o un examen psiquiátrico.
¿Clientes o personajes de un reality show?
El personal es tan peculiar que podrían tener su propio programa: *«Camareros: más perdidos que un pulpo en un garaje»*. Uno te cuenta su teoría conspiranoica sobre los garbanzos mientras otro intenta servirte agua sin derramarla (spoiler: no lo consigue). Eso sí, si logras pedir la cuenta sin que se les caiga una bandeja, te regalan una sobada de turrón. O eso dicen. Nadie lo ha confirmado.
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¿Qué diantres pasa con La Valenciana? (preguntas que nadie se atreve a hacer en voz alta)
¿Es caro o barato?
Depende: si mides el precio por gramo de vergüenza ajena al ver la decoración, es una ganga. Si lo mides por el tamaño de las raciones, mejor lleva un tupper.
¿La paella es auténtica?
Los puristas dicen que faltan ingredientes. Los modernos, que sobra tradición. Y el chef, que falta «abrir la mente». Traducción: no, pero sí.
¿Vale la pena ir?
Si buscas una cena normal, no. Si buscas anécdotas para contar en terapia, sí. Eso sí, pide dirección a un local: el GPS no entiende cómo llegar. Es parte del «encanto secreto». O de la conspiración.
La valenciana restaurante y la paella: una relación más tóxica que la de Ross y Rachel
¿Quién dijo “están en un descanso”? ¡Aquí no hay descansos!
La paella y La Valenciana llevan más años de idas y venidas que un culebrón de mediodía. “¿Arroz con cosas? ¡Jamás!”, grita el chef mientras revuelve el caldero como si estuviera exorcizando un tupper de lentejas recalentadas. Y tú, pobre comensal, te preguntas si el azafrán en tu plato es azafrán o lágrimas de cocinero estresado. La receta original, esa que incluye hasta el ADN de la abuela valenciana, se defiende a capa y sartén: “Si le pones guisantes, eres un hereje; si le añades chorizo, te quemamos en la hoguera”. ¿Flexibilidad? Aquí la única flexibilidad es la del arroz al dente.
La paella no es un “lo que sea”, es un test de compatibilidad
Pides una paella en La Valenciana y es como entrar en Tinder buscando matrimonio: o juegas sus reglas o te left-swipean con mirada de desprecio. ¿Quieres foto para Instagram? Prepárate para el sermón: “Esto no es un decorado de Hollywood, es un monumento al arroz”. Y ni se te ocurra mencionar la palabra “fusionar”… ¡Aquí la fusión es lo que le pasa a tu tarjeta de crédito después de pagar! Eso sí, cuando el plato llega a la mesa, hasta Ross Geller diría: “¡Esto sí que es un *lobster*!” (bueno, quizás no, pero te lo comes igual).
Lista de cosas que hieren más que un “we were on a break”
- Decir que la paella es “como un risotto” → Automáticamente te sirven agua del grifo el resto de la noche.
- Pedir ketchup → El camarero te mira como si hubieras insultado a su perro.
- Preguntar si hay opción vegana → Te ofrecen una hoja de laurel y una cita con un psicólogo.
¿Tienes dudas? Esto no es Friends, pero casi (respuestas sin risa de fondo)
¿Por qué tanto drama con el chorizo?
Porque según La Valenciana, el chorizo en la paella es como poner a Janice en el grupo de amigos de Friends: nadie lo quiere, pero siempre aparece para arruinarlo todo.
¿Puedo pedir media paella si voy solo?
Sí, pero te cobran el doble “por el trauma emocional de ver a alguien comer arroz sin compartir”. Las paellas son como los capítulos de Ross y Rachel: están hechas para sufrirlas en compañía.
¿La paella lleva piña?
Si la llevara, el nombre del restaurante sería “La Antivalenciana” y el chef habría cambiado la sartén por una guitarra para tocar *Smelly Cat* en Central Perk. Fin de la discusión.