Foto extraida del video de Youtube
La función de nutrición: ¿quién dijo que comer era solo un hobby?
Tu cuerpo es una fábrica de chuches (pero sin azúcar)
Resulta que comer no es solo para subir fotos de pancakes a Instagram o ganar concursos de tacos. ¡Sorpresa! La nutrición es como el manual de instrucciones que tu cuerpo exige a gritos mientras tú te empeñas en usar la «función avión» 24/7. Cada bocado es un combo de combustible, reparación celular y mensajes cifrados tipo agente secreto: las proteínas reconstruyen músculos, los carbohidratos dan energía para huir de compromisos familiares y las grasas… bueno, esas son el departamento de «por si acaso».
¿Sabías que tu sistema digestivo es un club nocturno donde las enzimas son los DJ? El estómago mezcla ácidos como si fueran beats, el intestino delgado absorbe nutrientes como si fueran los últimos chismes, y el colon… ese es el portero que decide qué se queda y qué sale *directo al water*. Eso sí, si te pasas con las nachos, el DJ se vuelve loco y la fiesta termina en caos.
Metabolismo: el drama entre «quemar» y «acumular»
Aquí entra en escena el metabolismo, ese divo caprichoso que unos tienen en modo Usain Bolt y otros en modo perezoso de tres dedos. No, no es magia (aunque a veces lo parezca). Es pura química: transformar un croissant en energía para sobrevivir al maratón de reuniones de Zoom. Si tu cuerpo fuera Netflix, el metabolismo sería el algoritmo que decide si ese helado se convierte en temporada nueva de acción o en un documental aburrido sobre grasa abdominal.
¿Qué necesitas para ser el CEO de tu nutrición?
- Proteínas: los albañiles que reparan tus tejidos (y evitan que parezcas un globo desinflado después del gym).
- Vitaminas: el equipo de IT que evita que todo colapse.
- Agua: el asistente que grita «¡hidrátate o morirás!» cada media hora.
Mitos que merecen un Oscar a la exageración
¿«Comer menos adelgaza»? Ja. Es como decir que apagar el wifi arregla tu vida. El cuerpo no es una app de dieta, es más bien un tamagotchi gigante que necesita atención constante. Si le das solo lechuga, se rebelará y almacenará hasta el aire como si fuera el apocalipsis zombie. Y lo de «saltarse el desayuno»… ¿En serio? Eso es como empezar un viaje en coche sin gasolina. Spoiler: terminarás pidiendo pizza a las 11 AM.
¿Quién tiene preguntas? Nosotros tenemos bocadillos (de información) 🥪
¿Es cierto que el cuerpo puede vivir solo de cheetos y café?
Técnicamente, sí. Pero si quieres que tus células te manden una carta de renuncia colectiva, adelante. La nutrición no es un buffet libre de decisiones cuestionables.
¿El agua con limón en ayunas hace milagros?
No, pero te convierte en el personaje místico de la oficina que cree en rituales. Hidratarse está bien, pero sin pretender que el limón sea el Elon Musk de los cítricos.
¿Y si como mientras duermo?
Salvo que seas sonámbulo y tengas talento para abrir la nevera a oscuras, mejor deja que tu cuerpo descanse. ¡Hasta las fábricas de chuches necesitan horas de mantenimiento!
Función de nutrición para torpes: cómo no morir de hambre (ni de aburrimiento)
Planificar comidas sin llorar (demasiado)
Si tu idea de «planificación» es abrir Uber Eats a las 10 pm, esto es para ti. Olvídate de las tablas de Excel y los cálculos de macros: empieza con tres platos que no requieran habilidades culinarias. ¿Ejemplos? Huevos revueltos con lo que haya en la nevera, arroz integral con aguacate (sí, es un lujo, pero te lo mereces) y un sándwich que no sea solo pan con pan. Regla básica: si tarda más de 20 minutos en hacerse, no es para torpes. Usa una app de lista de compras y pon alarmas para comer; tu estómago no es un reloj suizo, pero algo hay que hacer.
Comida aburrida vs. comida con personalidad
¿Tu dieta consiste en pechuga a la plancha y lechuga mustia? Basta de tristeza en el plato. Trucos para no bostezar mientras masticas:
- Ponle especias que suenen exóticas (¡hola, cúrcuma! Tú solo di que es «golden latte en polvo»).
- Usa formas raras: corta zanahorias en estrellas, pepinos en espiral o convierte el brócoli en «arbolitos de la felicidad».
- Juega al Tinder gastronómico: combina dos ingredientes al azar. ¿Garbanzos con mango? Si funciona, eres un genio. Si no, finge que fue un experimento científico.
Snacks que no sean paquetes de aire (sí, te miramos a ti, patatas fritas)
La merienda no tiene que ser un acto de autosabotaje. Alternativas para cuando el hambre ataca:
- Yogur griego con trozos de chocolate negro (el 85% cacao cuenta como saludable, ¿no?).
- Palitos de apio con crema de cacahuete (sí, es raro, pero te hará sentir como un influencer wellness).
- Nueces tostadas con pasas: la energía instantánea de los perezosos.
Y si todo falla, un puñado de cereales con leche a las 3 am también cuenta como nutrición. No juzgamos.
«¿Y ahora qué?»: Preguntas que te haces mientras miras la nevera vacía
¿Qué hago si solo tengo un tomate y medio limón?
¡Enhorabuena! Acabas de inventar la «ensalada de supervivencia». Añade sal, pimienta y un chorrito de aceite. Si quieres drama, grátale un poco de queso encima (aunque sea el de la pizza de anoche).
¿Cómo evito comer lo mismo 7 días seguidos?
Cambia un ingrediente cada vez. Ejemplo: si siempre haces pollo, prueba con atún en lata. Si usas espinacas, cámbialas por col rizada (y luego vuelve a las espinacas porque la col sabe a césped).
¿Es malo vivir a base de tuppers de lentejas?
Las lentejas son el amor verdadero: nunca te abandonan. Pero si ya las miras con resentimiento, congélalas y finge que son «meal prep gourmet». La imaginación es clave.
Bonus track: Si quemas la tostada, recuerda que el carbón activado está de moda. #Lifehack.