Foto extraida del video de Youtube
Dragon fruit: ¿la fruta más ‘cool' o la gran estafa exótica?
El influencer de las fruterías: ¿marketing o sabor real?
La pitahaya (o fruta del dragón, para los que prefieren drama) parece diseñada por un *tiktoker* con acceso a Photoshop. Escamas rosas, interior que brilla como neón y un nombre que suena a banda de indie. Pero, ¿qué pasa cuando la muerdes? Spoiler: sabe a… ¡nada con pretensiones! O sí, depende. La variedad blanca es como un kiwi tímido; la roja, un melón que fue a clases de teatro. Eso sí, en smoothies o bowls, es la reina del postureo. ¿Vale su precio de estrella de Hollywood? Si te sobra la plata y quieres un *hashtag* #HealthyVibes, dale. Si buscas sabor explosivo, mejor cómprate un mango y hazte el loco.
¿Superalimento o supercuento?
“Rica en antioxidantes, vitamina C y fibra”, gritan los empaques. Y sí, es cierto… como una manzana, pero con mejor marketing. La ciencia respalda sus nutrientes, pero no es el elixir mágico que venden en redes. ¿Que si ayuda a la digestión? Claro, como cualquier fruta con fibra. ¿Que si cura el aburrimiento existencial? Ahí ya flaquea. Eso sí, subir una foto con su pulpa vibrante te dará más likes que un gato haciendo yoga. Prioridades, gente.
El precio: ¿inversión o robo a mano armada?
Un dragon fruit cuesta lo mismo que tres aguacates, dos cervezas artesanales o media entrada al cine. ¿Por qué? Porque viaja en avión desde Vietnam, Colombia o México, vistiendo un traje de “exótico”. ¿Es caro? Como una cena de sushi en un centro comercial. ¿Es una estafa? Solo si esperas que te conceda tres deseos. Si la compras como souvenir comestible, bien. Si buscas alimentar a tu familia con un presupuesto ajustado, corre hacia las bananas.
¿Pitahaya o pitiyolo? Las dudas que todos teníamos pero nadie se atrevía a preguntar
- ¿Por qué cuesta un riñón si sabe a agua fancy?
Simple: pagas el viaje en primera clase desde el trópico y el sueldo del community manager que le puso “superfood” en el CV. - ¿De verdad los dragones escupen esta fruta?
Los dragones no existen, pero si existieran, seguro escupirían algo más épico… como fuego o facturas sin pagar. - ¿Es solo para instagramers o puedo comerla sin filtro?
Puedes morderla directamente, pero sin una foto con iluminación perfecta, ¿existe realmente? *Se oye un susurro existencial.*
Dragon fruit: cuando el nombre es más interesante que el sabor (y la textura, y el precio…)
El dragón que perdió el fuego (y las ganas de emocionar)
¿Alguna vez compraste algo solo por el nombre? La fruta del dragón es el “clickbait” de la naturaleza: promete escamas rosas, exotismo mitológico y aventuras gastronómicas… pero al morderla, te das cuenta de que el dragón en cuestión debió ser vegetariano, aburrido y con un gusto cuestionable por las texturas. Su sabor es como si una pera y un kiwi tuvieran un hijo que decidió ser “neutral” para no herir susceptibilidades. ¿Y la textura? Un cruce entre un chicle sin azúcar y la arena mojada de la playa. Eso sí, ¡qué bien queda en las fotos de Instagram!
¿Por qué cuesta como un tesoro vikingo si sabe a cartón decorativo?
Pagar $8 por una fruta que sabe a “agua con pretensiones” debería ser ilegal. Pero aquí estamos, comprándola porque… ¿qué si no? ¿Un melón? ¡Qué ordinario! La fruta del dragón es como ese artista famoso que cobra $500 por un concierto y luego canta tres canciones: te arranca el dinero, te deja con cara de “¿eso fue todo?” y aún así vuelves a caer. Eso sin contar que pelarla requiere más paciencia que armar un mueble de IKEA sin instrucciones. Pro tip: si quieres impresionar a alguien, cómprala. Si quieres *disfrutar* algo, cómete un helado.
La fruta que nadie pedía (pero todos probamos una vez)
En el ranking de frutas, la pitahaya ocupa el puesto “sí, está bonita en el bowl”. Sus semillas negras parecen mini ojos de insecto observándote mientras piensas: “¿En serio esto crece en un cactus? ¿El mismo cactus que pincha? Ironías botánicas”. Eso sí, tiene superpoderes: es rica en antioxidantes (o sea, te hace inmune a todo menos al sabor insípido) y es la reina de los smoothies *aesthetic*. ¿La verdad? Si se llamara “fruta aburrida”, ni la mirarías. Pero con ese nombre… ¡dragón power!
¿Ya te mordiste el labio? Resolvemos tus dudas (o las inventamos)
¿La fruta del dragón sabe mejor de lo que parece?
No. Es como esperar que un unicornio escupa arcoíris de chocolate. La realidad es más “agua con semillas”.
¿Por qué es tan cara si no sabe a nada?
Marketing, amigo. Si la llamaran “bola rosada sosa”, costaría $1. Pero “dragón” sube el precio (y las expectativas).
¿Alguna forma de hacerla interesante?
¡Claro! Mézclala con 10 cosas que sí tengan sabor. O mejor: úsala de pisapapeles. Decora y evade la decepción.