Foto extraida del video de Youtube
¿Por qué el bar el campesino colacho es el lugar perfecto… para perder la fe en la humanidad?
1. El personal te atiende como si les debieras dinero
Entras y te reciben con la sonrisa de un bulldog al que le han pisado la cola. Pedir una cerveza se convierte en un debate filosófico: “¿De grifo o de botellín?”. Si preguntas la diferencia, te miran como si hubieras insultado a su abuela. La camarera más rápida del local se mueve a la velocidad de un caracol con resaca, y cuando por fin llega tu pedido, hay un 80% de probabilidades de que sea lo que nadie pidió. ¿Hielo en el refresco? Olvídate. Aquí el hielo es un mito, como el amor verdadero o la higiene en los baños.
2. La clientela: un safari urbano sin jaulas
El lugar es un imán para especies raras: el tipo que cuenta chistes malos a su tenedor, la señora que discute con el mantel y el grupo de turistas que fotografía una aceituna como si fuera la Mona Lisa. Si buscas diálogos surrealistas, aquí escucharás cosas como: “¿Me da un café con leche… pero que la leche sea de almendras, sin almendras, y sin lactosa?”. Y sí, alguien realmente pidió eso. Mientras, en la barra, un hombre intenta ligar con la dueña usando como táctica… recitar el menú en voz alta. Poesía pura.
3. El menú: una ruleta rusa gastronómica
La carta es como ese sueño donde mezclas cereales con anchoas y despiertas sudando. ¿Patatas bravas? Las hay “extra bravas” (traducción: quemadas). La tortilla de patatas tiene más migas que un cojín de abuela, y el jamón serrano parece sacado de una película de terror. Si pides un “cóctel especial de la casa”, prepárate para beber algo que huele a perfume barato y sabe a desilusión. Eso sí, el postre estrella es flan de huevo… literalmente, porque tiene cáscara incluida.
¿Tienes dudas? Aquí te resolvemos (o no)
- ¿Es seguro comer aquí? Si tu estómago es fan de los reality shows extremos, sí. Si no, lleva un botiquín.
- ¿Por qué la gente sigue yendo? Teorías incluyen: hipnosis colectiva, apuestas clandestinas o falta de olfato.
- ¿Alguna vez han cerrado por inspección? La leyenda dice que un inspector entró, pidió un café y se fue llorando.
- ¿Es todo una broma? Ojalá. Pero la broma la pagas tú, a 4€ la tapa.
Ahí lo tienes: un sitio donde el caos es el plato principal y la esperanza se queda en la puerta. ¿Vas a ir? Claro que sí. Porque en el fondo, todos necesitamos un lugar que nos recuerde que el ser humano es… interesante. O eso, o te gusta castigarte.
El mito del bar el campesino colacho: ¿realmente sirven comida o experimentos de laboratorio?
Platos que desafían las leyes de la física (y tu estómago)
Entras a El Campesino Colacho esperando una tortilla de papas y terminas frente a un plato que parece el resultado de un accidente en la fábrica de Willy Wonka. ¿Es una croqueta? ¿Un dónut relleno de algo que brilla bajo la luz negra? Los camareros, con batas que podrían confundirse con uniformes de laboratorio, insisten en que es “la especialidad de la casa”. Eso o un experimento fallido para clonar al jamón ibérico. Eso sí, te cobran como si hubieran usado oro comestible… o uranio enriquecido.
Ingredientes: ¿del campo o del reactor nuclear?
La carta promete “productos 100% naturales”, pero hay sospechas. ¿Por qué la sopa de verduras tiene un color verde fosforescente? ¿Y ese puré que emite vapor como si estuviera en una película de terror? Los rumores dicen que la cocina tiene más tubos de ensayo que sartenes, y que el chef principal fue visto comprando “material de investigación” en una ferretería. Eso explicaría el arroz con cosas que, literalmente, tiene *cosas*: trozos metálicos incluidos (dicen que es hierro, pero…).
Clientes o conejillos de indias: el gran debate
Si pides un café, te sirven un líquido negro que burbujea sin necesidad de azúcar. ¿Café o brebaje para convertirte en superheroína? Los clientes veteranos juran que, tras probar el flan de la casa, desarrollaron habilidades extrasensoriales (o eso les dijo la acidez estomacal). Eso sí, nadie se queja: si sobrevives al menú del día, recibes un diploma… y una cita con el médico de cabecera.
¿Te arriesgas a pedir? Preguntas que todos temen hacer
¿El “sabor a nostalgia” del postre es un eufemismo para “sabor a plástico”?
No confirmamos ni negamos, pero el último que lo probó empezó a recordar canciones de los 80 que jamás había escuchado.
¿Por qué el pan tiene una etiqueta de “manipular con cuidado”?
Algunos creen que es por su textura “artesanal”; otros, que contiene un microchip. La verdad: el panadero es un exingeniero de la NASA.
Si como algo y luego hablo en verso, ¿es normal?
Totalmente. Efecto secundario común de la sopa de letras, que incluye caracteres cirílicos y emojis.
¿Hay algún plato que NO genere interrogantes existenciales?
Sí: la ensalada. Pero cuidado, la lechuga hace preguntas *tú*.