En tiempos de crisis, la cena de Navidad es un verdadero problema para nuestros bolsillos. Lo primordial para servir una cena donde priman las 3 B – bueno, bonito y barato – es la compra de alimentos de temporadas. No tenemos porque gastarnos mucho dinero para hacer una cena que luzca en la mesa. La cuestión es hacer una cena reducida, reutilizable y reciclable para una buena Navidad. Gracias a nuestra creatividad y una buena planificación, todo es posible.
Navidad saludable, económica y vistosa
La Navidad de 2013 ya está aquí, y viene llena de propuestas, de menús, de recetas y de buenas ideas. El solsticio de invierno llega un año más con ganas de fiesta, de encuentros y sabrosos aromas. El reto ahora está en conservar ese buen sabor de boca a lo largo de todas las celebraciones. Lograr hacerlo de manera saludable para el cuerpo, el bolsillo y la conciencia.
Lo primero, para conservar la sonrisa a lo largo de las próximas semanas, es saber que se puede conseguir un plan de comidas que no desequilibre la economía familiar ni la forma física. El esfuerzo no está en hacer una compra muy diferente a lo habitual sino en protagonizar la elaboración. La alegría debe centrarse en cocinar cosas buenas, lo que no es sinónimo de caras ni extraordinarias, aunque sí de esfuerzo, de tiempo y de dedicación. También hay que tener en cuenta que el menú debe ser coherente. Si se opta por pequeñas y muchas raciones, hay que ser consciente de que será más trabajoso y probablemente más caro. Si se decide por bandejas contundentes, platos redondos y decorados, se rentabilizarán más los esfuerzos.
En Navidad, conseguir un menú bueno
Las verduras de invierno prometen platos sabrosos: anímate a buscar recetas con ellas como principal ingrediente. Recetas de cardo, de espinacas, de habitas, de borraja, ¡de setas! El pescado, también el congelado, abre un abanico de posibilidades a las que si se les añade el cariño y el mimo se logra un plato principal con ventajas. Una de ellas: que tras el esfuerzo se puede dejar listo, solo a falta de un último toque de calor, con lo que el cocinero disfruta de la comida o de la cena junto a los demás comensales.
Céntrate en recetas al horno o en papillote. Son fórmulas menos cotidianas que sorprenden, se digieren bien y gustan a todos. También la tradición trae a la mesa las aves, carnes blancas saludables, con precios muy competitivos, que se visten de fiesta con la guarnición y las salsas.
No dejes pasar la oportunidad de cocinar con patatas. Son un alimento que posibilita grandes bandejas al gusto de los más mayores y de los más pequeños, para las cenas y para las comidas. Igual sucede con las sopas, que requieren tiempo, recetas antiguas y mimo. Los postres se pueden hacer excelsos. Sugerentes preparados de frutas exóticas o de frutas toda la vida pero con un punto extravagante, dulces y helados caseros, e incluso un roscón familiar o turrones hechos por nosotros mismos.
El menú de Navidad más bonito
La decoración navideña, los pequeños detalles e incluso los excesos estéticos logran que todo sea más bonito, y con ello más apetecible y más gratificante. Bien es cierto que la comida entra por los ojos, y en Navidad se nos da la oportunidad de vestir los platos, de hacer aquello que durante el año no da tiempo o no ha lugar. La fiesta es crear ilusión y con cariño e interés se puede llenar de magia cualquier receta.
La mesa decorada, una carta que anticipe el menú, el ritmo de los platos y sobre todo la sonrisa son los ingredientes que van a convertir en bonito lo que se deguste y se disfrute. Junto a los espumillones, los frutos secos inspiran bodegones y son un puñado de salud. Las frutas apetecen y acercarlas a la mano es tentar los buenos hábitos. Las virutas de chocolate (chocolate rallado) no acompañarán al bizcocho o a la tarta sino a un granizado de frutas (muy recomendable el de mandarina, por ser una deliciosa fruta de temporada). Las frutas desecadas, los tés e infusiones originales, las ensaladas de verduras o de frutas, las especias como condimentos o como guiños de colores… Lo cierto es que un menú muy sencillo puede ser el más bonito en estas fechas.
Por último, la costumbre es acabar con dos trocitos del buen turrón pero, esto va en contra de cualquier dieta saludable. Por ello, si cambiamos dos horas de caminata por un par de trozos de turrón duro y blando, se puede conseguir una Navidad dulce cuidándose uno mismo y sin hacer trampas.