El reparto del mundo que puso a pelear a dos imperios… ¡y aquí está el chisme histórico! 😜🌍

Foto extraida del video de Youtube


¿El tratado de tordesillas? La peor «fiesta de reparto» de la historia (y portugal no trajo regalo)

Cuando el Papa jugó a «¿Dónde está mi mitad?» con un mapamundi

Imagina esto: dos vecinos (España y Portugal) se pelean por quedarse con el pastel del «Nuevo Mundo». En vez de tirarse los platos a la cabeza, llaman al «mediador de grupo» de la época: el Papa Alejandro VI. El resultado fue el Tratado de Tordesillas (1494), una raya vertical en el mapa que decía «todo lo de aquí a la izquierda es mío, lo de la derecha… bueno, si hay algo, es tuyo». Spoiler: Portugal se quedó con un pedacito de Brasil «por error» (o por astucia geográfica, que suena más épico). Eso sí, España ni se inmutó: total, ¿qué iba a haber al este de Cabo Verde? ¿Más agua con sal?

La raya que nadie respetó (ni entendió)

El tratado fue como repartir una pizza antes de saber qué toppings tiene. España se lanzó a por el jamón ibérico (América) y Portugal se conformó con la piña (África y Asia). Pero aquí el detalle: otros países europeos miraron el acuerdo y dijeron «¿Y a nosotros quién nos invita?». Inglaterra, Francia y Holanda se comieron la raya con patatas fritas. Para colmo, ni siquiera sabían medir bien la longitud, así que la línea imaginaria fue más un «aproximadamente por aquí» que otra cosa. Menos mal que no usaban Google Maps, porque habrían demandado al Papa por indicaciones falsas.

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Portugal: el listo que se coló en el reparto con un «por si acaso»

Mientras España corría a saquear imperios, Portugal movió la raya 370 leguas al oeste «por si salía algo jugoso». Y ¡sorpresa! Ahí estaba Brasil, escondido como un cupón descuento en el bolsillo de los pantalones. ¿Regalo? No, «derecho histórico», dirían ellos. España, ocupada cargando oro en barco, ni cuenta se dio. Eso sí, cuando se enteraron, debieron soltar un «¡Eh, esto no estaba en el contrato!» seguido de un «Bueno, al menos tenemos más plata para comprar pañuelos».

¿Tienes más dudas que un marinero sin brújula en 1500?

¿De verdad pensaban que el mundo acababa en Brasil?
¡Ni locos! Pero como Colón aún creía que había llegado a las Indias, todos andaban con la cabeza en modo «¿esto dónde está?». La geografía era el deporte extremo de la época.

¿Portugal hizo trampa con lo de mover la raya?
Técnicamente, fue un «ajuste diplomático» (léase: «nosotros vimos primero lo de Brasil, shhh»). España, por su parte, estaba demasiado ocupada teniendo crisis existenciales con piratas y huacas de oro.

¿El Papa se llevó su comisión por el reparto?
Alejandro VI, más conocido por su… ejem, «vida festiva», prefirió cobrar en influencia en vez de en lingotes. Aunque seguro pensó: «Ojalá hubiera un Amazonas en Roma para hacer envíos prime de oro».

Tratado de tordesillas: cuando españa y portugal jugaron a «dónde está mi mitad» con un mapa y una regla borracha

Imagina a dos colegas en 1494, tras descubrir que América no era un gigantesco estacionamiento de elefantes prehistóricos, decidiendo repartirse el mundo como si fuera una pizza de jamón y piña. España y Portugal, en plena fiebre exploradora, sacaron su mejor herramienta diplomática: un mapa, una regla torcida y una botella de vino para «calibrar» los cálculos. Así nació el Tratado de Tordesillas, donde dibujaron una línea imaginaria a 370 leguas al oeste de Cabo Verde. Todo lo que quedaba al este sería portugués; lo del oeste, español. ¿El problema? La regla mental de ambos debía estar hecha trizas, porque calcular distancias en el siglo XV era como intentar hacer TikTok con un telégrafo.

¿Resultado? Portugal se quedó con Brasil por puro «ajuste técnico» (vamos, que la línea se movió como selfie en modo panorama). España, confiada en su mitad, ni se inmutó… hasta que los lusos aparecieron sacando caipiriñas en Río. ¡Tramposos con estilo! Eso sí, el tratado ignoró olímpicamente a los pueblos originarios, como si el planeta fuera un tablero de Risk y ellos los fichitas que nadie lee. Eso sí, los otros países europeos miraron desde lejos, mascullando: *»Nosotros también queremos jugar, hijos de…»*.

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¿Qué pasó con los vecinos? 🧐

Francia e Inglaterra: *»¿Tratado? Ah, ¿ese papelito que usáis de servilleta?»*.
Papa Alejandro VI: El árbitro de este partido, que intentó ser neutral pero terminó como el amigo que siempre elige equipos malos.
Brasil: Ganó la lotería geográfica, aunque nadie le preguntó si quería hablar portugués o pasarse al español con acento gaucho.

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Preguntas que nadie hizo pero igual respondemos (por si las dudas)

¿Por qué 370 leguas y no 369 o 371?
Porque 370 era el número mágico que sonaba bien después del tercer vaso de sangría. En serio, fue un regateo digno de mercadillo: *»Te doy dos islas y me quedo con este peñón… ¡Toma ya!»*.

¿Y si la línea se hubiera dibujado con un rotulador permanente?
Hoy Brasil sería español, los memes de «Portugal carajo» no existirían, y probablemente el fútbol luso tendría que pedir prestado a Messi.

¿Alguien cumplió el tratado al pie de la letra?
Como cumplen los niños las normas del escondite: «¡Vale, pero solo hasta que me pillen!». Holandeses y británicos colonizaron donde les dio la gana, porque en el siglo XVI «lo que no se ve, no se reclama» era el lema.

¿Portugal hizo trampa o fue suerte?
Un poco de ambos. Conquistaron Brasil «sin querer», como cuando te comes el chocolate de tu hermano y dices: *»Ah, ¿era tuyo? Pensé que era de la casa»*. Eso sí, su habilidad para navegar les dio ventaja… o quizás tenían mejor brújula.

¿Qué heredamos de este reparto?
El portuñol, el debate eterno de si la ceviche es peruana o no, y la certeza de que dividir el mundo con una raya sigue siendo mala idea (a menos que uses lápiz, por si acaso).