«¿Sabes Por Qué ‘La Curiosa’ Tiene Los Comensales Más Contentos? ¡Descúbrelo Y Sorpréndete!»

Foto extraida del video de Youtube


¿Por qué «la curiosa» te dejará con más preguntas que respuestas (y hambre)?

«La curiosa» es como ese amigo que llega a la fiesta con un misterio en los ojos y una sonrisa enigmática, y antes de que te des cuenta, te has bebido tres cervezas y ya estás hablando de la teoría de la relatividad de Einstein. Es como si te envolviera en una nube de intriga, y cuando intentas coger agua, te das cuenta de que el vaso está vacío y tú sigues con la misma sed. Y no, no es que bebas mucho, es que «la curiosa» tiene ese poder: te absorbe por completo, y lo único que te queda es un montón de preguntas sin respuestas y un vacío en el estómago que no sabes cómo llenar.

Pero ¿por qué pasa esto? Bueno, «la curiosa» es como un acertijo envuelto en un misterio, dentro de un enigma, y todo ello dentro de un taco al pastor. Te comes el taco, pero el sabor te deja más preguntas que respuestas. ¿Qué especias usó? ¿Por qué tiene ese punto de picante que no duele, pero te hace sudar? Y, sobre todo, ¿por qué después de comerte dos tacos, sigues con hambre? Es como si «la curiosa» jugara con tus sentidos, te hiciera creer que estás comiendo, pero en realidad estás en una especie de limbo gastronómico, donde el hambre es la única certeza.

Y no hablemos de las preguntas. «La curiosa» es como un gato de Schrödinger: puedes estar seguro de que, al final, te quedarás con más dudas que certezas. ¿Qué es exactamente? ¿De dónde viene? ¿Por qué te hace reír y llorar al mismo tiempo? Y, lo más importante, ¿por qué, después de todo, te deja con el estómago gruñendo como un oso en hibernación? Es como si «la curiosa» fuera un círculo vicioso de curiosidad y hambre, del que no puedes escapar. Y, honestamente, ¿quién querría escapar? Al fin y al cabo, la vida sin misterios sería tan aburrida como una dieta de lechuga.

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Preguntas que te quedarán tras conocer a «La Curiosa»

– ¿Qué hace que «la curiosa» sea tan enigmática?
– ¿Por qué me siento más hambriento después de «conocerla»?
– ¿Es normal que me queden más preguntas que respuestas?
– ¿Cómo logro saciar el hambre que me deja?
– ¿Volveré a caer en el mismo ciclo de curiosidad e hambre?

Pues bien, quizás nunca hallaremos todas las respuestas, pero una cosa es segura: «la curiosa» es una experiencia que te dejará con la mente llena de preguntas y el estómago vacío, pero con una sonrisa en el rostro. Y, al fin y al cabo, ¿no es eso lo que buscamos en la vida? Un poco de misterio, un poco de intriga, y un poco de hambre que nos recuerde que, aunque no tenemos todas las respuestas, al menos tenemos un buen cuento que contar.

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«La curiosa» experiencia de comer en un restaurante donde lo único exótico es el precio

Imagínate que un amigo te recomienda un restaurante «especial». Te dice que es una experiencia única, que te hará viajar a lugares exóticos con cada bocado. Llegas allí con las expectativas altas, listo para saborear manjares de lejanas tierras, y lo primero que ves en la carta es un precio que te hace preguntar si acaso te han cobrado ya el billete de avión. ¡Ese es el momento en que te das cuenta de que lo único exótico en ese lugar es el monto de la cuenta!

Te sientas, y el camarero, con todo el arte del mundo, te explica cada plato como si fuera una obra maestra. Mientras tanto, tú estás pensando: «¿En serio me están cobrando 50 pavos por un plato que mi madre hace los domingos y que yo mismo he preparado más de una vez con lo que queda en la nevera?» Pero, bueno, decides darte el gusto y pedirlo. Y cuando llega el plato, te das cuenta de que, aunque no es exactamente el manjar exótico que esperabas, al menos está rico. O, como mínimo, no te ha sentado mal… todavía.

Pero el verdadero espectáculo comienza cuando llega la cuenta. Ahí es cuando te preguntas si has cometido algún delito en tu vida anterior, porque el monto que te piden parece el precio de una casa pequeña en las afueras. Pagas, te levantas, y al salir, te das cuenta de que el único exotismo que has experimentado ha sido el de tu tarjeta de crédito. Pero, en fin, al menos has comido bien, y ya sabes que, si quieres darte un capricho, sabes dónde encontrar un plato que te haga llorar… de risa, o tal vez de otra cosa.

### Preguntas que te harás (y que nosotros también nos hicimos)

1. ¿Vale la pena pagar tanto por una comida?
Bueno, eso depende de ti y de tu situación económica. Si eres de los que creen que «el que no arriesga, no cruza el mar», entonces adelante. Pero si eres más bien del tipo «tengo que pagar las facturas», tal vez prefieras buscar un lugar más asequible.

2. ¿Qué hago si me gusta el lugar pero no tengo dinero?
Puedes pedir algo simple, como una ensalada o un plato que no cueste un ojo de la cara. O, mejor aún, invita a alguien que sí tenga dinero y hazte el gracioso con la cuenta.

3. ¿Cómo disfrutar de una comida así sin sentirme culpable?
Piensa que estás pagando no solo por la comida, sino por la experiencia. Aunque, si te pones a pensarlo, también estás pagando por el sueldo del chef, el alquiler del local, y tal vez hasta por el viaje que se dio el dueño el fin de semana. Pero, en fin, si te gusta, ¡disfruta! Y si no, pues ya sabes dónde no volver.