Foto extraida del video de Youtube
Mi sanitas citas: ¿el portal que te hace necesitar más citas (con el psicólogo)?
¿Alguna vez has sentido que solicitar una cita médica debería contar como terapia ocupacional? Si tu respuesta es “sí, y ya voy por la tercera sesión de ira contenida”, bienvenido al club secreto de víctimas de Mi Sanitas Citas. Este portal promete simplificar tu vida, pero en realidad es el entrenador personal de tu paciencia: te hace más fuerte, pero primero te destruye el alma. Entre contraseñas que se autodestruyen como misión imposible y ventanas emergentes que parecen decirte “no, en realidad no quieres ir al traumatólogo”, es normal terminar preguntándote si tu seguro incluye tratamiento para el trastorno de estrés post-portal.
Errores que te hacen cuestionar la existencia humana
¿Qué hace falta para que una web médica funcione? Mi Sanitas Citas tiene otras prioridades:
– Horarios fantasma: te muestra citas disponibles… hasta que haces clic y desaparecen, como esos calcetines que nunca vuelves a ver.
– El captcha que te odia: “seleccione todas las imágenes con semáforos”… después de tres intentos, jurarías que los semáforos son un invento de Matrix.
– La app que cría hijos: cierra sesión sola, se actualiza en pleno intento de agendar y, a veces, te pide reiniciar el universo.
Si lograste reservar tu cita, felicidades: has vencido al sistema. Ahora solo queda rezar para que no te llegue un correo de confirmación escrito en código binario.
“¿En serio necesito un máster en informática para esto?”
El portal no es intuitivo; es un rompecabezas diseñado por un bromista. ¿Quieres filtrar por especialidad? Primero debes descifrar si “traumatología” está clasificada bajo “salud” o “actividades recreativas”. ¿Intento de pago online? Prepárate para un viaje místico: la página se recarga, el botón de “siguiente” se esconde y, de pronto, tu tarjeta está bloqueada por “sospecha de fraude” (el fraude es el propio portal). La ironía final: cuando llamas al servicio de atención, te derivan a… ¡la web! ¿Es esto un experimento social?
¿Ya lloraste hoy? Preguntas que seguramente te has hecho (y no sobre tu ex)
¿Por qué el botón “Recuperar contraseña” me envía a un pozo sin fondo?
Porque el portal cree que tu contraseña debe ser tan inaccesible como tu capacidad de mantener la calle. Sugerencia: prueba con “Abc12345” y reza.
¿Cómo explica Sanitas que su web funcione peor que mi ex?
Misterios de la vida. Quizás usan servidores alimentados por hamsters en ruedas, o tal vez es un plan malévolo para aumentar la demanda de psicólogos en su red.
¿Hay esperanza de que esto mejore?
Sí. Mientras tanto, te recomendamos:
– Meditación guiada (para no lanzar el router por la ventana).
– Un diccionario de términos informáticos (por si “cookie” no significa galleta).
– Terapia de grupo con otros usuarios traumatizados.
Y si nada funciona, siempre queda la opción de escribir una carta de amor-odio a Sanitas. A veces el desahogo es la mejor medicina… aunque no esté cubierta por tu seguro.
Mi sanitas citas y la búsqueda del código perdido: una odisea épica (y no en el buen sentido)
Cuando el código de confirmación decide hacer turismo por el ciberespacio
Imagina esto: has logrado sobrevivir a la ruleta rusa de los horarios disponibles en Mi Sanitas Citas, has elegido una fecha que no colisione con tu reunión de trabajo, el cumpleaños de tu suegra y el eclipse lunar. Te sientes triunfal. Hasta que… ¡oh, sorpresa! El código de confirmación ha desaparecido más rápido que un churro en una guardería. ¿Lo enviaron por correo? ¿SMS? ¿Telepatía? Revisas la bandeja de entrada, la de spam, los mensajes antiguos de 2017, incluso el buzón de voz de tu ex. Nada. El código está viviendo su mejor vida en una playa de Bali, mientras tú sudas tinta intentando recordar si escribiste bien tu número de móvil.
El laberinto de Atenea (pero sin premio al final)
Llamar al servicio de atención al cliente se convierte en una epopeya homérica. Primero, batallas contra la IVR automática que insiste en que “la opción 3 es para consultas sobre seguros de mascotas”. Cuando finalmente logras hablar con un humano, la conversación recuerda a un diálogo de Kafka: “¿Su código? No lo tenemos registrado”. ¿En serio? ¿Y si intentamos buscarlo bajo la alfombra digital, entre los cojines del sofá virtual o en el limbo de los datos perdidos? Al final, la solución mágica siempre es: “Vuelva a solicitar la cita”. Es decir, reinicie la odisea desde el principio, como si fueras Sísifo con una tarjeta sanitaria.
La conspiración de los sistemas que “se actualizan solos”
Justo cuando crees que has domado a la bestia tecnológica, recibes un correo electrónico que dice: “*Hemos mejorado nuestra plataforma para servirle mejor*”. Traducción: hemos movido todos los botones de sitio y el código de confirmación ahora se autodestruye a los 3 segundos. Te preguntas si detrás de Mi Sanitas Citas hay un guionista de películas de suspense que se divierte viendo cómo tecleas tu DNI por decimocuarta vez. Entre tanto, tu cita médica sigue en paradero desconocido, como esos calcetines que desaparecen en la lavadora. ¿Misterio? Sí. ¿Diversión? Cero.
Preguntas que todos nos hacemos (mientras mordemos el teclado)
- ¿Por qué el código de Mi Sanitas Citas parece esconderse como un ninja?
Porque tiene un entrenamiento en sigilo nivel «misión imposible». O porque el sistema cree que, si lo encuentras, mereces ir al médico. - ¿Es normal sentir que el código me está gaslighting?
Totalmente. Cuando el correo dice “revise su bandeja” y no está, hasta tú empiezas a dudar de tu cordura. ¿Habrá inventado los emails? - ¿Algún truco para evitar que la cita se evapore?
Sí: toma una captura de pantalla, envía una carta certificada, graba un TikTok como prueba notarial… Y reza.