Foto extraida del video de Youtube
¿Restaurante Alberte Vigo? ¡Más bien un viaje sin retorno a la tierra de las sorpresas (y las croquetas dudosas)!
Croquetas: ¿juguetes de goma con salsa bechamel?
Si pensabas que las croquetas eran ese alimento reconfortante que te abraza por dentro, Alberte Vigo te espera con una versión “innovadora” que desafía las leyes de la física. Imagina morder algo que podría ser patata, podría ser cartón, pero definitivamente *no* es jamón. Ese crujido sospechoso que resuena como un trueno en tu mandíbula no es casualidad: aquí cada croqueta es una cápsula del tiempo con ingredientes de procedencia desconocida. Eso sí, el postre te lo llevas gratis: una intriga existencial del tipo *“¿esto es comida o un experimento social?”*.
El servicio: ¿estamos en Narnia o en una comedia de enredos?
Los camareros de Alberte Vigo no sirven platos, sirven experiencias. Uno te trae la bebida en una jarra que parece salida de un mercadillo medieval, otro desaparece 20 minutos tras una cortina que sospechosamente conduce a un callejón, y el de más allá te explica el menú con la convicción de quien recita un hechizo. Si preguntas por el wifi, te señalan un código QR pegado con cinta adhesiva en una maceta. Atención al detalle: las servilletas tienen más migas que tu plato principal.
El menú: poesía abstracta con sabor a desenlace inesperado
“Delicia oceánica en su punto justo de efervescencia” resulta ser… ¡sopa de pescado con gas! Y no, no es un espumoso de marisco, es literalmente Fanta mezclada con caldo. La carta es un ejercicio de creatividad literaria donde *“tierno secreto ibérico”* puede significar cualquier cosa, desde carne hasta un trozo de corcho con aceite. Eso sí, los precios son claros: altos como el Everest, pero sin la vista panorámica.
¿Qué diantres pasa aquí? Las preguntas que todos se hacen (pero nadie se atreve a vocalizar)
- ¿De qué planeta son las croquetas?
Teóricamente, de la Tierra. Legalmente, no podemos confirmarlo. Eso sí, el chef las describe como “vanguardistas”, que en este contexto significa “no aptas para seres humanos con papilas gustativas funcionales”. - ¿Es normal que el camarero hable en enigmas?
Totalmente. Si no te responde con un acertijo tipo “¿qué es verde, huele a pimentón y podría intoxicar a un elefante?”, es señal de que has entrado en una realidad paralela. - ¿Alguien ha demandado por el pulpo a la gallega?
Los abogados de Alberte Vigo prefieren llamarlo “interpretación libre de la tradición”. Nosotros lo llamamos “goma de mascar salpicada de tinta”. - ¿Es todo esto una broma?
La única certeza es que tu tarjeta de crédito llorará. El resto… bienvenido al reality show culinario donde tú eres el participante sin contrato.
Y por si te lo preguntas: no, el baño no es una atracción secundaria. Aunque viendo el cartel de “solo para valientes” en la puerta, quizá quieras aguantar hasta llegar a casa. Pro tip: si pides agua, asegúrate de que no venga en vaso de chupito. Nunca se sabe.
La carta secreta de Restaurante Alberte Vigo: ¿adivinanza culinaria o experimento social?
¿Te imaginas pedir un plato llamado “El susurro del pulpo en la playa de Samil” y que te traigan… ¡un helado de algas con galletas saladas? Eso es lo que pasa en el Restaurante Alberte Vigo, donde la carta parece escrita por un poeta con hambre (y tal vez un toque de locura). Los platos no tienen nombres, tienen *acertijos*. ¿Es un juego para foodies frikis o un estudio secreto sobre la paciencia humana? Misterio a la plancha.
Algunos dicen que el chef quiere que “sientas, no comas” (o que al menos uses el cerebro antes de los cubiertos). Otros juran que es un experimento social: ¿cuánto tiempo aguantas sin googlear “qué diablos es un tataki de nube con lágrimas de kombu”? La teoría más popular: el dueño se aburrió de los clientes que piden “lo de siempre” y ahora los obliga a descifrar menús como si fueran códigos de la CIA. Eso sí, si logras pedir sin hacerle 20 preguntas al camarero, te regalan una copa de albariño. O eso dicen los valientes que sobrevivieron.
¿Qué pasa si no resuelves el enigma gastronómico?
No worries, porque:
– Opción A: El camarero te lanza una pista tipo “¿has visto Juego de Tronos?” (spoiler: el dragón es salmón ahumado).
– Opción B: Te traen lo que sea que haya sobrado de la cocina, que puede ser desde caviar hasta una tortilla con chicle. Riesgo nivel ruleta rusa.
– Opción C: Te unes al 80% de los clientes que terminan pidiendo “lo que sea, pero con patatas”.
¿Preguntas? Claro que sí, aquí van (con respuestas… o no)
¿Por qué alguien haría esto?
Porque la vida es demasiado corta para menús aburridos. O porque el chef perdió una apuesta. Nunca lo sabremos.
¿Hay premio si adivino todos los platos?
Sí: te conviertes en el dueño del local. Mentira. En realidad, te dan un imán de nevera con la frase “soy un Sherlock Holmes de la lubina”.
¿Cómo pido la cuenta sin que me cobren de más?
Ah, eso ya es otro acertijo. Suerte descifrando la letra del camarero.
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Nota mental: Si vas, lleva un diccionario, una brújula y un psicólogo. Por si acaso.